Un error judicial amenaza con dejar sin vivienda a una jubilada de 75 a?os
La orden de embargo corresponde a una finca inexistente
La jubilada Encarna P¨¦rez no puede contener las l¨¢grimas. Sufre ataques de ansiedad desde que el pasado a?o se enter¨® de que el juzgado de Primera Instancia n¨²mero 5 de Ll¨ªria (Valencia) sac¨® a subasta su vivienda. Su piso de 75 metros en Valencia donde reside desde hace dos d¨¦cadas se precipita al desahucio por un error. El inmueble carece de cargas y fue comprado al contado en 1989. Pero la lenta maquinaria judicial se empecina en ignorarlo, seg¨²n su familia. ¡°Sufro una pesadilla. ?Por qu¨¦ me hacen esto?¡±, se queja entre sollozos la v¨ªctima, de 75 a?os, que teme quedarse en la calle en los pr¨®ximos d¨ªas por un inexplicable embrollo burocr¨¢tico.
La esperp¨¦ntica historia de Encarna arranc¨® en septiembre del pasado a?o. La jubilada recibi¨® entonces la carta de un subastero interesado en ver su vivienda para pujar por ella. Tras la sorpresa, la familia confirm¨® en el Servicio Com¨²n de Notificaciones y Embargos de Valencia, un ¨®rgano que depende del Juzgado Decano, que el inmueble hab¨ªa salido a subasta. La orden se refer¨ªa a un piso situado en el inexistente n¨²mero 34 de la avenida Doctor Waksman (Encarna vive en el 36). ¡°Acreditamos con las escrituras y los recibos del Impuesto de Bienes e Inmuebles (IBI) el error, y as¨ª se transmiti¨® al juzgado de Ll¨ªria. Nos dijeron que estaba claro que todo era fruto de una confusi¨®n¡±, recuerda el abogado de la familia, Manuel Morales.
El destinatario de la carta del desahucio era un constructor
El segundo cap¨ªtulo de la ¡°pesadilla¡± asom¨® el s¨¢bado pasado. Una carta fechada el 20 de agosto apareci¨® en el buz¨®n de Encarna. Fue encontrada ¡°por casualidad¡± por su hija que visit¨® la vivienda para regar las plantas. Su madre pasaba unos d¨ªas de vacaciones en Zaragoza. La misiva recog¨ªa una notificaci¨®n del juzgado que avisaba del desahucio de la vivienda a las 10.45 horas de ayer. Acudir¨ªan la polic¨ªa y el cerrajero. La carta reposaba en el buz¨®n de la jubilada pero se dirig¨ªa al verdadero deudor, un constructor de Alberic. La familia, asustada, activ¨® la maquinaria para no perder en tres d¨ªas un piso valorado en 150.000 euros. Contactaron con la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y su abogado volvi¨® a acreditar el error ante el Registro de la Propiedad de Valencia y el juzgado de Ll¨ªria. De nuevo, esgrimieron las escrituras y los recibos del IBI.
Los funcionarios no desahuciaron este mi¨¦rcoles a Encarna, que fue arropada durante toda la ma?ana por su familia para evitar el posible shock. Su hija no descarta nuevos episodios de este ¡°kafkiano¡± asunto. La jubilada, que cobra una pensi¨®n de 500 euros, ya se ha gastado 300 en notarios y registros para acreditar que la casa que reclama el Banco Financiero y de Ahorros (BFA), matriz de Bankia, no es la suya. La mujer da por perdido el dinero. Y conf¨ªa en que el trance del que su hija le inform¨® hace unos meses finalice pronto. ¡°No hay derecho. ?Por qu¨¦ a m¨ª?¡±, afirma desconcertada.
Su familia insiste en que el embrollo responde a la falta de verificaci¨®n del n¨²mero de la calle. ¡°?Por qu¨¦ cuesta tanto hacer bien el trabajo cuando se trata de echar de su casa a una persona?¡±, se queja el abogado Morales, que sugiere otra pregunta: ¡°?C¨®mo realiz¨® el perito el informe previo a la subasta? ?A trav¨¦s de Google?¡± El letrado dice no haber conocido nunca ¡°un caso tan sangrante¡± como el de Encarna. ¡°Hay presuntos profesionales que con este error ya han ganado 6.000 euros en honorarios¡±, remarca.
El abogado de la anciana se pregunta si cuesta tanto hacer bien el trabajo
La hija de la propietaria, Mari Luz Sep¨²lveda, se planteaba ayer el peor de los escenarios. ¡°?Qu¨¦ pasa si no llegamos a ver la ¨²ltima carta? ?Y si viene un se?or que dice que ya ha comprado la casa¡±.
La oficial del juzgado de Primera Instancia n¨²mero 5 de Ll¨ªria asegur¨® a este peri¨®dico que el caso 693/2008, que es como se denomina el expediente de la subasta de Encarna P¨¦rez, era responsabilidad de su compa?ero, el secretario del juzgado, que se incorporar¨¢ de sus vacaciones el pr¨®ximo lunes. Entretanto, Encarna sigue llorando.
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