As¨ª cay¨® la ¡®banda de los peruanos¡¯
Condenados a m¨¢s de cinco a?os de c¨¢rcel los miembros de una banda que robaba en la carretera La polic¨ªa no pod¨ªa detenerles en la autopista, era peligroso, y tuvo que recurrir a la imaginaci¨®n
La oleada de robos exig¨ªa una respuesta. Hab¨ªa que pararlos. Pero no en su terreno: all¨ª, en la carretera, con coches a 200 kil¨®metros por hora, eran intocables. Demasiado riesgo para el resto de conductores, opin¨® el jefe de la unidad de los Mossos que desarticul¨®, en agosto de 2011, una nueva remesa de la famosa banda de los peruanos. Hubo que recurrir a la imaginaci¨®n y el trabajo de hormiguita: cada d¨ªa, los agentes recorr¨ªan gasolineras, dejaban sus n¨²meros de tel¨¦fono y, en caso de alg¨²n movimiento extra?o, ped¨ªan ver las im¨¢genes de vigilancia.
Los detalles de la operaci¨®n figuran en la sentencia que condena a m¨¢s de cinco a?os de c¨¢rcel a nueve personas ¡ªocho peruanos y un cubano¡ª por una veintena de robos a conductores hace dos a?os. La juez considera que los acusados formaban un ¡°grupo criminal¡±, aunque no usaban la violencia. Su m¨¦todo tiene veinte a?os y sigue siendo efectivo: ¡°Lanzaban una piedra a otros veh¨ªculos haci¨¦ndoles creer que hab¨ªan sufrido una rotura o pinchazo¡±. Una vez parado, robaban objetos de valor de la guantera (dinero, gafas, c¨¢maras, bolsos, joyas). Si el coche les parec¨ªa atractivo, se lo llevaban.
Los testigos del juicio dan cuenta de la habilidad de la banda. Enrique M. lavaba los cristales de su coche en El Prat cuando unos chicos le preguntaron c¨®mo ir al aeropuerto. Perdi¨® el coche. A Pablo G. le pararon a las seis de la ma?ana. Que se le hab¨ªa ca¨ªdo el tubo de escape, dijeron. El hombre dud¨®: ¡°?No vas a bajar?¡±, insistieron los ladrones. Lo hizo. Se qued¨® sin coche y ¡°con cara de tonto¡±. Ana V. sinti¨® un golpe en la parte trasera. Un veh¨ªculo se situ¨® en paralelo a ella y la adelant¨®. Tuvo que parar. Fue a ver qu¨¦ ocurr¨ªa y la dejaron sola en la autopista. Sergi R. vio c¨®mo robaban a alguien en una gasolinera. Les persigui¨® pero no pudo alcanzarlos.
Los testigos del juicio dieron cuenta de la habilidad de la banda para robar y salir zumbando
Fue una investigaci¨®n compleja, marcada por la urgencia. Como declar¨® el jefe del Grupo de Multirreincidentes en la vista oral, hab¨ªa ¡°denuncias diarias¡± por la acci¨®n de los peruanos, que actuaban divididos en dos o grupos. El jefe policial a?adi¨® que, durante las escuchas telef¨®nicas, tuvieron que acostumbrarse al lenguaje de los sospechosos, algunos de ellos con antecedentes por robo: ¡°Mano¡± significa dinero. Y cuando dec¨ªan que la ¡°quimana est¨¢ malita¡±, quer¨ªan decir que el coche para perpetrar el robo se hab¨ªa roto. La sentencia les acusa de sustraer siete veh¨ªculos de alta gama que les permit¨ªan ¡°salir a toda prisa¡± despu¨¦s de cada palo.
La banda ten¨ªa experiencia y tom¨® medidas de seguridad para eludir la acci¨®n policial: limpiaban las huellas de los volantes y usaban gorras y gafas en las gasolineras. Tambi¨¦n cambiaban las matr¨ªculas. La sentencia reconoce que la polic¨ªa ¡°nunca pudo detenerlos in fraganti para evitar el peligro¡± por su ¡°conducci¨®n peligrosa¡±, en la que estaban ¡°instruidos¡±. Las evidencias, sin embargo, son abrumadoras: conversaciones telef¨®nicas, im¨¢genes de helic¨®pteros y vigilancias....
La titular del juzgado de lo penal n¨²mero 16 de Barcelona consideran que los acusados ¡ªalgunos llegaron a estar en prisi¨®n provisional¡ª formaban un grupo criminal porque ¡°segu¨ªan pautas de actuaci¨®n¡± conocidas por todos. Tambi¨¦n han sido condenados por los delitos de hurto y falsedad en documento oficial. Los acusados no declararon en el juicio. De nada sirvi¨® que, en el turno para la ¨²ltima palabra, Daniela ¡ªla ¨²nica mujer¡ª asegurase que ten¨ªa dinero porque se dedicaba ¡°a vender su cuerpo¡±.
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