Alzad los brazos
Bon Jovi lleva tres d¨¦cadas triunfando como banda de estadios y parece evidente que a estas alturas no tiene la menor intenci¨®n de reinventarse
Por el lateral del Vicente Calder¨®n a¨²n fluye el Manzanares, pero Bon Jovi persuadi¨® anoche a sus 45.000 fieles madrile?os de que viajaban por una autopista polvorienta que no se detiene hasta Nueva Jersey. La banda de Jon Bon Jovi es yanqui hasta los tu¨¦tanos, como demuestra su carism¨¢tico cantante con esa chupa vaquera de franjas rojiblancas que, aun a riesgo de desilusionar al se?or Cerezo, no era un gui?o a los anfitriones atl¨¦ticos. Pero para los aficionados a la imaginer¨ªa, nada tan elocuente como esa reproducci¨®n de un Buick de 1959 que sirve como presumido marco de la gira Because we can, que ayer vivi¨® su ¨²nica escala espa?ola.
Bon Jovi lleva tres d¨¦cadas triunfando como banda de estadios y parece evidente que a estas alturas no tiene la menor intenci¨®n de reinventarse. Por eso importa poco que el nuevo ¨¢lbum, What about now, se haya demorado cuatro a?os y no guste ni a la prensa m¨¢s proclive a las barras y estrellas. Da casi igual que el guitarrista Richie Sambora haya desertado y el aficionado medio a¨²n no haya memorizado el nombre del sustituto. Mientras Jon luzca tipito potable y atine con dos docenas de estribillos grandilocuentes (o megal¨®manos), el invento seguir¨¢ funcionando. Incluso con un sonido tan espantoso como el del Calder¨®n, corregido solo cuando el o¨ªdo capitula y se resigna al eco atroz.
That¡¯s what the water made me sirvi¨® otra velada m¨¢s para abrir boca, solo que esta vez la parroquia la salud¨® en la m¨¢s conmovedora est¨¦tica hispana, con una nube de cartulinas rojas y amarillas que en el primer anfiteatro conformaban la palabra "Gracias¡±. Era el homenaje del p¨²blico al dadivoso gesto de la banda, que dice haber renunciado a sus emolumentos para que las entradas pudieran adquirirse a partir de solo 18 euros. Dudamos que Jon Bongiovi pretenda ocupar el espacio de Teresa de Calcuta, pero al com¨²n de los mortales le encant¨® la idea de un concierto chollo.
El primer karaoke multitudinario lo propici¨® You give love a bad name, pero la quintaesencia del invento se resume en el tercer tema, Raise your hands, que verbaliza el objetivo ¨²ltimo del sexteto: alzad los brazos, convertid los cielos en un enjambre de extremidades y coread los estribillos hasta desga?itaros, aunque todos se parezcan peligrosamente entre s¨ª. Y entre medias, los trucos habituales para la seducci¨®n multitudinaria: Jon alardea de sonrisa blanqu¨ªsima, agradece los seis lustros de fidelidad, subraya que se empe?¨® en ofrecer este concierto ¡°porque quer¨ªa ver a las chicas espa?olas¡±, funde las bater¨ªas de los m¨®viles con un par de baladas consecutivas (Make a memory, Bed of roses) y, por si se nos hab¨ªa olvidado la adscripci¨®n patri¨®tica, encadena su t¨ªtulo m¨¢s vaquero, Can¡¯t go home, con una festiva aproximaci¨®n a Rockin¡¯ all over the world, el himno de John Fogerty. Pero luego se pertrecha con la bandera espa?ola para Bad medicine y con la el¨¢stica de La Roja en los bises. Y la inusual propina de Always a los 150 minutos de concierto. Pues eso: patriotas y contentos todos.
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