El arte de hablar con extra?os
Eva Redondo y la compa?¨ªa Nuevenovenos embarcan a grupos de seis espectadores en sendos cara a cara con ocho actores formidables
Rara vez el teatro cuenta cosas pertinentes con tanta verosimilitud en distancias tan cortas. Ruta 6,8, concebida y dirigida por Eva Redondo, es una experiencia del grupo Nuevenovenos que ha corrido de boca en boca desde que se estren¨®, en julio de 2012: no aparece en cartelera, pero el p¨²blico informado acude, participa y pasa la voz. El de la pen¨²ltima funci¨®n de mayo, se qued¨® un buen rato intercambiando pareceres con sus estupendos int¨¦rpretes, tras aplaudirles larga, c¨¢lida y muy merecidamente.
La cita, un d¨ªa por semana, en Utopic_US, antigua mercer¨ªa de la calle de la Concepci¨®n Jer¨®nima, jalonada por 60 columnas de hierro: tocamos a una por barba. ¡°Vamos a dividiros en grupos de a siete, que seguir¨¢n recorridos diferentes¡±, nos comunican. ¡°Un actor os guiar¨¢ hasta la primera escena. Pod¨¦is participar, siempre que se¨¢is respetuosos, y comentar la jugada en los puntos de espera¡±.
La planta baja es di¨¢fana. En el s¨®tano, laber¨ªntico, una mujer joven, hermosa y circunspecta, mantiene un cara a cara con cada uno de nosotros: ¡°Me pediste que trajera un objeto personal¡±, dice, mostr¨¢ndome la correa del labrador que le regalaron de ni?a, para distraerla de su enfermedad. Bobalic¨®n, de ladrar melifluo, el perro le asqueaba: ¡°Un d¨ªa volv¨ª, y no estaba¡ pero no lo ech¨¦ de menos¡±, confiesa tras una pausa que dura lo que tarda en cortarse un cord¨®n umbilical.
RUTA 6,8
Autora y directora: Eva Redondo. Int¨¦rpretes: Carmen Soler, Jos¨¦ Gon?alo Pais, Adri¨¢n Viador, Silvia Maya, Gabriel Ignacio, Emilio Linder, Denis G¨®mez y Eva Redondo. Utopic_US. 26 de mayo, 15, 22, 29 y 30 de junio.
Su autocontrol contrasta con la labilidad del modista que repasa con sus modelos (nosotros) los ¨²ltimos detalles del desfile inmediato, mientras clama contra la desigualdad de oportunidades, los agravios comparativos y la parcialidad de cierta cr¨ªtica, que ensalza lo encumbrado e ignora lo dem¨¢s.
La escena de la amistad inercial, nos descoloca, porque sentimos que su protagonista da la batalla por perdida cuando podr¨ªa jugar a¨²n a ganar. Antes, con ayuda de uno de los gu¨ªas llegamos¡ al lugar equivocado. La comisaria grita: ¡°?Qu¨¦ hacen ah¨ª? ?Ac¨¦rquense!¡±. Sentados ya a la mesa de su despacho, repasando la ins¨®lita denuncia que acabamos de poner, nos partir¨ªamos de risa si no fuera porque la funcionaria nos interroga al respecto muy en serio y toca darle la raz¨®n o replicarle concisamente, sin salirnos del papel.
Ven¨ªamos, en realidad, de una comprometida reuni¨®n familiar, tras visitar (no nos queda del todo claro si como trabajadores de servicios sociales o como opusde¨ªstas interesados) a un senil expresidente de una multinacional farmac¨¦utica, cuyo desordenado apartamento huele a naftalina. A cebolla ol¨ªa en la sala anterior, donde buceamos en el mundo de las empresas de la restauraci¨®n de bajo coste, tras haber recibido una lecci¨®n inolvidable de supervivencia en la selva neoliberal, en torno a una mesa de p¨®quer.
En s¨ªntesis, una propuesta singular¨ªsima, espl¨¦ndidamente concebida y ejecutada. Su autora y directora y el resto de sus int¨¦rpretes dar¨¢n que hablar.
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