Auto-?mnibus al Coll
La monta?a del barrio de Gr¨¤cia fue un lugar aislado y desconocido
Ah¨ª lo tienen, ¨¦l mismo explica que se trata de un servicio p¨²blico, concretamente la sala de espera de la compa?¨ªa Auto-?mnibus de Vallcarca al Coll. Estamos frente al restaurante Casa Fausto de la calle Funosses Llu?¨¤, una v¨ªa que asciende en vigoroso zigzag desde Mare de D¨¦u del Coll hacia el parque de la Creueta. Y que nos habla de las dificultades que tuvo Barcelona para establecer una red de comunicaciones eficaz entre sus antiguos l¨ªmites y las nuevas dimensiones que estaba tomando la ciudad. Durante mucho tiempo, el Coll fue un lugar aislado y desconocido por los barceloneses, territorio de eremitas y bandoleros, de mas¨ªas perdidas y caminos poco transitados, cuyo subsuelo estaba perforado por vetas de hierro y por cauces de aguas subterr¨¢neas, que brotaban milagrosamente con un color rojizo y sanguinolento. Lugar de misterios y soledades, presidido por el santuario del Coll o de la Font Rubia.
La necesidad de establecer l¨ªneas regulares de transporte entre el llano y la monta?a ya se hizo evidente con el primer servicio de ¨®mnibus a tracci¨®n equina que se inaugur¨® en 1840, destinado a enlazar la Rambla con el lejano pueblecito de Sant Gervasi de Cassoles. Entonces las estribaciones de Collserola se hab¨ªan convertido en el primer destino tur¨ªstico que se puso de moda entre las clases m¨¢s pudientes para pasar los calores del est¨ªo. Ocho a?os m¨¢s tarde se creaba la primera l¨ªnea urbana que comunicaba la Rambla con la Barceloneta, entonces el destino de remojo estival para las clases menos pudientes.
El servicio de ¨®mnibus con caballos enlaz¨® La Rambla con Sant
Aunque la cosa de desplazarse no se puso al rojo hasta 1860, cuando la Compa?¨ªa Central Barcelonesa cre¨® la primera l¨ªnea regular con la localidad de Gr¨¤cia. Recordemos que en medio, entre ambas poblaciones se estaba construyendo el Eixample, as¨ª que pronto salieron nuevos competidores como La Catalana Graciense o la Compa?¨ªa de ?mnibus del Ensanche. La llegada de los primeros tranv¨ªas el¨¦ctricos desplaz¨® a los antiguos ¨®mnibus, que fueron sustituidos por los ripperts ¡ªtranv¨ªas sin ra¨ªles tirados por caballos, asnos o mulas¡ª, que se destinaron a cubrir el transporte de cercan¨ªas.
Mucho esti¨¦rcol para el siglo XX, los animales de tiro ensuciaban las aceras. Y aunque cada vez se alejaban m¨¢s del centro urbano, segu¨ªan siendo una molestia. As¨ª pues, la compa?¨ªa La Catalana decidi¨® cambiar sus veh¨ªculos por auto-¨®mnibus, un tipo de autom¨®vil a motor que m¨¢s tarde ser¨ªa bautizado como autob¨²s. Los primeros en llegar proced¨ªan de Par¨ªs, modelo Brilli¨¦-Schneider. Y realizaron su primer recorrido en 1906, entre la plaza Catalunya, paseo de Gr¨¤cia, Gran de Gr¨¤cia y plaza de la Trilla. Era m¨¢s r¨¢pido y m¨¢s barato que el tranv¨ªa, y el ¨¦xito fue inmediato. De las cinco primeras l¨ªneas de autob¨²s que tuvo Barcelona, cuatro sal¨ªan de plaza Catalu?a hacia Gr¨¤cia, Sants, Sant Andreu y el parque de la Ciutadella, mientras la quinta iba desde el Arc de Triomf hasta el final de la calle Aribau (que entonces terminaba al llegar a la Diagonal). La historia de La Catalana fue ef¨ªmera, pues dos a?os m¨¢s tarde se declar¨® en crisis. Sus veh¨ªculos sufrieron numerosos accidentes, y el ayuntamiento cancel¨® el servicio en 1908.
Los auto-¨®mnibus no volver¨ªan a funcionar hasta 1916, con la creaci¨®n del servicio hasta Esplugues y Sant Just Desvern, al que seguir¨ªan las l¨ªneas a Santa Coloma de Gramenet, L'Hospitalet de Llobregat, Badalona, El Prat de Llobregat, Cornell¨¤ o Castelldefels. Uno de estos destinos lejanos era el Coll, a donde fue muy dif¨ªcil llegar hasta la construcci¨®n del puente de Vallcarca en 1921. Esta obra de ingenier¨ªa se hizo muy famosa por los suicidas, entonces era un remedo local del Viaducto madrile?o (mi padre cuenta que durante la Guerra Civil eran frecuentes los suicidios desde all¨ª, y que algunas personas menesterosas aprovechaban para robar la ropa y los zapatos al muerto). As¨ª, en 1925 se cre¨® la l¨ªnea del Auto-?mnibus de Vallcarca al Coll, cuyos dos veh¨ªculos Chevrolet con capacidad para veinte personas tardaban s¨®lo diez minutos en unir la plaza Lesseps con las faldas de la Muntanya Pelada.
Los Brilli¨¦-Schneider, de Par¨ªs,
Aquella l¨ªnea terminaba justo en este lugar, conocido por los m¨¢s viejos como la placita de los Autobuses. Entonces, este restaurante eran las cocheras y las taquillas del servicio. La compa?¨ªa fue incautada durante la guerra y sigui¨® en funcionamiento hasta 1980, cuando fue sustituida por un autob¨²s que llegaba hasta el Hospital del Mar. En 2005, unas obras en Casa Fausto descubrieron el antiguo r¨®tulo y lo restauraron. Ahora decora este discreto establecimiento de cocina tradicional, donde se come uno de los mejores secretos ib¨¦ricos de la ciudad a un precio m¨¢s que razonable.
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