Blasco, fin de trayecto
Ning¨²n pol¨ªtico valenciano a pie de obra puede lucir un perfil biogr¨¢fico tan denso, intenso e incluso crom¨¢tico como ¨¦l
Ning¨²n pol¨ªtico valenciano a pie de obra puede lucir un perfil biogr¨¢fico tan denso, intenso e incluso crom¨¢tico como Rafael Blasco, objeto estos d¨ªas de una singular atenci¨®n medi¨¢tica y partidaria, acorde con la talla del personaje y con las circunstancias que concurren en lo que, de no mediar un prodigio, significar¨¢ su infausta ca¨ªda y amortizaci¨®n sin honores como hombre p¨²blico. No ha de chocarnos que algunos c¨®rvidos, travestidos de justicieros, y tambi¨¦n presuntos compa?eros de partido, se apresten a machacarlo a picotazos. Resulta obvio que le ten¨ªan ganas.
Al gran hombre no le ha de sorprender este clima hostil que suscita. Ya lo padeci¨® a comienzos de los 90, cuando vest¨ªa los colores del PSPV-PSOE y se vio involucrado en un proceso judicial que, m¨¢s o menos como ahora, suscit¨® gran expectaci¨®n, caus¨® graves da?os materiales y morales a los imputados y se resolvi¨® con un sobreseimiento por falta de pruebas. Las que se adujeron eran formalmente ilegales y nunca se supo si delataban una culpabilidad evidente. Eso s¨ª, abundaron las fantas¨ªas calumniosas que atribu¨ªan a quien entonces era titular de la Consejer¨ªa de Infraestructuras y Obras P¨²blicas y Urbanismo, decimos del mentado Blasco, el cobro de comisiones milmillonarias, el tr¨¢fico de armas y probablemente tambi¨¦n la muerte de Manolete en la plaza de Linares. El juez Baltasar Garz¨®n, llamado a entender en el asunto, ni siquiera se dio por aludido ante la fals¨ªa de las imputaciones. Muchos de los socialistas con mando en plaza tambi¨¦n pusieron tierra de por medio con el procesado para eludir la temida contaminaci¨®n.
Evocamos este precedente porque resulta asombroso que tan aflictiva experiencia no aleccionase al hoy diputado del PP y siete veces consejero con los sucesivos gobiernos de la Generalitat para que huyese del C¨®digo Penal tanto como los gatos del agua. Con tal susto a cuestas, la menor irregularidad jur¨ªdica o administrativa obligaba a corregirla o denunciarla sin reservas. Sin embargo, h¨¦tenos aqu¨ª que hoy anda atrapado en una telara?a judicial ¡ªcomo describe un plumilla colega¡ª que se teje con el procesamiento por cuatro delitos, la imputaci¨®n de cinco m¨¢s y los que se decanten de las investigaciones en curso. Cabe preguntarnos a qu¨¦ demonios dedicar¨ªa su tiempo el ex consejero cuando no estaba urdiendo o amparando una maldad.
Y lo m¨¢s grave de este presunto esc¨¢ndalo es que resulta confirmado por mucha de la informaci¨®n divulgada. Ya resulta significativo que, a falta de argumentos contundentes, se pretendiera impugnar las conversaciones telef¨®nicas grabadas aduciendo que est¨¢n traducidas del catal¨¢n. Un mero recurso de r¨¢bula desarmado de razones. O no menos convincente ha sido la dimisi¨®n o separaci¨®n de funcionarios que se negaron a avalar trampas, por no hablar de la confesi¨®n de alg¨²n alto dirigente renuente a cargar con el muerto. Y para acabarlo de arreglar resulta que la mayor parte del dinero p¨²blico ¡ªmillones de euros¡ª desviados a los bolsillos privados lo fueron a costa de los damnificados de Hait¨ª y Nicaragua. ?C¨®mo esperar piedad o comprensi¨®n?
Rafael Blasco y el mariachi que le acompa?aba lo tienen crudo. Pero en algo tiene raz¨®n el diputado cuando pregunta por qu¨¦ a ¨¦l s¨ª y a otros no se les se?ala con tanto ¨¦nfasis, siendo todos part¨ªcipes de este paradigma de la corrupci¨®n que es el Pa¨ªs Valenciano desde que lo gobierna el PP. Los reunidos en Pe?¨ªscola pueden conjeturar sobre la respuesta.
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