La Thatcher valenciana
A pesar del PP y de su alergia a la libertad de expresi¨®n, todo el mundo tiene derecho a exponer sus preferencias
No ser¨¢ la ¨²nica, pero en estos momentos es sin duda la m¨¢s relevante de las mujeres valencianas que se identifican con la ex primera ministra brit¨¢nica Margaret Thatcher, fallecida el pasado abril. Nos referimos a la consejera de Infraestructuras, Territorio y Medio Ambiente, Isabel Bonig, que esta semana, en el curso de una conferencia en el F¨®rum Europa Tribuna Mediterr¨¢nea, de Valencia, ha manifestado su entusiasmo por ese portento del pensamiento y de la pol¨ªtica conservadora en su versi¨®n m¨¢s inclemente y reaccionaria. Nada que objetar. A pesar del PP y de su alergia a la libertad de expresi¨®n, todo el mundo tiene derecho a exponer sus preferencias, incluso hacia actitudes y gestiones p¨²blicas opresivas para con los m¨¢s amplios e indefensos segmentos de la sociedad, cual fue el caso de la llamada Dama de Hierro, que el se?or tenga y retenga en su gloria.
Se trata de un pronunciamiento que encaja en el corpus ideol¨®gico que comparte la feligres¨ªa popular, sobre todo el sector que corta el bacalao al frente del partido y del gobierno. ?C¨®mo cuestionar por parte de estas gentes las pol¨ªticas de una l¨ªder indiscutible que quebr¨® el espinazo de los poderosos sindicatos brit¨¢nicos y privatiz¨® cuantos bienes y servicios p¨²blicos se le pusieron a tiro? ?No es acaso ese el programa que propone el PP y que est¨¢ llevando a cabo en sectores tan vitales como la sanidad, bienestar y ense?anza, pero tambi¨¦n en la zona costera, Registro Civil, medios de comunicaci¨®n, autopistas, finanzas y etc¨¦tera? Resulta obvio que el cogollo de la derecha ind¨ªgena ¡ªespa?ola y valenciana¡ª rinde un cumplido tributo a esa demoledora lumbrera brit¨¢nica.
Pero la derecha, en su conjunto, ya no es lo que era cuando se arracim¨® en torno al PP en tiempos de euforia y rosas. Ahora, por lo pronto, su franja m¨¢s ancha, la denominada clase media, ha empobrecido y cada d¨ªa que pasa est¨¢ m¨¢s desamparada y desempleada por mucho nepotismo y clientelismo que practique el gobierno. Por ferviente que otrora fuera su adhesi¨®n, percibe ¡ªy padece¡ª con claridad que le est¨¢n secuestrando servicios p¨²blicos y derechos consolidados en nombre de una doctrina econ¨®mica y una pol¨ªtica que ¨²nicamente conviene a los poderosos o privilegiados, algo indiscutible por m¨¢s demag¨®gico que suene. Quiz¨¢ la oposici¨®n no le ofrezca soluciones claras y menos aun milagrosas, pues no las hay, pero al menos puede esperarse que el reparto de las cargas y la solidaridad sean de nuevo los valores que primen frente a la competencia, la intemperie laboral y la creciente exclusi¨®n social a la que estamos abocados.
La verdad es que voces como la de la mentada consejera no son precisamente alentadoras cuando se nos auguran ¡ªpor el presidente del Comit¨¦ Econ¨®mico y Social, Marcos Pe?a, el jueves pasado, y no es el ¨²nico¡ª quince a?os m¨¢s de crisis con sus apocal¨ªpticas consecuencias. La confortante expectativa es que las tales voces y quienes con ellas se identifican sean barridas en la pr¨®xima cita electoral, a la que el PP valenciano se avecina huero de ideas, de programa, de cr¨¦dito pol¨ªtico y, en cambio, abrumado por los desmanes pasados que le citan con la justicia.
Confortante ha resultado asimismo el movilizador mensaje de esperanza que la benedictina Teresa Forcades desgran¨® el martes en el paraninfo de la Universidad, colmado por un p¨²blico cualificado que fue alentado a comprometerse en el cambio que ha de aventar la porquer¨ªa pol¨ªtica que nos apisona. Am¨¦n.
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