Jornaleros en tierra de nadie
Las ¨²ltimas acciones del SAT ponen en evidencia contradicciones en la organizaci¨®n Antiguos dirigentes piden relevos y acusan a la direcci¨®n de ¡°sindicalismo espect¨¢culo¡±
Los jornaleros del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT, que agrupa a la organizaci¨®n de obreros del campo SOC) reclaman una propiedad del Ej¨¦rcito y, una semana antes, marchan contra 20 familias de compa?eros del sindicato que optan a la titularidad de las tierras que trabajan desde hace d¨¦cadas en Sierra de Yeguas (M¨¢laga). Critican las pol¨ªticas de subvenci¨®n (¡°las limosnas gubernamentales que los distintos gobiernos ofrecen a los jornaleros¡±, seg¨²n la ¡°p¨¢gina oficial¡± de Marinaleda, el pueblo del que es alcalde Juan Manuel S¨¢nchez Gordillo) y sus cooperativas acumulan 941.273 euros en ayudas p¨²blicas. Claman justicia, pero se declaran insumisos judiciales. Firman reglamentos con limitaci¨®n de cargos en n¨²mero y tiempo mientras sus dirigentes acumulan lustros en sus puestos. Proclaman la participaci¨®n, pero rechazan el modelo de direcci¨®n colegiada y carecen de un sector discrepante. Ocupan tierras mientras Izquierda Unida, la formaci¨®n con la que se presentaron a las elecciones auton¨®micas, forma parte del Gobierno y negocia la creaci¨®n de un banco de fincas p¨²blicas para cederlas en uso a los parados. Se declaran defensores de la libertad, incluida la de expresi¨®n y, sin embargo, sus responsables rechazaron de forma reiterada una entrevista con este peri¨®dico si no establec¨ªan ellos los asuntos a tratar.
Esta es una breve relaci¨®n de las contradicciones a la que se enfrentan los integrantes del SAT, los herederos de uno de los sindicatos m¨¢s importantes de la Transici¨®n andaluza, que consigui¨® llevar sus reivindicaciones a las universidades, los medios de comunicaci¨®n y las instituciones internacionales de mayor prestigio. Ahora, seg¨²n algunos ha muerto, seg¨²n otros afronta su momento m¨¢s cr¨ªtico y seg¨²n sus dirigentes ¡°est¨¢ m¨¢s unido que nunca¡±.
El ¨²ltimo acto que volvi¨® a poner en cuesti¨®n la actuaci¨®n del SAT fue la marcha contra las cooperativas de miembros del propio sindicato en la finca Las Pe?uelas de Sierra de Yeguas, una movilizaci¨®n auspiciada por la direcci¨®n del sindicato contra las cooperativas gestadas con el hist¨®rico fundador del SOC fallecido, el sacerdote Diamantino Garc¨ªa, y de las que forman parte jornaleros que discrepan de la direcci¨®n actual de la organizaci¨®n sindical.
Las tierras est¨¢n dedicadas a cultivos ecol¨®gicos y sociales, en los que se prima la generaci¨®n de empleo frente a la productividad. Sus 200 hect¨¢reas proporcionan hasta 3.000 peonadas y un medio de vida estable para dos decenas de familias. El Gobierno ha ofrecido la titularidad de las tierras a las cooperativas de colonos dentro de un plan aprobado en 2010 y estos precisan la titularidad para acceder a mecanismos financieros habituales, como el cr¨¦dito, o para avalar inversiones para las que ahora arriesgan sus viviendas. Sin embargo, sus compa?eros se niegan a que la propiedad pase a manos de los trabajadores.
Manuel Lara Castej¨®n, Juan Rodr¨ªguez, Joaqu¨ªn Montero, Juan Carlos Ruiz, Antonio Gallardo, Jos¨¦ Fern¨¢ndez, antiguos miembros del sindicato y cr¨ªticos con la actual direcci¨®n, han unido sus voces y, con el apoyo de otros que fueran representantes de la organizaci¨®n, han denunciado ¡°la degradaci¨®n moral de los viejos dirigentes¡± para permitir ¡°un hecho nunca visto hasta ahora: ver c¨®mo algunos miembros del SAT, con el consentimiento de su secretario general, Diego Ca?amero, marchan contra tierras de trabajadores y cooperativas de compa?eros que pertenecieron y algunos a¨²n pertenecen al SAT¡±.
¡°Llamar a la gente a que ocupen fincas de tus propias cooperativas es una esperp¨¦ntica exhibici¨®n. Una m¨¢s, de tantas a las que nos tienen acostumbrados los trasnochados l¨ªderes sindicales¡±, afirman. Tambi¨¦n les acusan de ¡°manejar¡± los hilos del SAT a su antojo. Estos jornaleros, algunos de los cuales son ahora concejales de gobierno, denuncian ¡°la p¨¦rdida total de rumbo, el abandono de toda ideolog¨ªa, el sindicalismo espect¨¢culo y las desmedidas ansias de protagonismo¡± de los dirigentes, a quienes reclaman que den paso a una nueva hornada de j¨®venes.
Los actuales dirigentes del SAT desprecian estas opiniones y las consideran ajenas al sindicato, donde no existe un sector cr¨ªtico. ¡°Hoy por hoy, en el sindicato hay unanimidad total¡±, afirm¨® Ca?amero durante la ¨²ltima ocupaci¨®n de Las Turquillas, la finca del Ej¨¦rcito que reclaman en Sevilla, informa Antonio J. Mora.
En este aspecto coinciden ambas partes, aunque discrepan en las razones de esta anomal¨ªa. ¡°Nuestra bandera es la libertad¡±, esgrime Esperanza Saavedra, miembro de la permanente del SAT. ¡°Quien disiente se va o lo echan¡±, afirman los exsindicalistas, quienes tambi¨¦n est¨¢n de acuerdo en ¡°dar por perdido el SOC¡±. De hecho, org¨¢nicamente est¨¢ prevista la pr¨¢ctica disoluci¨®n real de la organizaci¨®n agraria en el actual SAT.
El hist¨®rico fundador del SOC, Paco Casero, lamenta que la organizaci¨®n que fund¨® con unos criterios muy claros genere ahora confusi¨®n con sus acciones. ¡°Me da tristeza por el sacrificio de tanta gente. Es necesario que las ideas est¨¦n claras para conseguir influir¡±, afirma el exdirigente jornalero y actual presidente de la asociaci¨®n Valor Ecol¨®gico.
Los j¨®venes del sindicato no parecen dispuestos a abrir un camino alternativo. ?scar Reina, portavoz del ¨¢rea de juventud: ¡°Defendemos la tierra y, para una causa como esta, hace falta mucha uni¨®n y fortaleza¡±.
Marinaleda ofrece aceite a Venezuela
En la frontera entre la d¨¦cada de los ochenta y los noventa, los jornaleros de Marinaleda (Sevilla, 2.786 habitantes) redoblaron sus campa?as de protesta. La proximidad de la Expo 92 aportaba el escenario perfecto para captar la atenci¨®n medi¨¢tica. ¡°Pensamos que all¨ª estaba el tal¨®n de Aquiles¡±, se explica en la p¨¢gina oficial de Marinaleda, gobernada por el diputado de IU, dirigente jornalero y alcalde, Juan Manuel S¨¢nchez Gordillo.
Finalmente, el Gobierno cedi¨® 1.200 hect¨¢reas de El Humoso, un latifundio que ha permitido la creaci¨®n de ocho cooperativas y dar empleo a la poblaci¨®n activa de Marinaleda. Con un olivar joven y sistemas de riego consiguieron poner en valor unas tierras que han sido el ejemplo de la capacidad de gesti¨®n del Sindicato de Obreros del Campo.
Estas cooperativas no han estado solas. La Administraci¨®n las ha amparado desde el comienzo aportando medios y dinero. Hasta 941.273 euros entre todas; Tierra, Trabajo y Libertad ha sido la que m¨¢s ha recibido (209.254 euros) y Los Jornaleros, la que menos (70.200 euros).
¡°Eso es sindicalismo a gastos pagados¡±, afirma uno de los exdirigentes del SOC cr¨ªticos con la actual direcci¨®n.
Las cooperativas de miembros del SOC en Las Pe?uelas, la finca de Sierra de Yeguas contra la que marcharon los actuales miembros del sindicato para protestar por su venta a los colonos que la han trabajado, no han recibido ayuda alguna, ni de la Administraci¨®n ni de sus compa?eros de organizaci¨®n. Sin embargo, aportan unas 3.000 peonadas anuales y ya necesitan m¨¢s tierras para desarrollar su producci¨®n ecol¨®gica.
El Humoso, a pesar de haber sido el ejemplo de los jornaleros y de las ayudas recibidas, atraviesa ahora por un momento cr¨ªtico. Tanto que han recurrido a un nuevo gerente que est¨¢ intentando poner al d¨ªa las empresas cooperativas. La primera dificultad la ha encontrado con la ausencia de una contabilidad normalizada.
Otro de los problemas es la necesidad de ingresos por la comercializaci¨®n de productos. Para paliar esta circunstancia, se organiz¨® este a?o una misi¨®n comercial a Venezuela para intentar vender aceite al Gobierno.
Los cr¨ªticos hablan de deudas de agua, con la Seguridad Social y del impago del canon de arrendamiento, pero ning¨²n dirigente de Marinaleda y del SAT quiso aportar informaci¨®n sobre esta situaci¨®n.
Marinaleda tambi¨¦n cuenta con industrias de transformaci¨®n para la comercializaci¨®n de productos agr¨ªcolas en las que afirman haber invertido 4,2 millones de euros.
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