El travieso chico bueno

No se f¨ªen de las apariencias. El tipo de flequillo repeinado y americana oscura que juguetea con el cable del micr¨®fono y brinca como si llevara todo el d¨ªa revisando v¨ªdeos de James Brown luc¨ªa un par de horas antes, durante la prueba de sonido, una sudadera de Iron Maiden. Jeff Hershey es un caballero inquieto, esp¨ªdico, sudoroso como si le hubiera ca¨ªdo un cubo de agua sobre la cabeza. Y ca¨®tico en sus movimientos: baila fatal, pero resulta muy divertido contemplarlo.

Hab¨ªa anoche una entrada solo modesta en El Sol para seguirle la pista a Hershey y su estilosa banda, The Heartbeats: el saxofonista moreno que incendiaba la sala a cada solo, el rubio guaperas y bailongo de la guitarra (deliciosas sus incursiones solistas en el surf), esa bajista malota como una riot grrrl. Este renovado soul blanco, esta vez desde las costas californianas, es el mismo con el que han hecho fortuna Eli "Paperboy" Reed o el brit¨¢nico James Hunter Six. Las intenciones de Jeff parecen tan n¨ªtidas como el t¨ªtulo de su primer ¨¢lbum: Soul music Vol.1 o su vitam¨ªnica recreaci¨®n de Hold on (I¡¯m coming). Pero, de pronto, el aparente chico bueno tambi¨¦n se permite travesuras como versiones de las bandas de punk y hardcore Agent Orange o Ill Repute.

Antes hab¨ªamos asistido a un edificante aperitivo, casi men¨² completo (55 minutos), a cargo de Pepper & The Stringalins, cuarteto madrile?o capitaneado por una chavalita de 19 a?os, Lady Pepper, con un torrente de voz sencillamente insultante. La banda es a¨²n biso?a, pero las posibilidades se tornan infinitas con una lideresa tan furibunda como el rojo de su vestido. Escucharlos equivale a alternar en el giradiscos a Janis Joplin, Aretha Franklin, Ben Harper y hasta Led Zeppelin. Lo que, salvando las distancias, parece una manera estupenda de acabar la jornada.