El arte de las mutaciones
Sch?nbein perturba y fascina con ¡®La vieja y la bestia¡¯, donde se funde con sus marionetas
Entre todas las criaturas que respiran y se mueven sobre la tierra, Ilka Sch?nbein es la m¨¢s mutable. Los mil rostros y pr¨®tesis que ha usado en sus espect¨¢culos, colgados como exvotos en la exposici¨®n que le dedic¨® en 2011 la M¨¦diath¨¨que de Bagnolet, recrean un universo arcano en el que se entrecruzan las pesadillas peores y los cuentos de tradici¨®n oral narrados a la luz de la hoguera de la caverna plat¨®nica. Sch?nbein estudi¨® euritmia y construcci¨®n y manipulaci¨®n de mu?ecos, pero encontr¨® su camino en el universo del t¨ªtere corporal, marioneta creada, cual ciborg, combinando el cuerpo de la propia artista con pr¨®tesis human¨ªsimas o monstruosas. Hay que frotarse los ojos para distinguir d¨®nde empieza ella y d¨®nde sus criaturas.
LA VIEJA Y LA BESTIA
Autor y directora; Ilka Sch?nbein. M¨²sica: Alexandra Lupidi. Int¨¦rpretes: Ilka Sch?nbein y Alexandra Lupidi. Direcci¨®n t¨¦cnica: Simone Decloedt. Luz: S¨¦bastien Choriol y Anja Schimanski. Sala Cuarta Pared.
En El viaje de invierno, tradujo los melanc¨®licos lieder del ciclo hom¨®nimo de Schubert, deliciosamente traspuestos al acorde¨®n por Rudi Meier, en im¨¢genes de una fuerza dram¨¢tica equivalente. En Carne de mi carne, espect¨¢culo desasosegador inspirado en Por qu¨¦ se cuece el ni?o en la polenta, novela parcialmente autobiogr¨¢fica de Aglaja Veteranyi (hija de artistas de circo huidos de Ruman¨ªa), era un pobre ni?o maltratado y su madre despiadada, unidos por una ra¨ªz imposible de cortar sin da?os graves.
En La vieja y la bestia, espect¨¢culo dedicado a su padre, m¨²sico (cuyo fallecimiento sucedi¨® en el ecuador de los ensayos), Sch?nbein construye una serie de im¨¢genes on¨ªricas potentes a partir de cuatro cuentos populares, entrelazados (sin apenas dramaturgia) por la m¨²sica que la mezzosoprano Alexandra Lupidi pone en vivo con un arsenal de instrumentos de juguete y con su voz, que se adapta maravillosamente a la textura y la topograf¨ªa antinaturalistas del texto.
Sobre la escena, el cuerpo de Sch?nbein es m¨¢scara, y sus m¨¢scaras, cuerpo. La joven que desea ser bailarina, la vieja en que se convertir¨¢, la reina que pari¨® un asno y el asno mismo parecen emanaciones de alg¨²n lugar oscuro cuya llave la actriz tiene a buen recaudo. El brazo derecho de Ilka es cuello de la bailarina y pierna derecha de la vieja a la vez; su brazo izquierdo, los hombros de la chiquilla, y sus piernas, las manos delanteras de un asno escapado de Sue?o de una noche de verano. El cuerpo com¨²n de todos ellos, se dibuja y desdibuja como si un demiurgo orate estuviera jugando a rectificar la divina creaci¨®n.
La vieja y la bestia no tiene la potente estructura que a Carne de mi carne le prestaba la novela de Veteranyi, pero s¨ª una fuerza pl¨¢stica equivalente, multiplicada por la m¨²sica evocadora de Lupidi, en el papel de maestra de ceremonias enigm¨¢tica y divertida. Con su piano de casa de mu?ecas, su guitarrillo formato bosquimano, su bater¨ªa de la se?orita Pepis y dem¨¢s instrumentos en miniatura, Lupidi consigue que m¨²sica tan dispar como la canci¨®n yiddish Bei mir bist du schoen, el He Cold Song de Henry Purcell o un felliniano tema de Nino Rota suenen como si fueran una banda sonora compuesta para la ocasi¨®n por un mismo talento.
Creado en residencia en Le Grand Parquet, teatro independiente parisino que suele coproducir los montajes de Sch?nbein y su Theater Meschugge (teatro lun¨¢tico), radicados en Alemania, el espect¨¢culo se estren¨® en el Titirimundi segoviano, imprescindible cita anual del t¨ªtere, en la extensi¨®n que este festival tiene en Burgos y en el festival de Teatro y Artes de Calle de Valladolid, con su t¨ªtulo original franc¨¦s y traducido al castellano. En Madrid, el Festival de Oto?o en Primavera lo ha puesto en ingl¨¦s, para desconcierto de todos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.