C¨¢ntala otra vez, Marisa
La cantante brasile?a presenta 'O que voc¨º quer saber de verdade'
Seis pantallas, nueve m¨²sicos, varias toneladas en instrumentos y equipo de sonido, un va y viene incesante de im¨¢genes, v¨ªdeos y fotograf¨ªas obra los m¨¢s preclaros talentos de la modernidad brasile?a, all¨¢ un Tunga, ac¨¢ un Jos¨¦ Damasceno o un Luiz Zerbini... ?realmente era necesario?. Uno, francamente, lo duda. A uno le basta y le sobra con la cantora y sus canciones y todo lo dem¨¢s, no voy a decir que me sobre, pero casi. ?Qui¨¦n necesita ninguna foto, ning¨²n v¨ªdeo, teniendo a Marisa Monte?
Verdade uma ilus?o, el ¨²ltimo espect¨¢culo multimedia de la paliducha cantora brasile?a, que vino a presentar en el Palacio Municipal de Congresos, viene a ser la puesta de largo de su ¨²ltimo disco, O que voc¨º quer saber de verdade, que no es el mejor de su carrera, precisamente, ni es el peor. Por donde, la cr¨ªtica en su pa¨ªs se ha cebado con ella. Tampoco es eso.
Sale la carioca a escena vestida en tonos oscuros reversibles, hombros al aire, los brazos embutidos en sendos manguitos de color negro cual Gilda tropical y glamourosa. ¡°Cuando me ven, en realidad, se ven a s¨ª mismos¡±, declaraba la susodicha al compa?ero Carlos Galilea, y as¨ª ser¨¢, si ella lo dice. Particularmente, me resulta un tanto trabajoso imaginarme encarnado en Marisa Monte. Mejor, dej¨¦moslo.
En su concierto de anoche ¨Ccon un sonido m¨¢s bien horripilante y la beautiful people copando las filas de invitados- hubo tiempo para el recuerdo a los viejos camaradas tribalistas (Vo?e e assim) y para los auto homenajes (Nao v¨¢ embora, en versi¨®n el¨¦ctrico-roquera), adem¨¢s de otras cosas menos previsibles, como la revisi¨®n asaz pintoresca de ¡°Sono como tu mi vioi¡±, de Mina. Finalmente, en la m¨²sica de Marisa Monte, todos los caminos conducen al mismo sitio.
Marisa le canta al amor de forma recurrente, seguramente porque no ha encontrado mejor tema al que cantar. El suyo es un amor feliz y poderoso, capaz de imponerse al desenga?o (¡°Depois¡±). Siempre hay tiempo para amar, nos dice, y es un mensaje que repite por derecho y por rev¨¦s, as¨ª en Ainda bem, con su toque latino, sobre el amor reencontrado, o en la swingeante y l¨¢nguida Verdade, una ilusao: ¡°puedo hacerte feliz, puedo hacerte sonre¨ªr¡±¡ al final, uno sale de sus conciertos dispuesto a echarse en los brazos del vecino/a, pero ese es el poder, inmenso, inabarcable, de la voz de Marisa Monte, su misterio insondable.
La cosa, que Marisa Monte parece cantarle a uno y a nadie m¨¢s, por m¨¢s que uno ocupe la localidad 21, fila 12, entre un mar de cabecitas que, seguramente, est¨¢n pensando lo mismo. Uno podr¨ªa so?ar con tenerla instalada en el living room de su casa cant¨¢ndole canciones de amor al o¨ªdo. Por so?ar, que no quede.
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