F¨²tbol y bicis
Todo lo que se cre¨ªa s¨®lido se desvanece en el aire, tambi¨¦n la magia parece evaporarse
Aunque por motivos completamente distintos, el f¨²tbol y las bicicletas han entrado en el debate pol¨ªtico. Cuando en tiempos de crisis algo salta a la palestra, mal asunto. Y m¨¢s cuando lo que entra en cuesti¨®n es algo que se retrotrae a las emociones de la infancia. El bal¨®n de reglamento y la bicicleta siguen siendo los juguetes que m¨¢s fascinan a los ni?os. Han pasado d¨¦cadas desde que irrumpieron en el imaginario infantil y ah¨ª est¨¢n, desplegando una magia que se prolonga hasta la edad adulta. Pero ahora, que todo lo que se cre¨ªa s¨®lido se desvanece en el aire, tambi¨¦n la magia parece evaporarse.
La gallina de los sue?os de oro est¨¢ a punto de palmarla. La cr¨®nica publicada en estas p¨¢ginas por Miquel Alberola sobre la situaci¨®n de los clubes valencianos, m¨¢s que una radiograf¨ªa sobre su delicada salud, parece la necropsia que antecede al certificado de defunci¨®n. La Generalitat, es decir, el patrimonio colectivo de los valencianos, es la avalista de las archimillonarias deudas del Valencia CF, del Elche y del H¨¦rcules. Y todo, por la ambici¨®n desmesurada de una pandilla de especuladores del ladrillo, en connivencia con algunos pol¨ªticos que, como Rita Barber¨¢, alentaron, facilitaron y financiaron indirectamente la desastrosa gesti¨®n. Achacar el fracaso a la crisis es una gran mentira, porque, al menos desde 2004, se sab¨ªa que la situaci¨®n del f¨²tbol era explosiva. Ese a?o, el profesor Gregorio Mart¨ªn Quetgl¨¢s ¡ªcon la colaboraci¨®n de la periodista Anabel Blancas¡ª public¨® un libro, Lo que el f¨²tbol se llev¨®, en el que cifraba el d¨¦ficit del f¨²tbol espa?ol en 2.600 millones de euros y la deuda con Hacienda en 300 millones. Y la bola sigui¨® rodando hasta convertirse en una inmensa pelota que est¨¢ a punto de estallar. Tal es as¨ª, que el f¨²tbol, que siempre hab¨ªa sido para el poder un dulce placebo con el que entretener al populacho, se ha convertido para los gobernantes valencianos en un gigantesco sapo que no saben c¨®mo tragarse.
Con las bicicletas pasa lo mismo que con el f¨²tbol, pero al rev¨¦s. En los ¨²ltimos a?os, aqu¨ª se ha producido una significativa acumulaci¨®n de capital c¨ªvico. Las bicicletas han cambiado el paisaje urbano de Valencia como consecuencia de una conjunci¨®n de factores diversos: la tenacidad de los colectivos ecologistas; el uso de la bici por los Erasmus que la pusieron de moda entre los j¨®venes; el juego de intereses entre el Ayuntamiento y la empresa que gestiona el mobiliario urbano; y tambi¨¦n, por la propia crisis, que en esto ha vuelto a demostrar, en contra de tanto necio, que no es lo mismo valor y precio. Ese capital c¨ªvico, que parec¨ªa ir en aumento, est¨¢ ahora amenazado por una reforma legal que pretende hacer obligatorio el uso del casco en las ¨¢reas urbanas. Una medida disuasoria que puede hacer que ese peque?o capital de civismo, que tanto ha costado acumular, sea dilapidado con la misma estulticia con la que se est¨¢ privatizando la sanidad y convirtiendo en p¨²blicas las deudas de ese aut¨¦ntico eje del mal que amalgama la banca y simbolizan el ladrillo y muchos pol¨ªticos y clubes de f¨²tbol. El aire que desplaza una bici en movimiento siempre ha sido un vientecillo de libertad, tal vez por eso a los ciclistas les quieran poner una brida a la que llaman casco.
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