¡°Los indianos hicieron Barreiros y las cajas acabaron por destrozarlo¡±
Bancos e inmobiliarias no logran vender a 36.000 euros casas que costaban 100.000 El consistorio admite ahora que la construcci¨®n fue ¡°desproporcionada¡±
Ante una casa de 1880, reformada por su abuelo al volver de Cuba, Pancho Campos, ya jubilado, lo tiene claro: ¡°Los indianos hicieron Barreiros y las cajas lo destrozaron¡±. Pronuncia tal sentencia, con su casa a su espalda, mientras contempla, al otro lado de un estrecho camino, la mole de la urbanizaci¨®n Costa Reinante Spa. Con m¨¢s de 300 viviendas, cuyos precios superaban inicialmente los 100.000 euros, en la oficina de ventas reconocen que ¡°a¨²n quedan pisos¡± pese a que publicitan apartamentos de dos habitaciones por 36.000 euros. ¡°?De d¨®nde sali¨® el dinero para financiar estas urbanizaciones que ahora se regalan?¡±, se pregunta Pancho, para contestarse ¨¦l mismo inmediatamente: ¡°De lo que las cajas de ahorros no dedicaron a obra social, as¨ª ahora est¨¢n quebradas¡±.
En Barreiros, en A Mari?a lucense, hay construidas, seg¨²n el Instituto Galego de Estat¨ªstica, unas 4.700 viviendas. Pero Barreiros solo tiene 3.200 habitantes, que ocupan las 1.200 casas del municipio con car¨¢cter de residencia principal. Las otras 3.500 viviendas son para fines de semana, veraneo o est¨¢n vac¨ªas. Buena parte de ellas se levantaron en el boom inmobiliario, a principios de la pasada d¨¦cada, hasta que a finales de 2006 la Xunta bipartita mand¨® parar. Solo aquel a?o se registraron 1.800 viviendas de nueva planta gracias a las 71 licencias otorgadas por el Ayuntamiento, casi tantas como las 75 de Vigo.
Pese a su nombre, la urbanizaci¨®n Costa Reinante no est¨¢ junto al mar sino entre la iglesia y el cementerio de San Miguel, con un peque?o acceso desde la carretera nacional abierto entre un palomar protegido y una torreta el¨¦ctrica. Este jueves de agosto, un padre bilba¨ªno que eligi¨® la zona por su alquiler ¡°muy barato¡± ense?a a su ni?o el agua de la piscina. Porque las primeras olas est¨¢n a dos kil¨®metros y para llegar a ellas hay que seguir una pista asfaltada pero sin pintar que dice ser carretera provincial. Si se recorre, lo que se ve es un paisaje en el que las actividades agr¨ªcolas y las casas indianas, muchas protegidas, son tapadas por toda clase de construcciones sin orden. Bloques de edificios terminados con carteles de ¡°se vende¡± ya descoloridos se alternan con viviendas unifamiliares de diversa tipolog¨ªa y con esqueletos de hormig¨®n, sean de casas o pisos, en los que hay m¨¢s vegetaci¨®n que en los prados contiguos, donde pastan las vacas o acaban de ensilar la hierba.
En ese camino a la playa aparece la urbanizaci¨®n L¨²a, en la que esta ma?ana la ¨²nica vida perceptible es una pareja con dos ni?os peque?os. La madre asegura que en el edificio, de 76 viviendas, solo queda un par por vender, pero reconoce que no hay mucho movimiento de gente por all¨ª. ¡°Algo m¨¢s los fines de semana, porque muchos son de Lugo o de A Coru?a, como nosotros", explica, "por eso nos gusta, porque es tranquilo, as¨ª que no lo cuentes mucho, no vayan a venir m¨¢s¡±, bromea. La mujer admite que eligieron Barreiros como segunda residencia, a ¡°una hora y cuarto de A Coru?a¡±, por el precio. Aunque no lo dice, en Internet hay pisos de esta urbanizaci¨®n a 36.900 euros. Al igual que decenas de casas unifamiliares en venta con todo tipo de precios.
Lo que no es f¨¢cil encontrar en Barreiros es a quien critique abiertamente el urbanismo del pueblo. Su alcalde, el popular Alfonso Fuente, lo defendi¨® durante a?os pero ahora impulsa un nuevo plan que admite al fin la pasada ¡°actividad inmobiliaria desproporcionada¡±.
Pancho Campos, el de la casa indiana, es presidente de una asociaci¨®n en Ribadeo, as¨ª que est¨¢ acostumbrado a dar la cara. Pero hay convecinos que prefieren no dar nombres y otros, que en alg¨²n momento criticaron abiertamente el urbanismo del alcalde, se encontraron luego con denuncias contra sus propias edificaciones. Ahora, ni quieren hablar, ni sus supuestas irregularidades los hacen id¨®neos para opinar.
Tampoco es f¨¢cil ver a alguno de los 3.200 ciudadanos censados en el municipio cuando se llega al supuesto centro de esta mancha de aceite en expansi¨®n. San Cosme, donde est¨¢ el Ayuntamiento, aparece casi desierto al mediod¨ªa de un jueves de agosto. Y eso que en un c¨¢mping pr¨®ximo aseguran que este verano es bueno para el turismo, ¡°pero esto no son las R¨ªas Baixas y la gente no gasta¡±. El joven que espera sentado a la puerta del centro de salud es de los parcos en palabras: ¡°El que vendi¨® hizo negocio, pero yo estoy en paro¡±, dice. Y poco se le puede sacar a los dos clientes del supermercado, que se levanta junto a sendas oficinas semidesiertas de Novagalicia y Santander, dos de los financiadores de la construcci¨®n en el municipio.
Entre los que se ofrecen a hablar de urbanismo, dando o no su nombre, lo que domina son lo sentimientos contrapuestos. Aqu¨ª no hay grandes moles junto al mar, como en las R¨ªas Baixas, pero la dispersi¨®n y los edificios a medio construir no son atractivos. Y al tiempo que agradecen la tranquilidad del pueblo, se preguntan d¨®nde estar¨¢n los propietarios de todos esos apartamentos con las persianas bajadas.
Saneamiento que desborda y playa contaminada
En los prados de Barreiros, donde hab¨ªa vacas crecieron antes de 2006 carteles anunciadores de terrenos ¡°edificables¡±, parcelas que ofrec¨ªan ¡°agua y luz¡± como un extra, servicios sin los que se construyeron muchos de los edificios paralizados por la Xunta bipartita y que el actual gobierno quiere legalizar. El primer intento, tras retirar las denuncias contra el Ayuntamiento de su mismo color pol¨ªtico, fue con un convenio por el que las Administraciones, incluida la Diputaci¨®n de Lugo, iban a poner 14 millones de euros de fondos p¨²blicos. Servir¨ªan para construir las infraestructuras viales, de saneamiento, abastecimiento o electricidad que no hab¨ªan acometido los promotores privados. La justicia tumb¨® ese intento, as¨ª que ahora el Ayuntamiento debe redactar un nuevo plan de urbanismo, pero sigue sin saber de d¨®nde sacar¨¢ los millones para paliar la carencia de infraestructuras.
Que faltan servicios lo sabe bien Pancho Campos, que lamenta que en el vecino Rego da Barranca ¡°no queda agua, y eso que en su momento ten¨ªa molinos¡±. Pancho ense?a la arqueta del alcantarillado de su casa, que puso ¨¦l mismo, y reconoce que la urbanizaci¨®n que se alza frente a ella tambi¨¦n lo tiene. ¡°Lo que no s¨¦ es a d¨®nde van las aguas¡±, admite.
La respuesta tal vez est¨¦ a tres kil¨®metros, donde desemboca ese Rego da Barranca, en la playa de Arealonga, vecina del siempre lleno arenal de As Catedrais. En un tabl¨®n una carta de la Conseller¨ªa de Sanidade advierte de que en el ¨²ltimo an¨¢lisis del agua detect¨® enterococos intestinales y Escherichia coli en unos niveles que ¡°superan el valor aceptable establecido de contaminaci¨®n microbiol¨®gica en el agua de ba?o¡±. No debi¨® ser ninguna sorpresa para la Xunta, porque en la documentaci¨®n con que intent¨® la primera legalizaci¨®n del urbanismo de Barreiros ya admit¨ªa que el colector de aguas residuales que discurre paralelo al Rego da Barranca ¡°rebosa constantemente y desagua finalmente al regato sin ning¨²n sistema de depuraci¨®n¡±.
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