La Catalu?a postauton¨®mica
El proceso soberanista se ha presentado a la ciudadan¨ªa de un modo irresponsable como algo f¨¢cil y de costos limitados
La encuesta del CEO ha venido a corroborar lo que los resultados electorales ven¨ªan se?alando por lo menos desde que el tripartito relev¨® a CiU en el gobierno de la Generalitat: CiU y PSC llevan muchos a?os a la baja. La clara victoria de Artur Mas en 2010 fue un ¨¦xito circunstancial ¡ªfruto del deterioro del gobierno saliente y del desbarajuste del Estatuto¡ª que no ha cambiado la tendencia decreciente del nacionalismo conservador. La ca¨ªda de los dos grandes partidos responde a un cambio estructural de la pol¨ªtica catalana. Independientemente de c¨®mo terminen los procesos en curso, Catalu?a ya se ha situado en una fase postauton¨®mica. De ah¨ª la modificaci¨®n en curso del sistema de partidos. No sabemos qu¨¦ formas institucionales tomar¨¢ la nueva etapa, pero s¨ª sabemos que la Catalu?a auton¨®mica es el pasado.
La Catalu?a auton¨®mica se basaba en un juego de equilibrios entre tres factores: singularizaci¨®n nacional, voluntad de regeneraci¨®n de Espa?a y compromiso con la gobernabilidad del Estado. En la m¨¢s genuina tradici¨®n del catalanismo, el pujolismo segu¨ªa creyendo que Catalu?a ten¨ªa la misi¨®n de modernizar Espa?a. Y entendi¨® el llamado pacto de la transici¨®n como la disposici¨®n de Espa?a a reconocer a Catalu?a como sujeto pol¨ªtico a cambio de que esta se comprometiera a contribuir al buen funcionamiento de las instituciones del Estado. El despliegue de un nacionalismo ling¨¹¨ªstico e identitario le permit¨ªa a Pujol mantener la hegemon¨ªa ideol¨®gica en Catalu?a sin poner en grandes aprietos al gobierno espa?ol de turno. El sistema electoral otorgaba a CiU una fuerza excepcional cada vez que ninguno de los grandes partidos consegu¨ªa la mayor¨ªa absoluta en Espa?a. Y as¨ª se fue desarrollando un peculiar sistema de mercadeo. En aquel marco pol¨ªtico, Catalu?a se articulaba en funci¨®n de un eje de m¨¢s a menos catalanismo, que ten¨ªa como referencias al nacionalismo de CiU y el catalanismo del PSC. Sobre este eje se sobrepon¨ªa el factor derecha-izquierda que creci¨® en relevancia en el momento en que Pujol acept¨® el abrazo del oso del PP, dando paso al gobierno tripartito de izquierdas. Entonces, la independencia sali¨® de su marginalidad para configurarse como una propuesta con vocaci¨®n mayoritaria en la campa?a electoral de Carod Rovira en 2003. El final del pujolismo abr¨ªa un tiempo nuevo.
Si Mas acelera al frente del proceso independentista, lo m¨¢s probable es que Esquerra le siga ganando terreno, y si pone el freno e intenta volver a la senda constitucional
Empez¨® as¨ª el camino hacia la Catalu?a postauton¨®mica que tom¨® cuerpo con la crisis del Estatuto de 2006, signo de ruptura del pacto de la transici¨®n. El rechazo de un Estatuto aprobado en refer¨¦ndum por los catalanes fue una negaci¨®n manifiesta del reconocimiento. El fracaso castig¨® a un tripartito falto de liderazgo y autoridad y permiti¨® el regreso de CiU. La alianza de Artur Mas con el PP en su primera legislatura y la sinton¨ªa en materia de pol¨ªtica econ¨®mica entre los dos partidos, despu¨¦s de la conversi¨®n de Converg¨¨ncia al neoliberalismo y a la austeridad, hicieron pensar que volv¨ªan los tiempos del estatus quo auton¨®mico. Fue una ficci¨®n. El pa¨ªs estaba ya en otro punto, en la Catalu?a postauton¨®mica. Y as¨ª se confirm¨® en el agitado final de 2012.
Con la independencia convertida en el principal proyecto pol¨ªtico en escena y con la izquierda incapaz de presentar un programa econ¨®mico y social alternativo, el eje pol¨ªtico de la Catalu?a postauton¨®mica, se desplaza al S¨ª/No a la independencia, en un panorama indudablemente incierto, en el que a menudo el proceso soberanista se ha presentado a la ciudadan¨ªa de un modo irresponsable como algo f¨¢cil y de costos limitados, lo cual puede redundar en desmovilizaci¨®n, por un lado, y frustraci¨®n, por otro. En este escenario, el PSC sigue desubicado en tierra de nadie y CiU muestra sus limitaciones porque su cultura original est¨¢ en otra ¨¦poca. Solo cuando la Catalu?a postauton¨®mica tome forma institucional se podr¨¢ volver a la normalidad del eje derecha/izquierda, en la que probablemente ni CiU ¡ªque habr¨¢ mutado hacia otra u otras formas pol¨ªticas¡ª ni el PSC ¡ªcamino de la gropusculizaci¨®n¡ª tendr¨¢n el papel que tuvieron en el pasado.
En este contexto, se entiende el dilema dram¨¢tico de Artur Mas, cuya carrera pol¨ªtica parece marcada por cierto fatalismo (recordemos sus dos dolorosas victorias perdedoras y su fiasco de hace siete meses): si acelera al frente del proceso independentista, lo m¨¢s probable es que Esquerra le siga ganando terreno, y si pone el freno e intenta volver a la senda constitucional, Esquerra le pasar¨¢ por encima. Es tiempo de pol¨ªtica en may¨²scula, para que la ciudadan¨ªa sepa c¨®mo y hacia d¨®nde se quiere ir, para que los partidos busquen alianzas sin ventajismos, para forzar a los dirigentes espa?oles a dar respuestas y para buscar aliados en Europa. No ser¨¢ f¨¢cil porque predomina el h¨¢bito de pol¨ªtica en min¨²scula.
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