Urbanismo reparador
El buen urbanismo ha de abandonar para siempre la idea del crecimiento por el crecimiento
Dos chispas o excusas han encendido el levantamiento ciudadano contra el estado de cosas en Turqu¨ªa primero, en Brasil despu¨¦s ¡ªmatices espec¨ªficos aparte¡ª y ambas tienen que ver con la vida en la ciudad, con el ¡°derecho a la ciudad¡± (H. Lefebvre), en definitiva, con el urbanismo: un proyecto que pretend¨ªa construir un centro comercial en el modesto parque Gezi de Estambul (?c¨®mo cautiva esta ciudad a los turistas que solo visitan las zonas amables!), y el aumento del precio de los transportes colectivos en S?o Paulo.
El parque es de los pocos espacios p¨²blicos arbolados que tiene el centro de la capital turca, y en el caso del transporte paulista, se trata de un servicio muy limitado y deficiente que atrapa sin embargo cada d¨ªa a miles de ciudadanos en una ciudad donde los m¨¢s poderosos se desplazan en helic¨®ptero (?segunda flota mundial, qu¨¦ imagen de ciudad financiera global!) porque la metr¨®poli ¡ªm¨¢s de 20 millones de habitantes¡ª est¨¢ permanentemente colapsada.
Para mal o para bien, el urbanismo tiene una incidencia decisiva en la calidad de vida de los ciudadanos y en la econom¨ªa de un pa¨ªs. En Espa?a, hablar de las causas de la crisis nos lleva en buena medida a citar la especulaci¨®n, la corrupci¨®n y los excesos en la construcci¨®n. Unos resultados, por cierto ¡ªen suelo urbanizado y viviendas pero tambi¨¦n en infraestructuras¡ª a los que habr¨¢ que dar respuestas buscando el menor da?o social.
Pero poco se habla de las propiedades reparadoras que otro urbanismo puede ejercer sobre nuestra maltrecha econom¨ªa, en especial sobre los sectores que configuran el estado del bienestar, hoy del malestar: sanidad, educaci¨®n, relaciones laborales y prestaciones sociales de todo tipo.
Porque otro urbanismo puede mejorar la salud p¨²blica ahorrando recursos sanitarios: luchando contra la contaminaci¨®n de todo tipo, fomentando nuevos h¨¢bitos de movilidad, reverdeciendo nuestras calles y plazas. Mejorando y dignificando nuestros barrios, prolonga el papel de la educaci¨®n al ampliar nuestra condici¨®n de ciudadanos, porque refuerza la cohesi¨®n social y todo ello favorece al mismo tiempo la lucha contra el aislamiento y contra la exclusi¨®n. Y de nuevo, liberando recursos econ¨®micos.
Para ello, el buen urbanismo ha de abandonar para siempre la idea del crecimiento por el crecimiento, volviendo la mirada hacia la ciudad existente: para hacer efectivo el derecho constitucional a una vivienda adecuada, con pol¨ªticas p¨²blicas alejadas de los trapicheos de la especulaci¨®n privada.
Es cierto que muchas de esas pol¨ªticas requieren recursos financieros que habr¨¢ que buscar (?ay!) en la gran bolsa del fraude fiscal, pero tambi¨¦n detray¨¦ndolos de proyectos que son ahora mismo una huida hacia adelante, como el desastroso agujero negro de la alta velocidad ferroviaria, por citar uno de los m¨¢s potentes.
Tambi¨¦n es cierto que otros aspectos son generadores de beneficios sociales, que con bajos costes de implantaci¨®n ahorran cantidad ingente de recursos. En S?o Paulo se calcula que la dependencia enfermiza del autom¨®vil genera unos costes anuales, solo en tiempo de desplazamientos, evaluados en 20.000 millones de d¨®lares.
As¨ª que reconvertir el espacio p¨²blico en lugares saludables, amables y seguros, resulta una de las operaciones urban¨ªsticas y sociales m¨¢s rentables, con beneficios constatables a muy corto plazo. Pero esto no ser¨¢ posible si no se abandona definitivamente un modelo de movilidad absurdo y da?ino basado en que, como dice Galeano, los autom¨®viles no votan pero los pol¨ªticos tienen p¨¢nico de provocarles el menor disgusto. Calculemos cu¨¢nto nos cuesta aqu¨ª mantener este ruinoso modelo y comprobaremos por qu¨¦ urge el cambio.
?Estamos aprendiendo la lecci¨®n? Parece que no, a la vista de c¨®mo se relamen algunas instancias econ¨®micas y pol¨ªticas imaginando m¨¢s oportunidades para convertir la ciudad y el territorio, de nuevo, en un negocio, o c¨®mo se a?aden m¨¢s incentivos al transporte motorizado. Miren si no, por citar un solo caso, el proyecto que se pretende construir en la maravillosa sierra de B¨¨rnia, maquillado por un elenco de arquitectos del star system que hablan de sostenibilidad.
Y todo ello, sin contar los numerosos planes suspendidos por la Justicia, por estar plagados de irregularidades, como contaba este diario el pasado d¨ªa 7. Pero esa es otra historia.
Joan Olmos es ingeniero de caminos y profesor de Urbanismo
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