Los viejos amigos de siempre
El rock de Los Enemigos, crudo y can¨®nico, permanece ajeno a cualquier tendencia coyuntural
?Enemigos, dicen? No, hombre, no: Josele Santiago y sus cofrades son gente de fiar, viejos colegas de los que pueden pasar hasta la cocina sin miramiento protocolario alguno. La cocorota m¨¢s l¨²cida e ilustre de Malasa?a, Fino Oyonarte y dem¨¢s compinches nunca perdieron el contacto ni la forma, y ayer se reencontraron con sus fieles del foro justo en el mismo sitio (La Riviera) donde, 11 a?os y 20 d¨ªas atr¨¢s, hab¨ªan entonado su te¨®rico hasta siempre. Poco ha cambiado desde entonces, m¨¢s all¨¢ de las devastaciones capilares, cut¨¢neas y an¨ªmicas. A fin de cuentas, el rock urbano de Los Enemigos es tan crudo y can¨®nico, tan alejado de salsas o cocciones, que permanece ajeno a cualquier tendencia coyuntural.
El cuarteto tira de largo y, aprovechando que hay donde escoger, se plantifica sobre las tablas con 30 canciones en el zurr¨®n. No hay grandes discursos ni nost¨¢lgicas concesiones al sentimentalismo: Oyonarte agradece t¨ªmidamente la fidelidad a los recalcitrantes y Santiago se limita a advertir que la raspa simb¨®lica de la banda ¡°en su d¨ªa era de boquer¨®n y ahora parece de espa?ol¡±.
Si el rock siempre sirvi¨® como revulsivo, m¨¢s a¨²n en tiempos de infamia. Por eso Los Enemigos nos zarandean de entrada con John Wayne', Brindis y Esta ma?ana he vuelto al barrio, y no bajan el pist¨®n hasta el sexto tema, Na de na, con su ins¨®lita percusi¨®n de congas cubanas. El rock malasa?ero nunca fue amigo de los matices.
La versi¨®n de Se?ora, el cl¨¢sico de Serrat, queda pintona, pero evidencia que hasta el Canon de Pachelbel acabar¨ªa sonando a Los Enemigos si pasara por las manos de estos cuatro hirsutos caballeros. Josele no apela tanto al detalle como al estallido de adrenalina y la hermandad c¨®mplice.
Tanto en el llenazo de ayer como en la cita de esta noche se cuenta con la baza del abrazo multitudinario y el sorbo generoso. Son d¨ªas en que el mini deja de ser unidad de medida para convertirse en abreviatura de m¨ªnimo com¨²n denominador.
Frente al repertorio en solitario de Santiago, m¨¢s proclive a otros territorios, Los Enemigos admiten pocas variaciones: el puntito funk de Boquer¨®n, el estupendo ritmo entrecortado de Me sobra carnaval, la gracieta sure?a de An-Tonio, ese gran blues cheli que es Qu¨¦ bien me lo paso, la voz solista de Fino (correcta, pero sin cazalla) en Razas de Ca¨ªn. Josele puntea seguramente mejor que nunca y exhibe una voz de lija, pero bien colocada. Los reencuentros con los viejos amigos de siempre son as¨ª: suenan Septiembre o La cuenta atr¨¢s y, por un momento, se difuminan las debacles cotidianas.
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