Sin pulso ni recetas
Las p¨¢ginas otrora destinados a la reflexi¨®n y an¨¢lisis econ¨®mico se han convertido en un noticiario de calamidades
Hubo un tiempo no tan lejano en el que la econom¨ªa valenciana ten¨ªa sus doctores de cabecera. Eran ¡ªentonces¡ª gente joven y animosa, de casta o querencia socialdem¨®crata y en buena parte formada a la vera del llorado profesor Ernest Lluch. No fueron unos pioneros, pues nuestras deficiencias y bondades productivas ya hab¨ªan sido abordadas con m¨¢s abnegaci¨®n que recursos por un grupo de estudiosos que elaboraron la primera Estructura econ¨®mica del Pa¨ªs Valenciano, financiada en los a?os setenta por unos patricios liberales y valencianistas. Eran tiempos aquellos en los que apuntaba otra derecha pol¨ªtica, civilizada y sensible para con las m¨¢s apremiantes necesidades colectivas, una derecha que fue diluy¨¦ndose por ley de vida o acab¨® arrumbada por las nuevas levas conservadoras que nos gobiernan, o tal dicen.
Pero nos refer¨ªamos a esos j¨®venes economistas universitarios que han venido frecuentando los medios de comunicaci¨®n e ilustrando a los partidos pol¨ªticos para en la medida de lo posible familiarizar a la opini¨®n p¨²blica aut¨®ctona acerca de los fallos y disfunciones, as¨ª como del potencial cierto de nuestra econom¨ªa. Por ellos supimos que no era oro todo lo que luc¨ªa y que la imagen que se cultivaba ¡ªel ¡°Levante feliz¡±¡ª no se compadec¨ªa con las graves carencias que nos alineaban con el subdesarrollo antes que con la prosperidad. Minifundio industrial, baja productividad, escaso nivel tecnol¨®gico, salarios menores, d¨¦ficit de capital humano, pobres inversiones en I+D y otros graves lastres que solo se maquillaron con los tirones de Europa y el desmadre urban¨ªstico. Aquellos an¨¢lisis y pr¨¦dicas pronosticaban como una fatalidad la miseria que hoy nos invalida.
Andr¨¦s Garc¨ªa Reche, Jordi Palafox, Vicent Soler, Mart¨ªnez Serrano, Aurelio Mart¨ªnez y una no escasa n¨®mina de eminentes profesores y estudiosos han diseccionado y descrito durante estos a?os pasados la realidad econ¨®mica valenciana y el pulso que en cada momento delataba su salud o anticipaba su crisis, recomendando las recetas y los remedios id¨®neos o posibles. Ahora, como otros profesionales y publicistas comprometidos con los asuntos c¨ªvicos, son v¨ªctimas del encogimiento de los medios de comunicaci¨®n y acaso del desaliento que decanta el predicar tanto tiempo para necios o sordos. O para unos gobiernos impotentes, v¨ªctimas en algunos casos de su arrogancia y, en otros, de la miseria que les est¨¢ tocando administrar. ?Ser¨¢ necesario mencionar a los molt honorables que aludimos?
As¨ª pues, las p¨¢ginas y espacios otrora destinados a la reflexi¨®n y an¨¢lisis econ¨®mico se han convertido por lo general en un noticiario de calamidades expresivas de la decadencia en que est¨¢ sumido el Pa¨ªs Valenciano. En lugar de abordar te¨®ricamente problemas atinentes a las estructuras econ¨®micas vigentes y anacr¨®nicas se nos apalea con noticias mortificantes como el imparable descenso del PIB por habitante, el aumento del desempleo sin visos de recolocaci¨®n, el n¨²mero de desahuciados, la desaparici¨®n de empresas, el creciente n¨²mero de valencianos en riesgo de pobreza, la impotencia y mala calidad de los servicios asistenciales o la quiebra de la Hacienda auton¨®mica, dicho sea todo ello a t¨ªtulo indicativo.
Una excepci¨®n hemos de hacer y es la del profesor Gregorio Mart¨ªn, quien, con la persistencia de una gota malaya, ha pronosticado a lo largo de estos ¨²ltimos a?os el caos financiero al que se abocaba fatalmente la Generalitat. Y dio en la diana.
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