Y al final ser¨¢ un mito

Tienen raz¨®n sus detractores, que los hay a pu?ados: el Nasti (o la Nasti, no hay acuerdo sobre el g¨¦nero) no es el club que mejor suena, ni el que mejores copas sirve. Para nada. Pero de leyendas mundiales tambi¨¦n extintas como el CBGB o la Ha?ienda se pod¨ªa decir lo mismo y el Nasti solo era una leyenda dom¨¦stica. O no tanto. Cuentan que m¨¢s de un artista de fuera se quiere apuntar a la despedida y la noticia de su cierre ha sido hasta trending topic. Toma canto del cisne. Pueden apostar a que en las ¨²ltimas semanas se abarrotar¨¢. Nos encanta bailar en la cubierta del Titanic.

Que se llene tampoco es garant¨ªa de nada. Uno de sus problemas era que ya no se pod¨ªa asegurar que la noche hab¨ªa sido rentable seg¨²n la cantidad de gente en la sala. La crisis ha ido minando los bolsillos y el cobro de la entrada no consegu¨ªa evitar cajas cada vez m¨¢s exiguas. Florec¨ªan las petacas o las latas de cerveza compradas en la puerta, donde hab¨ªa a veces m¨¢s ambiente que dentro, gracias a la ley antitabaco. Tampoco era de los locales que m¨¢s simpat¨ªas despertaba entre las autoridades locales. Aun as¨ª, los habituales siempre cre¨ªmos que sobrevivir¨ªa. No era la primera vez que se ve¨ªa acorralado, pero al Nasti le sobraba personalidad y temperamento. Se programaba a trompicones, pero con acierto y sus noches eran tan m¨ªticas como a partir de agosto lo ser¨¢ su memoria, ya para siempre.