Francisco Durrio, en su contexto
Una exposici¨®n rodea la obra del escultor y orfebre de las piezas de los artistas del su entorno Medio siglo en Par¨ªs le permitieron actuar como enlace de los hallazgos de Picasso o Gauguin
El Monumento a Juan Cris¨®stomo de Arriaga, una escultura por la que fluye el agua en el centro del estanque del Museo de Bellas Artes, mantiene vivo el recuerdo de Francisco Durrio en Bilbao. Escultor, orfebre y ceramista, Durrio (Valladolid, 1968-Par¨ªs, 1940) desarroll¨® la parte m¨¢s importante de su carrera en Par¨ªs, pero mantuvo un fuerte v¨ªnculo con su ciudad de adopci¨®n, en buena parte por el mecenazgo del empresario Horacio Echevarrieta. La exposici¨®n Francisco Durrio. Sobre las huellas de Gauguin recupera ahora en el Museo de Bellas Artes de Bilbao la totalidad de su obra catalogada junto a las piezas de grandes artistas de las primeras d¨¦cadas del siglo XX con los que mantuvo una estrecha relaci¨®n.
En los primeros a?os del siglo XX Durrio estuvo en el cogollo del ambiente art¨ªstico en Par¨ªs. Entre 1901 y 1904 vivi¨® en el m¨ªtico Bateau-Lavoir de Montmartre, donde coincidieron tantos pintores del efervescente momento creativo. Cuando abandon¨® su estudio, por ejemplo, Picasso fue el siguiente inquilino. El comisario de la exposici¨®n, Javier Gonz¨¢lez de Durana, director del Museo Balenciaga, destaca su papel de enlace y transmisor de los hallazgos est¨¦ticos de Picasso y su amigo Gauguin, entre el colectivo de artistas que frecuentaba en Par¨ªs.
Con Picasso trabaj¨® la cer¨¢mica; con Gauguin mantuvo una estrecha relaci¨®n que le permiti¨® atesorar una importante colecci¨®n del artista franc¨¦s, m¨¢s de un centenar de piezas, entre ellas toda la obra gr¨¢fica. Los gauguin formaron parte de una colecci¨®n de obras de artistas amigos, que acab¨® vendiendo para sobrevivir. En el c¨ªrculo par¨ªsino de Durrio se encontraban pintores vascos, como Ignacio Zuloaga y Francisco Iturrino y catalanes, como Ram¨®n Casas, Herm¨¦n Anglada-Camarasa y Manolo Hugu¨¦. Sus obras forman en la exposici¨®n el contexto del trabajo de Durrio.
Francisco Durrio. Sobre las huellas de Gauguin re¨²ne cerca de 200 obras, un tercio de ellas realizadas por los artistas de su entorno. Una sala est¨¢ dedicada a mostrar una veintena de piezas de Gauguin, entre ellas el lienzo Lavanderas en Arl¨¦s (1888), propiedad del Museo de Bellas Artes, que fue en 1920 la primera obra del pintor en entrar en una colecci¨®n p¨²blica espa?ola, y tambi¨¦n las cer¨¢micas que abrieron un nuevo uso art¨ªstico a la arcilla cocida.
Durrio fue un creador de obra de gran formato, como el proyecto de pante¨®n funerario de la familia Echebarrieta que se recrea en la exposici¨®n a trav¨¦s de esculturas, fotograf¨ªas de ¨¦poca y videos, o el Temple de la Victoire, un encargo en homenaje a Francia y los aliados tras el fin de la Primera Guerra Mundial que no lleg¨® a realizarse.
Pero tambi¨¦n fue un orfebre meticuloso y un gran ceramista. Las vitrinas con sus joyas de estilo modernista, la mayor¨ªa realizadas en plata, muestran la primera faceta; los enormes jarrones con forma de cabeza destacan entre las obras que salieron de su taller de ceramista. En los broches, sortijas, alfileres y colgantes Durrio mostr¨® su trabajo m¨¢s personal y creativo, destaca el comisario. Fue en los inicios del siglo XX un pionero en la concepci¨®n escult¨®rica de la orfebrer¨ªa, con la que explor¨® un lenguaje que despu¨¦s desarrollar¨ªa en cer¨¢micas y esculturas.
Pero para llegar a las salas que las muestran, el recorrido que propone la exposici¨®n pasa por retratos de Durrio que realizaron Juan de Echebarria y Antonio Guezala, o las obras de los amigos con los que se relacionaba en el ambiente art¨ªstico de Montmartre. Entre ellos est¨¢n Dar¨ªo de Regoyos, Adolfo Guiard, Zuloaga y Picasso.
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