Su majestad y la sudorosa plebe
Irma Thomas, la reina del soul de Nueva Orleans, conquista un acalorado Matadero en su primera actuaci¨®n en la capital
Si todas sus graciosas majestades fueran as¨ª, a¨²n le conceder¨ªamos una oportunidad a la monarqu¨ªa. Compareci¨® la reina del soul de Nueva Orleans en la Nave 16 del Matadero, convertida esta madrugada del s¨¢bado al domingo en sauna finlandesa, y se nos agolpaban los interrogantes.
El primero: ?c¨®mo puede conservarse tal exuberancia a los 72 a?os? Y el segundo, m¨¢s importante: ?por qu¨¦ no hab¨ªamos disfrutado nunca de Irma Thomas por estas rec¨®nditas tierras sure?as? Queda la esperanza de que los 70 deliciosos minutos compartidos no sean los ¨²ltimos, puesto que resultar¨¢ dif¨ªcil olvidarlos. Para nosotros, porque no todos los d¨ªas se nos ofrece un mito de la m¨²sica popular; para ella, porque rara vez habr¨¢ padecido tanto calor en un escenario.
La hist¨®rica visita de Thomas se enmarcaba en el segundo Black is Back, valiente e imaginativo festival de soul que ha de luchar contra los elementos. El Matadero proporciona un espacio holgado, pero inh¨®spito cual crematorio y propenso a la reverberaci¨®n. Thomas combati¨® las deficiencias con soltura: sonriente, plet¨®rica, coqueta y estilosa como si las hojas del calendario le marcasen ciclos distintos. Elegante hasta para enjugarse el sudor.
La realeza del soul patrio (?ese Juli¨¢n Maeso al Hammond!) se encarg¨® de que la gran dama se sintiera c¨®moda con el repertorio que en los sesenta pudo hacerla tan grande como Aretha Franklin, aunque el destino y el ¨¦xito sean ecuaciones inescrutables. Son¨® Breakaway, esa melod¨ªa irresistible que Jackie De-Shannon le regal¨® en 1964 para acabar relegada a una cara B. Hubo hueco para la congoja, desde Cry on a Ruler of my heart (luego recreada por Otis Redding) o Need your love so bad, que no queda lejos de Georgia on my mind.
Two winters long le sirvi¨® para tornarse melosa como Dionne Warwick. Y solo necesit¨® repasar las letras en su tableta para Forever young, el cl¨¢sico de Dylan reconvertido en m¨¢gica oraci¨®n g¨®spel. Pero nada comparable con el gran momento de Time is on my side, para el que tir¨® de sorna y orgullo. ¡°Por si alguien no lo supiese, yo la grab¨¦ dos a?os antes que los Rolling Stones¡±, advirti¨®, presumida.
Y la sudorosa plebe acab¨® postr¨¢ndose a sus pies. Vuelva cuando guste, majestad.
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