Emoci¨®n ideol¨®gica

Cuenta Pere Riera que su idea inicial era juntar a M¨ªriam Iscla y a Emma Vilarasau en una pieza que ten¨ªa intenci¨®n de ubicar en una ciudad europea durante la II Guerra Mundial y que fue Sergi Belbel quien le convenci¨® para que fuera la Barcelona de marzo de 1938 el trasfondo de la acci¨®n y los bombardeos de los fascistas sobre la ciudad, su banda sonora. Y as¨ª Barcelona nos sit¨²a en la casa se?orial de los Vila, una familia republicana gobernada por N¨²ria (M¨ªriam Iscla), cuyo marido fue asesinado por los anarquistas, y formada por sus dos hijos (Anna Moliner y Carlos Cuevas), su suegro (Jordi Banacolocha) y una criada de confianza (Pepa L¨®pez); un amigo pintor (Pep Planas) y el novio de la hija (Joan Carreras) completan los personajes que envuelven a la mestressa dando sentido a su afligida cotidianidad hasta que aparece Elena (Emma Vilarasau), su amiga del alma, una actriz de lo m¨¢s mundana que vive en Par¨ªs y de la que hace cuatro a?os que no sabe nada. Efectivamente, la irrupci¨®n inesperada de esta en el primer acto suscita tal tensi¨®n entre ambas que nos hace creer que la resoluci¨®n de la rivalidad que atenaza a las dos ser¨¢ el meollo de la obra.

No s¨¦ si durante el proceso de documentaci¨®n sobre los hechos hist¨®ricos de la ¨¦poca Riera (1974) ha ido perdiendo inter¨¦s por la trama entre las dos protagonistas en favor de una serie de datos sobre el contexto b¨¦lico, pero el caso es que Barcelona utiliza a sus personajes para tratar sobre los bombardeos y no al rev¨¦s. No es un texto sobre las dos amigas en tiempos de guerra, pues ellas, y con ellas el resto, son el trasfondo de un discurso pol¨ªtico-moral sobre las opciones personales e ideol¨®gicas ante la Guerra Civil. N¨²ria personifica la resistencia republicana y la fe en la identidad catalana, mientras que Elena encarna la joie de vivre. Y eso es todo, amigos. Acaba el primer acto y no sabemos qu¨¦ ha pasado entre ellas; acaba el segundo, y lo mismo. ?Qu¨¦ papel jug¨® el marido? ?Tuvo la amiga un l¨ªo con ¨¦l? ?O lo tuvieron entre ellas como insin¨²a el tango que acaban bailando juntas? Para cuando se explican un poco, ya en el tercero, no conseguimos averiguar mucho m¨¢s de lo que ya sab¨ªamos: que una se qued¨® y la otra se fue. Y es que las dos posiciones, matizadas por las del resto de los personajes, se repiten a lo largo de una obra en la que lo ¨²nico que pasa son las horas que discurren entre la ma?ana, la tarde y la noche (los tres actos en los que se divide), y que los personajes llenan con r¨¦plicas ocurrentes y dilatados numeritos musicales propiciados por la afici¨®n de la hija a la m¨²sica y las tablas de la amiga sobre el escenario. Poca emoci¨®n, por tanto, en una relaci¨®n que no se expone, a no ser que uno se conmueva con el patriotismo de La Santa Espina que los int¨¦rpretes cantan juntos.