El arrullo salvaje de Sean Rowe
El cantautor estadounidense, adicto a la interrelaci¨®n con la naturaleza, expone de nuevo en Madrid Hay quien lo considera el mejor heredero de Tom Waits
Barbas, sudor y un vozarr¨®n deslumbrante en el Matadero. El primer cara a cara de Sean Rowe (Troy, Nueva York, 1975) con el p¨²blico de Madrid abri¨® unas cuantas bocas. ¡°Era consciente de que muchos all¨ª ni sab¨ªan de mi existencia, por eso alucin¨¦ con la acogida¡±. Ocurri¨® en el D¨ªa de la M¨²sica de hace dos a?os, entre llamadas perplejas a Baco: ¡°Ped¨ª vino al productor del concierto y me dijo que no hab¨ªa porque una cervecera era la patrocinadora del festival. Al final, se sac¨® de la manga una copa que me supo a gloria¡±. Quiz¨¢ otro aliciente para volver: Rowe act¨²a ma?ana en el Teatro del Arte madrile?o despu¨¦s de pasar por Zaragoza y Zarautz.
?Las canciones del neoyorquino se sostienen solo con su guitarra de manera no muy distinta a la de Magic, el disco que presentaba en 2011. El m¨¢s reciente, The Salesman and the Shark, le muestra crecido como compositor y ofrece mayor riqueza de arreglos. Adem¨¢s de un t¨ªtulo enigm¨¢tico: ¡°Es un extracto de uno de los textos. ?Hasta qu¨¦ punto un vendedor (salesman) te enga?a? Y la palabra tibur¨®n (shark) posee connotaciones negativas pero se trata de una criatura preciosa. Quer¨ªa reflejar esa incertidumbre de ya no saber en qui¨¦n confiar. Me gustan las letras abiertas, las m¨ªas se pueden interpretar como pol¨ªticas o personales, all¨¢ cada uno¡±.
Su pasi¨®n por la vida agreste como alumno de entidades que promueven la relaci¨®n directa con la naturaleza, adem¨¢s de aparecer en cualquier perfil suyo que se precie, influye en su obra. ¡°Busco que ambas cosas supongan una experiencia pura y est¨¦n unidas por cierto misterio. La m¨²sica lo es en s¨ª: nadie sabe por qu¨¦ nos atrae tanto. En mi caso, no quiero grabar nada que me parezca sobreproducido, a veces es mejor dejarse cosas fuera¡±.
De hecho, The Salesman and the Shark persigue dicha espontaneidad: est¨¢ en buena parte registrado en vivo en el estudio. Y Rowe confiesa su modelo: ¡°No paraba de escuchar trabajos del productor Bob Johnston, como Songs of love and hate de Leonard Cohen o Bookends de Simon & Garfunkel [aqu¨ª fue solo asistente]. ?l evitaba siempre el exceso de elaboraci¨®n en pro del espacio, aunque tambi¨¦n sol¨ªa juguetear con alg¨²n detalle perceptible tras varias escuchas¡±.
A Rowe le rondan, entre otros, paralelismos con Tom Waits. No solo por la garganta de bar¨ªtono, tambi¨¦n por un tema, Joe's cult, lleno de percusiones y ritmos fragmentados. ¡°Con los a?os he sentido su influjo, aunque lo de traer cachivaches de casa para grabar ese tipo de ruidos se remonta al principio de mi carrera, cuando a¨²n no conoc¨ªa sus discos¡±. Rowe ahonda en Waits: ¡°Mi coraz¨®n desde luego est¨¢ con la m¨²sica que le influy¨®: soul, g¨®spel, jazz, blues¡ El primitivo blues del Delta es el responsable de mi manera de tocar la guitarra. Resulta importante rastrear las ra¨ªces, y creo que en eso he hecho un buen trabajo¡±.
Invitadas y espejo
Las tres cantautoras que suavizan el trueno de Sean Rowe con aportaciones vocales en su tercer disco poseen interesantes carreras. Isobel Campbel fue miembro de Belle & Sebastian y desde hace una d¨¦cada brilla en solitario o junto a Mark Lanegan. Inara George (hija del genio ca¨ªdo de Little Feat, Lowell George) puede presumir de exquisiteces como parte del d¨²o The Bird and the Bee o en sus dos trabajos solistas. E igual le ocurre a Petra Haden (hija de Charlie Haden, mito del jazz): es una delicia el reciente Petra goes to the movie, en donde casi se basta con la voz para recrear cl¨¢sicos del cine. Y no se olvide que Bob Johnston, adem¨¢s de lo que inspir¨® a Rowe, produjo cumbres de Cash o Dylan (Highway 61 revisited, Blonde on Blonde).
Las seis cuerdas regresan con ¨¦l a Madrid como estricta compa?¨ªa, un modo de presentarse en el escenario que determina su pr¨®ximo trabajo: ¡°Entro a grabarlo en agosto y, efectivamente, ser¨¢ m¨¢s desnudo que el anterior¡±. En The Salesman and the Shark, el timbre abisal de Rowe encuentra contrapunto en f¨¦minas con pedigr¨ª (Petra Haden, Isobel Campbell) y en un dueto con Inara George. ¡°El disco las necesita. Mi voz siempre me ha llevado a identificarme con tesituras graves. Ya de cr¨ªo, me seduc¨ªan la autoridad de Johnny Cash al cantar y su sencillez¡±.
M¨¢s primeros amores: ¡°Pas¨¦ un periodo desesperado cuando solo parec¨ªa haber bandas de hair rock. Se me pas¨® al descubrir la m¨²sica negra. Pero al principio mi atenci¨®n era prisionera del viejo country y de las armon¨ªas vocales de los Beach Boys¡±. Al margen de incluir surf music en otro corte del ¨²ltimo ¨¢lbum (¡°un capricho por mi amor por combos como The Ventures¡±), cabe preguntarse si Rowe practica el fetichismo: registr¨® el disco en los mismos Vox Studios de Los ?ngeles donde los Beach Boys plasmaron su c¨¦lebre Smile.¡°Creo que ayuda, le a?ade intensidad al proceso¡±.
?En la pr¨®xima entrega el neoyorquino, que public¨® un primer largo de aprendizaje en 2003, seguir¨¢ como en las dos previas: bajo el manto del sello Anti-. Prestigio (Waits, Bettye LaVette, Billy Bragg) y sinton¨ªa: ¡°Saben que soy artista de cocci¨®n lenta. Y no de masas, aunque me veo capaz de escribir un pelotazo pop. Pero debo ser honesto conmigo y que las canciones me dicten la senda¡±. No ser¨¢ la comercial, como tampoco el morbo televisivo encaja con sus pr¨¢cticas a la intemperie aliment¨¢ndose de lo que brinde la naturaleza. ¡°Nada de rescates abandonado a tu suerte o en una isla. Lo m¨ªo no vende¡±.
Sean Rowe act¨²a el domingo 19 de mayo en el Teatro del Arte, 21:00 h [/PIEPAG]
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