Gaud¨ª, Messi y lo dem¨¢s
Es bueno que Barcelona sea tan deseada, pero da pena que los visitantes se lleven una visi¨®n tan simplificada
Cuando uno o una viaja a cualquier rinc¨®n del mundo y dice que es de Barcelona comprueba lo que ya conoce paseando por la ciudad, en qu¨¦ medida y por qu¨¦ aspectos atrae tanto. Hay dos reacciones m¨¢s inmediatas.
Si la persona es un poco culta exclama "?la ciudad de Gaud¨ª!" y acto seguido te cuenta, si ha ido a Barcelona, las obras de Antoni Gaud¨ª que ha visitado, y si a¨²n no ha ido te confiesa que una de sus ilusiones es viajar a Barcelona para ver la obra de Gaud¨ª. Es decir, hacer cola para entrar y subir a la Sagrada Familia, visitar La Pedrera y la casa Batll¨®, con suerte entrar en el Palau G¨¹ell. Precisamente el pr¨®ximo 25 de octubre entrar¨¢ en vigor el pol¨¦mico cobro de entrada en el Park G¨¹ell. La soluci¨®n es que los turistas pagar¨¢n, los vecinos entrar¨¢n gratis con un carnet y el resto de barceloneses y ciudadan¨ªa podr¨¢ entrar mediante una inscripci¨®n hecha con una semana de antelaci¨®n. Sin duda hac¨ªa falta resolver la visita excesiva y abusiva que sufre esta inacabada ciudad jard¨ªn de Gaud¨ª, pero es duro privatizar un espacio p¨²blico y es una l¨¢stima que todos los planteamientos y propuestas de estos a?os hayan terminado con una l¨®gica municipal puramente cremat¨ªstica de sacar fondos de la entrada, sin ninguna previsi¨®n sobre si los beneficios se van a dedicar a la conservaci¨®n del parque.
La segunda respuesta, m¨¢s mayoritaria, en cualquier lugar del mundo es "?Ah Barcelona!, ?el Bar?a!, ?Messi!", e inmediatamente sonrisas y felicitaciones. Despu¨¦s de Gaud¨ª, el rosarino Messi es el catal¨¢n m¨¢s conocido. Lo que hace el F. C. Barcelona es algo que siguen muchos habitantes del planeta. De hecho, en cualquier calle, plaza o descampado en el que jueguen unos ni?os, casi seguro que hay uno con una camiseta del Bar?a. La simpat¨ªa que despierta el Bar?a en todos los pa¨ªses es mucho mayor que la del Real Madrid. Y claro, cuando viajan a Barcelona, van a ver el museo del Bar?a y siguen fascinados la experiencia de visitar el Nou Camp, saliendo al c¨¦sped por el foso de los jugadores, como si fueran los heroicos futbolistas. Sin duda es un montaje muy bien elaborado y la explicaci¨®n de la historia del club, sus vicisitudes y victorias, le da un tono progresista y catalanista al Bar?a que el visitante capta. Y uno ve all¨ª muy interesados no solo a los europeos que nos visitan normalmente y luego compran todo tipo de souvenir cul¨¦, sino que tambi¨¦n ve como se emocionan con la historia del equipo gentes de culturas y creencias lejanas a las nuestras.
Para los m¨¢s refinados, lo mejor ha sido poder pasear por las calles y visitar los museos, como el Picasso, llegando hasta Santa Mar¨ªa del Mar y al Palau de la M¨²sica
Y lo dem¨¢s que te preguntan o te cuentan lejos de Barcelona va variando seg¨²n la procedencia, recursos econ¨®micos y cultura. Los m¨¢s politizados preguntan por la crisis y por el porqu¨¦ del proceso de independencia de Catalu?a. Los que han estado destacan las playas y la comida. Para los m¨¢s refinados, lo mejor ha sido poder pasear por las calles y visitar los museos, como el Picasso, llegando hasta Santa Mar¨ªa del Mar y al Palau de la M¨²sica o, incluso, desplaz¨¢ndose al Museo Dal¨ª de Figueres. No s¨¦ si saben que el MNAC (Museo Nacional de Arte de Catalu?a tiene m¨¢s visitantes franceses (12%), norteamericanos (6,5%), que obviamente han de cruzar el Atl¨¢ntico para llegar, e ingleses (4,5%) que espa?oles (4%), y va creciendo el porcentaje de rusos (3%). De Barcelona viene el 23% y de Catalu?a el 24 %. Es bien curioso y sintom¨¢tico que a los turistas del resto del Estado espa?ol, aparentemente tan cerca, les interesa tan poco la historia del arte catal¨¢n. Mutuo desencuentro, podr¨ªamos decir.
Y los j¨®venes, especialmente los ingleses, te cuentan como Barcelona es el para¨ªso de la juerga continua, de la cerveza barata, del descontrol, del hacer lo que quieras. Por ello hay tantas despedidas de soltero brit¨¢nicas en la ciudad y tantos records de borracheras. Los j¨®venes europeos saben que pueden hacer aqu¨ª (o en Lloret de Mar) las gamberradas que no les permiten en su pa¨ªses.
En definitiva, qu¨¦ bueno que Barcelona sea tan famosa, tan deseada y que despierte todo tipo de simpat¨ªas, sonrisas y complicidades (culturales, futbol¨ªsticas, culinarias o alcoh¨®licas), pero da que pensar que se lleven una visi¨®n tan simplificada de la ciudad.
Josep Maria Montaner es arquitecto y catedr¨¢tico de la ETSAB-UPC.
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