?Silenciosos o silenciados?
El soberanismo ningunea la tercera v¨ªa al se?alar que esta ¡°llega tarde¡±
Vaya por delante que siento muy poca simpat¨ªa por la expresi¨®n ¡°mayor¨ªa silenciosa¡±. No solo por el gusto a su empleo que parece haberle cogido el actual Gobierno del PP (ya la hab¨ªa utilizado para relativizar el seguimiento de alguna protesta masiva), sino porque no puedo evitar el recuerdo de que tambi¨¦n constitu¨ªa uno de los recursos argumentativos m¨¢s del agrado de la propaganda franquista.
Pero no simpatizar con sus usuarios no es motivo suficiente para dejar de pensar en el asunto, una de cuyas dimensiones m¨¢s insoslayables es la de las razones por las que muchas personas parecen haber optado por el silencio. Porque no basta con animar a los silentes a que salgan de su mutismo y expresen en la plaza p¨²blica lo que piensan: limitarse a esto lo que estar¨ªa haciendo en el fondo ser¨ªa convertir esta reservada actitud de nuestros conciudadanos en una cuesti¨®n puramente personal ¡ªpor no decir psicol¨®gica¡ª en relaci¨®n con la cual lo ¨²nico que cabr¨ªa hacer desde las tribunas p¨²blicas ser¨ªa darles una palmadita en la espalda y animarles a que dijeran en voz alta lo que realmente piensan.
Por supuesto que me sumo a tan bienintencionada exhortaci¨®n. Pero se me permitir¨¢ que a?ada otra, dirigida no tanto a los silentes como a los silenciadores. Porque pienso que constituye un grave d¨¦ficit democr¨¢tico el hecho de que los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos catalanes, que se han alineado decididamente con el soberanismo, est¨¦n dando reiteradas pruebas de que, por lo que a ellos respecta, no van a dar la menor facilidad para que se produzca un debate abierto y plural.
No basta con animar a los silentes a que salgan de su mutismo y expresen en la plaza p¨²blica lo que piensan
Persevero en la expresi¨®n ¡°d¨¦ficit democr¨¢tico¡±, que ya he utilizado en otra ocasi¨®n, porque entiendo que el asunto no puede ser despachado con esa esgrima ret¨®rica de urgencia que con frecuencia tiene lugar en tertulias televisivas o radiof¨®nicas. Lo m¨¢s importante, resultando democr¨¢ticamente lamentable, no es que la respuesta a la objeci¨®n de falta de pluralismo en los medios de comunicaci¨®n p¨²blicos no sea capaz de ir m¨¢s all¨¢ de pseudorazones como que TVE o Tele Madrid hacen exactamente lo mismo. Quiz¨¢ a los oficialistas semejante argumento les parezca absolutamente concluyente, pero a mi juicio lo ¨²nico que hace es poner en pie de igualdad, en lo tocante a la voluntad de manipular la opini¨®n p¨²blica y controlar la informaci¨®n, a los soberanistas y al PP. Deber¨ªa disgustarles profundamente parecerse tanto a este partido en un asunto de tama?a importancia.
Pero m¨¢s grave incluso que el hecho de que pueda haber muchos conciudadanos que se sientan amedrentados por un tan bien engrasado aparato de propaganda es otro hecho. Me refiero a que el f¨¦rreo control sobre la informaci¨®n y la opini¨®n se produzca sin respetar unos m¨ªnimos est¨¢ndares de verdad y objetividad, poni¨¦ndose al servicio de un agit-prop que nunca proporciona al oyente o al espectador el menor contrapunto. Se le hurta de este modo al ciudadano la posibilidad de participar en un debate, imprescindible para llegar a las urnas (cuando sea) en condiciones democr¨¢ticamente aceptables.
No creo estar cargando las tintas del dibujo. Veamos, si no, un par de ejemplos, de indudable relevancia pol¨ªtica. El soberanismo se dedic¨® toda la anterior campa?a electoral a reiterar la afirmaci¨®n de que no exist¨ªan fuerzas pol¨ªticas en Espa?a dispuestas a una reforma constitucional, as¨ª como a sostener que el federalismo no era una opci¨®n atendible porque no hab¨ªa, ni dentro ni fuera de Catalu?a, federalistas. Ahora, cuando el principal partido de la oposici¨®n, la previsible tercera fuerza pol¨ªtica en las pr¨®ximas elecciones generales (IU) y otros grupos m¨¢s peque?os declaran su voluntad pol¨ªtica de emprender dicha reforma, o bien se ningunea tan rotunda toma de posici¨®n o bien se declara que ¡°llega tarde¡± (afirmaci¨®n de metaf¨ªsica hist¨®rica donde las haya: como si los soberanistas estuvieran en posesi¨®n del reloj secreto de la historia).
En relaci¨®n con el federalismo, la operaci¨®n es, si cabe, m¨¢s abiertamente intoxicadora. Visto que no hay forma de continuar sosteniendo su inexistencia pol¨ªtica (en el bar¨®metro de EL PA?S publicado el 9 de septiembre de 2013 se declaraban favorables a la soluci¨®n federal un 50% de los encuestados en Catalu?a y un 40% de los preguntados en el resto de Espa?a) se les intenta asimilar a los unionistas, es decir, al PP, confundiendo de manera tan manifiestamente malintencionada como deshonesta pol¨ªticamente los t¨¦rminos del debate al deslizar la idea de que solo hay dos posiciones en juego.
Puesto que, al menos en las declaraciones p¨²blicas, todo el mundo parece estar de acuerdo en la necesidad del di¨¢logo, me permitir¨¢n que termine el presente papel con una doble exhortaci¨®n, que es casi una s¨²plica: dialoguemos tambi¨¦n entre nosotros (el di¨¢logo no deber¨ªa ser solo cosa entre presidentes) y, por favor, jueguen limpio.
Manuel Cruz es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa Contempor¨¢nea en la Universidad de Barcelona y presidente de Federalites d'Esquerres. Autor del libro Fil¨®sofo de guardia (RBA).
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