Rajoy, ahorrador
Con la coartada de la crisis, la ¡°Reforma de las Administraciones P¨²blicas¡± contribuye a recortar y cerrar el Estado auton¨®mico
Francamente, no era necesario. Pero el Gobierno del se?or Rajoy ha tenido la gentileza de hacer patente incluso para los observadores m¨¢s esc¨¦pticos cu¨¢l es su concepci¨®n acerca del reparto territorial del poder ¡ªdel poder pol¨ªtico, y tambi¨¦n del poder simb¨®lico¡ª en Espa?a, cu¨¢l es su idea sobre ese Estado de las Autonom¨ªas con el que los suyos se llenan tanto la boca. Despu¨¦s de d¨¦cadas mareando la perdiz y dando giros t¨¢cticos ¡ªdesde el rechazo de Alianza Popular al t¨ªtulo VIII de la Constituci¨®n hasta los fervores catalan¨®filos de Aznar en los d¨ªas del Majestic¡ª, el Partido Popular muestra por fin, incluso con mayor contundencia que durante el cuatrienio 2000-2004, c¨®mo quiere que funcione el Estado espa?ol, o qu¨¦ modelo de Estado propugna. Lo hace con la coartada de la crisis econ¨®mica y bajo el especioso r¨®tulo de Reforma de las Administraciones P¨²blicas.
Si reducir el gasto p¨²blico fuese algo m¨¢s que la excusa demag¨®gica de esta iniciativa, el Gobierno central habr¨ªa empezado, verbigracia, por congelar sine die el desastroso proyecto del submarino Isaac Peral (S-81) que, ¨²nicamente en la correcci¨®n de los errores de dise?o, nos va a costar 800 millones de euros (v¨¦ase EL PA?S del pasado d¨ªa 16). O habr¨ªa eliminado esos ministerios superfluos ¡ªSanidad, Educaci¨®n, Cultura¡¡ª que s¨®lo le sirven al Estado para marcar paquete recentralizador (el caso Wert es paradigm¨¢tico) y nutrir clientelas funcionariales. ?Han o¨ªdo ustedes que, en nombre del ahorro, Garc¨ªa-Margallo haya hecho regresar a alguno de los 132 embajadores espa?oles esparcidos por el mundo (hay adem¨¢s otros 28 ¡°embajadores en misi¨®n especial¡±), o que haya cerrado siquiera el m¨¢s modesto de los consulados?
Hace tres d¨¦cadas se construy¨® un Estado de las autonom¨ªas sin autonomistas cuyos dirigentes, cuando se ven asediados por la crisis, corren a devolver competencias
No, claro que no, porque con tales recortes el empaque y prestigio de Espa?a como ¡°una de las grandes naciones de la historia¡± (Aznar dixit) padecer¨ªan. As¨ª, pues, la Administraci¨®n central suprime la Cr¨ªa Caballar de las Fuerzas Armadas, o el Consorcio del inexistente Auditorio de M¨¢laga, o la Fundaci¨®n para la Innovaci¨®n de la Artesan¨ªa ¡ªorganismos, bien se ve, vitales en la anatom¨ªa del Estado¡¡ª y, a modo de reciprocidad, propone a las comunidades aut¨®nomas que liquiden piezas b¨¢sicas de su arquitectura institucional y simb¨®lica. En Catalu?a, el S¨ªndic de Greuges, la Sindicatura de Comptes, el Consell de Garanties Estatut¨¤ries, el Centre d'Estudis d'Opini¨®, el Meteocat y hasta nueve organismos m¨¢s.
Reconozc¨¢moslo aunque nos duela: la l¨®gica del razonamiento del PP es impecable: si ya tenemos, y bien controlado, el CIS estatal, ?para qu¨¦ sirve el CEO? ?Para mostrar con sus sondeos una realidad social catalana distinta de la espa?ola? ?Para registrar el crecimiento de las actitudes independentistas? Mejor cerrarlo. En cuanto al Meteocat, conviene recordar que la previsi¨®n del tiempo es tambi¨¦n el mapa del tiempo, y que este constituye una pieza importante en el imaginario colectivo. Para quienes a?oran los tiempos del entra?able Mariano Medina en la TVE de Franco, cuando Espa?a era una unidad de borrascas en lo universal y, si llov¨ªa en Madrid, hab¨ªa llovido en toda Espa?a, ?claro que el Meteocat supone un gasto superfluo, adem¨¢s de peligroso! Eso, por no hablar del Consell de Garanties Estatut¨¤ries o del S¨ªndic de Greuges, organismos por medio de los cuales la Generalitat se da ¨ªnfulas de Estado¡
Para quienes conciben Espa?a como un Estado-naci¨®n unitario, y ven en las autonom¨ªas una mera descentralizaci¨®n administrativa concedida en mala hora, la sedicente Reforma de las Administraciones P¨²blicas supone enfilar el regreso al orden natural de las cosas, emprender aquel cierre del Estado auton¨®mico que Aznar intent¨® y que la FAES teoriza incansablemente. Pero lo m¨¢s desolador es ver a numerosos gobiernos auton¨®micos aplaudiendo por ¡°razonables¡± y ¡°coherentes¡± esas recomendaciones.
Hace tres d¨¦cadas se construy¨® un Estado de las autonom¨ªas sin autonomistas cuyos dirigentes, cuando se ven asediados por la crisis, corren a devolver competencias y a desmantelar instituciones por las que no sienten ning¨²n apego. ?Y todav¨ªa hay quien, con estos mimbres, quiere tejer un cesto federal?
Joan B. Culla i Clar¨¤ es historiador.
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