El campe¨®n de la transparencia
Feij¨®o se atrinchera ahora en el silencio para intentar que se olvide el caso de sus relaciones con Dorado sin despejar algunas inc¨®gnitas clave
Con un comunicado en la madrugada del 1 de abril, antes incluso de que este peri¨®dico divulgase la informaci¨®n con las fotograf¨ªas y el relato de los hechos que probaban varios a?os de estrechas relaciones de amistad entre el actual presidente de la Xunta y uno de los grandes capos del negocio ilegal en las R¨ªas Baixas -primero con el tabaco y luego con la droga- , Alberto N¨²?ez Feij¨®o pregonaba que no ten¨ªa nada que esconder. A partir de ese momento, el emergente bar¨®n del PP se afan¨® en presentarse como un antiRajoy. Frente al silencio habitual del presidente del Gobierno, el jefe de la Xunta recorri¨® emisoras de radio y plat¨®s de televisi¨®n, ofreci¨® una larga conferencia de prensa y accedi¨® a comparecer en el Parlamento. Los elogios fueron casi un¨¢nimes: all¨ª hab¨ªa un hombre dispuesto a dar la cara.
? Claro que se puede hablar mucho diciendo poco. Y a cada nueva explicaci¨®n del presidente, el asunto se iba enredando m¨¢s. El argumento principal de Feij¨®o - que no sab¨ªa qui¨¦n era Marcial Dorado en 1995, cuando empez¨® a frecuentar su compa?¨ªa en fiestas, excursiones en yate, fines de a?o y vacaciones en Baleares y Canarias-? resultaba francamente d¨¦bil. Porque eso equivale a que tengamos que creer que el entonces n¨²mero dos de la Conseller¨ªa de Sanidade jam¨¢s le¨ªa los peri¨®dicos. Que ni una sola vez se hab¨ªa detenido en los centenares de p¨¢ginas dedicadas por la prensa nacional y gallega para informar de que jueces espa?oles y extranjeros, la polic¨ªa, Aduanas o las madres contra la droga aireaban a los cuatro vientos sus sospechas sobre Dorado, sobre las ingentes cantidades de dinero -hasta dos millones de pesetas a la semana en 1989- que enviaba a Suiza o sobre el temor generalizado a que hubiese dado el salto al narcotr¨¢fico, al igual que los dem¨¢s capos hist¨®ricos de Galicia. Por lo visto, al hombre que ten¨ªa entre las competencias de su departamento los programas de ayuda a drogodependientes no le interesaban ni como curiosidad las noticias sobre el narcotr¨¢fico.? Ni tampoco debi¨® de preguntarse nunca por el origen de la gran fortuna de su "compa?ero de ocio", sin una actividad empresarial clara y adem¨¢s residente en Arousa, un lugar que hasta el m¨¢s desinformado de los gallegos identificaba entonces como el centro de operaciones de las bandas dedicadas al comercio ilegal de diversas sustancias y al blanqueo masivo del dinero logrado clandestinamente.
A la fragilidad de esa defensa se unieron las contradicciones. Feij¨®o pregon¨® que hab¨ªa cortado la relaci¨®n con Dorado cuando supo que este estaba bajo el punto de mira de la justicia, hacia 1997 o 1998. Hasta que el juez revel¨® que hab¨ªa conversaciones entre ambos grabadas a partir de 2001. Y el presidente tuvo que reconocer que tal vez a¨²n quedaban rescoldos de la vieja amistad y que es posible que Dorado se acordase de felicitarle "el cumplea?os o la Navidad". Feij¨®o confund¨ªa adem¨¢s los destinos de los viajes, Andorra -lugar de blanqueo para los clanes gallegos- con los Picos de Europa, y no recordaba tampoco qui¨¦n hab¨ªa pagado las fiestas y las vacaciones al sol.
A partir de ese momento, el presidente de la Xunta ech¨® el cerrojo. Feij¨®o, por lo que ha dicho, conoce bien el entramado empresarial de Dorado y las ayudas y contratos que ha recibido de la Administraci¨®n auton¨®mica en los ¨²ltimos a?os. Pero solo ha tenido a bien comunicarnos una indemnizaci¨®n que le otorg¨® el Gobierno bipartito de socialistas y nacionalistas por los da?os que causaron a un negocio suyo las inundaciones de 2006 en la R¨ªa de Arousa, una ayuda a la que ten¨ªa derecho cualquier empresa que acreditase el perjuicio sufrido por el temporal sin necesidad de identificar a sus accionistas. Desde hace dos semanas, el presidente gallego repite machaconamente que el bipartito dio a Dorado 120.000 euros, pero se niega a informar de las relaciones econ¨®micas del contrabandista con la Administraci¨®n durante la ¨¦poca en que Feij¨®o frecuentaba su compa?¨ªa. Lo har¨¢, afirman ahora sus colaboradores, "cuando lo considere oportuno". Hasta entonces, el Parlamento y la ciudadan¨ªa han de aguantarse. Una extra?a conducta para quien presum¨ªa de ser el campe¨®n de la transparencia.
Por encima de la bronca parlamentaria de esta ma?ana, de la actitud desatada de Xos¨¦ Manuel Beiras, del irritante "y t¨² m¨¢s" que monopoliza cualquier debate en la C¨¢mara, esa es la gran cuesti¨®n que sigue en pie: ?qu¨¦ sabe Feij¨®o que no podamos saber de una vez el resto de los ciudadanos?
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