La riqueza de las naciones
No hay nuevas actividades que sirvan de motor de la econom¨ªa
Sin haber aprendido de los brotes verdes de Zapatero, ahora afirma Rajoy que ve luz al final del t¨²nel.
Es otro enga?o porque lo dice sin datos que demuestren que se ha recuperado el cr¨¦dito o los ingresos y la demanda, los dos grandes prerrequisitos para que pueda generarse de verdad m¨¢s producci¨®n y empleo. Y, sobre todo, porque su gobierno no da prueba alguna de que hay un nuevo tipo de actividades que sirven de motor de nuestra econom¨ªa.
La patronal bancaria propone recuperar la inmobiliaria para seguir haciendo negocio con la deuda, como en a?os anteriores, pero ese es un camino intransitable. Las ¨¦lites europeas quieren acabar con el estado social y el PP les obedece. Pero as¨ª, reduciendo los salarios y la inversi¨®n en educaci¨®n, ciencia y tecnolog¨ªa solo podremos conseguir que Espa?a se convierta en un parque de atracciones y que nuestra econom¨ªa viva de grandes casinos y prost¨ªbulos, como los que el Gobierno de Madrid promueve como un gran hito inversor, y en donde se trabaje por unos pocos euros y sin protecci¨®n social. No exagero. En esa situaci¨®n se encuentra ya m¨¢s del 50% de los trabajadores del planeta y un informe reciente de la OCDE prev¨¦ que el porcentaje aumente al 66% en 2020.
Es l¨®gico que los grupos dirigentes de nuestro pa¨ªs quieran este modelo productivo, de salarios cada vez m¨¢s bajos para que aumenten sin cesar sus rentas, de endeudamiento generalizado para que ganen m¨¢s los bancos, de reducci¨®n del gasto para convertir en negocios privados los servicios p¨²blicos y de democracia de baja intensidad para que los gobiernos no tengan que rendir cuentas ante la opini¨®n p¨²blica por los favores tan descarados que hacen al poder econ¨®mico. Es l¨®gico, porque as¨ª han obtenido los beneficios m¨¢s altos de su historia y porque no les importa que vuelva a estallar una nueva crisis, o incluso que nunca salgamos de esta. Tienen suficiente poder como para aprovecharse de ella y posibilidad de salvar sus intereses en cualquier otro sitio del globo.
Para lograrlo, estos grupos evitan que en Espa?a se hable del verdadero problema que tiene nuestra econom¨ªa para salir adelante y que no es otro que el destrozo tan grande que ha supuesto nuestra entrada sin condiciones en la Uni¨®n Europea y m¨¢s tarde en el euro. Se impide que la sociedad espa?ola sea consciente de que el ingente chorro de recursos que recibimos de Europa viene con una v¨ªa de vuelta atr¨¢s que los devuelve multiplicados a su lugar de origen, pues en el camino se apropian de nuestras fuentes aut¨®ctonas de generaci¨®n de riqueza y nos convierten en consumidores obligados de sus productos.
Ahora no tenemos agricultura, nos pagan unos a?os por no producir y nos quedamos tan anchos. No tenemos industria. Nos obligaron a cerrar, dec¨ªan que porque estaban ya superadas, factor¨ªas o incluso minas que ahora abren en otros lugares de Europa. Nos echan abajo sectores punteros como el de las energ¨ªas renovables y nuestros hoteles, las grandes empresas de servicios o las cadenas de distribuci¨®n han pasado a ser de sus emporios globales, que aqu¨ª l¨®gicamente act¨²an con independencia de los intereses generales de nuestra econom¨ªa, de nuestras empresas y de nuestras gentes.
Por eso, mientras no recuperemos las fuentes de generaci¨®n de riqueza, la explotaci¨®n de la tierra, la producci¨®n de bienes industriales y la de servicios estrat¨¦gicos y de calidad, y mientras el valor a?adido de todo ello no se quede aqu¨ª, so?ar¨¢ quien piense que vamos a salir de la crisis, por mucho que crezca unas d¨¦cimas el Producto Interior Bruto.
El gran economista y fil¨®sofo moral escoc¨¦s Adam Smith escribi¨® en su obra maestra que ¡°el gobierno civil (...) fue establecido en realidad para defender al rico de los atentados del pobre (...)¡±. Y esa servidumbre es justamente lo que nos hace sufrir ahora. Lo que habr¨ªa que conseguir, por tanto, es tener gobiernos que paren los pies a los ricos para poder producir m¨¢s y mejor riqueza y para repartirla con equidad.
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