Pachi V¨¢zquez deja el tim¨®n del PSdeG tras un convulso mandato
V¨¢zquez deja el tim¨®n del PSdeG tras un mandato de peleas internas y con un PSOE en ca¨ªda libre Al final de su etapa deja como herencia las primarias
¡°Ni cien d¨ªas ni cien minutos ni cien segundos¡±. La frase de Pachi V¨¢zquez, reci¨¦n investido secretario general en abril de 2009, inauguraba nueva era en el PSdeG. Y de paso fue un aviso al presidente de la Xunta, Alberto N¨²?ez Feij¨®o, de que se hab¨ªan acabado los miramientos y el respeto institucional de Emilio P¨¦rez Touri?o: no habr¨ªa tregua para el PP tras la despiadada campa?a que devolvi¨® a los populares la Xunta entre ataques pol¨ªticos y personales al bipartito. La vieja guardia del aparato hizo saber a Emilio P¨¦rez Touri?o que su tiempo al frente del PSdeG hab¨ªa pasado y busc¨® un hombre de la casa para afrontar la traves¨ªa de la oposici¨®n, desmoralizados como andaban tras la p¨¦rdida del poder las bases y los mandos intermedios.
Los pesos pesados del partido, desde el entonces ministro de Fomento, Jos¨¦ Blanco, pasando por el secretario de Organizaci¨®n del PSdeG, Ricardo Varela, y los alcaldes de las ciudades apadrinaron a V¨¢zquez, candidato ¨²nico en el congreso de Pontevedra que fue refrendado con el 90,5% de los votos. Los restos del touri?ismo, el sector al que algunos dirigentes culparon de la derrota electoral por una gesti¨®n excesivamente presidencialista en la Xunta, fueron liquidados y relegados a puestos menores. El propio presidente ya hab¨ªa arriado la bandera una semana despu¨¦s de la debacle.
Tal y como hab¨ªa anunciado, V¨¢zquez no dio descanso en su marcaje a Feij¨®o. Ni siquiera en asuntos como la fusi¨®n de las cajas o el cat¨¢logo de medicamentos, en los que parte del PSdeG reclamaba comprensi¨®n con la Xunta, dio su brazo a torcer. Surgieron las primeras disensiones internas. La situaci¨®n del entonces portavoz parlamentario, Xaqu¨ªn Fern¨¢ndez Leiceaga, se hizo insostenible. V¨¢zquez opt¨® por sacarlo de en medio y sustituirlo por el vigu¨¦s Abel Losada. Al hacerlo, el secretario general abraz¨® una bandera muy aplaudida entre las bases: que los dirigentes no podr¨ªan acumular cargos y que, por tanto, Leiceaga deb¨ªa elegir entre el Parlamento o el Ayuntamiento de Santiago. La norma no se hab¨ªa aplicado hasta ese momento y era a la vez una advertencia para un grupo de parlamentarios muy cr¨ªticos con los primeros pasos de V¨¢zquez al frente del partido y a los que el l¨ªder acus¨® siempre de filtrar y tergiversar los debates a puerta cerrada.
El relevo de Leiceaga, lejos de apaciguar el partido, contribuy¨® a radicalizar la oposici¨®n interna, nucleada en torno a figuras como el secretario provincial de Pontevedra, Modesto Pose, y otros diputados como Mar Barc¨®n y Jos¨¦ Manuel Lage Tu?as. En la C¨¢mara, en la calle y en los juzgados donde lleg¨® a presentar un par de pleitos que no prosperaron, la oposici¨®n a Feij¨®o fue feroz: los pactos con el PP se limitaron a cuestiones de tr¨¢mite. En el hemiciclo ambos l¨ªderes se retaban cada tres semanas. En uno de esos broncos debates en febrero de 2011, el jefe de la oposici¨®n advirti¨® que ¡°Feij¨®o y el narcotr¨¢fico est¨¢n ah¨ª, ah¨ª¡±. La frase escandaliz¨® tanto al PP, que lleg¨® a pedir su dimisi¨®n. A?os despu¨¦s se supo que V¨¢zquez ya conoc¨ªa entonces la amistad que el presidente mantuvo en los noventa con el capo Marcial Dorado, si bien siempre neg¨® que hubiese visto foto alguna de yates o excursiones. Los duelos en el Parlamento incluyeron alg¨²n patinazo del dirigente socialista, que lleg¨® a acusar al Sergas de pagar 50 euros a m¨¦dicos por dar de alta a los pacientes.
En el primer test electoral, el PSdeG de V¨¢zquez se dej¨® en las municipales de 2011 los ayuntamientos de Ferrol, Santiago y A Coru?a y esta ¨²ltima Diputaci¨®n. El batacazo estuvo en la l¨ªnea de lo que sufri¨® el partido en toda Espa?a con las primeras sacudidas de la crisis y Zapatero en horas bajas. A salvo de la ola del PP se mantuvieron los Gobiernos de Vigo, Ourense y Lugo y tambi¨¦n esta ¨²ltima instituci¨®n provincial.
Si puertas afuera a V¨¢zquez le toc¨® navegar la tempestad que fue para todo el PSOE el segundo mandato de Zapatero, en la organizaci¨®n tampoco respir¨® mucha calma. Su intento de reforzar el partido en el rural para disputar la hegemon¨ªa al PP con el nombramiento de un n¨²mero dos, Pablo Garc¨ªa, llegado de Uni¨®ns Agrarias no fue bien recibido en las ciudades. Y la amenaza sobre el aterrizaje del exministro Jos¨¦ Blanco en la pol¨ªtica gallega siempre plane¨® sobre el PSdeG, cuyos dirigentes nunca dieron por hecho que fuese V¨¢zquez quien disputar¨ªa la Xunta a Feij¨®o.
Pero cuando lleg¨® el momento de intentar descabezarlo en el congreso extraordinario celebrado en marzo de 2012, una heterodoxa coalici¨®n apadrinada por el propio Blanco y el alcalde de Vigo, Abel Caballero, junto a los diputados cr¨ªticos y la herencia del touri?ismo, sucumbi¨®. La cara del experimento fue la exministra Elena Espinosa que no pudo con V¨¢zquez, aliado en aquella cita con barones como los secretarios provinciales de A Coru?a, Francisco Caama?o, y de Ourense, Ra¨²l Fern¨¢ndez y el alcalde de Lugo, Xos¨¦ Clemente L¨®pez Orozco. El plan era que V¨¢zquez siguiera de secretario general a la espera de designar candidato la Xunta en primarias. El adelanto electoral de Feij¨®o ahorr¨® el trabajo y las auton¨®micas depararon otra hecatombe a los socialistas, que se dejaron siete de sus 25 esca?os. El final de V¨¢zquez estaba cantado. Quienes le conocen insisten en que se lo confes¨® a su mujer esa misma noche. Pero evit¨® hacerlo p¨²blico y entre sus ¨ªntimos repiti¨® que ¡°cuando el entrenador dice que no renueva, los futbolistas no corren igual¡±. En la pr¨®rroga de su mandato, pleite¨® contra Madrid hasta conseguir que su sucesor fuese elegido por primarias, algo que no contemplan los estatutos del PSOE. Sus enemigos internos volvieron a ver en eso una maniobra para quedarse y s¨ª lo denunciaron repetidamente. Incluidos algunos que llegaron a jactarse de haber votado al partido de Beiras en las auton¨®micas. En su despedida, el viernes, V¨¢zquez prometi¨® neutralidad y confes¨®: ¡°Espero que el pr¨®ximo secretario general no tenga que vivir lo que viv¨ª yo¡±.
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