La pared
Frente a una amplia movilizaci¨®n, pac¨ªfica y respetuosa, Rajoy parece haber optado por el desd¨¦n y la confrontaci¨®n
Para el ciudadano que se informa por la prensa, es dif¨ªcil hacerse una composici¨®n de lugar sobre lo que est¨¢ ocurriendo en Catalu?a. Cada declaraci¨®n, carta, o evento relacionado con este tema se traduce en los medios en informaciones dispares y, a veces, contradictorias. Pase lo que pase, diga lo que diga, unos ven un signo m¨¢s de la radicalizaci¨®n de Artur Mas (los que piden en sus editoriales mano dura al Gobierno espa?ol), otros ven se?ales de moderaci¨®n y de confirmaci¨®n de que hay v¨ªas de negociaci¨®n en curso, aunque nadie sepa contarnos entre quienes y con qu¨¦ contenidos (son los partidarios de las soluciones intermedias) y otros constatan la firmeza del presidente en el seguimiento de la hoja de ruta de la transici¨®n nacional (los que apuestan por la independencia).
A falta de informaciones precisas de lo que ocurre entre bastidores, los medios de comunicaci¨®n no nos explican lo que pasa sino que nos comunican sus deseos. Con lo cual cabe la sospecha de que realmente no est¨¢ ocurriendo nada detr¨¢s de la escena pol¨ªtica. Simplemente, hay en marcha la din¨¢mica de un movimiento social al alza, el rechazo sin paliativos desde las principales posiciones de la pol¨ªtica espa?ola, y los equilibrios de los partidos catalanes para no perder pie en un escenario que les supera.
La irrupci¨®n de Dur¨¢n, en vigilias del debate de pol¨ªtica general, en una jugarreta de las que en pol¨ªtica ¡ªcuerpo a tierra que vienen los m¨ªos¡ª solo se hacen a los amigos, parec¨ªa que pod¨ªa tener efectos clarificadores. Pero volvemos a lo de antes, mientas algunos peri¨®dicos celebran la osad¨ªa de Dur¨¢n, las ¨¦lites empresariales le ponen alfombras, y parte del independentismo le estigmatiza como traidor, otros insin¨²an que podr¨ªa ser el gran ariete de la independencia porque el previsible rechazo del Gobierno espa?ol a su tercera v¨ªa demostrar¨ªa definitivamente que no hay salida.
El movimiento de Dur¨¢n ha hecho que el PSC se soltara el pelo. Y tanto se ha desmelenado que Navarro, despu¨¦s de poner cara de muy enfadado, ha buscado la foto que le faltaba: Alicia S¨¢nchez Camacho. De Esquerra al PP en tres a?os, es la cr¨®nica de un desconcierto. Si el mensaje es ¡°antes gaviota que rota¡±, los socialistas habr¨¢n amortizado todas sus se?as de identidad.
Hay un problema pol¨ªtico de calado sobre la mesa, que requiere respuestas pol¨ªticas dignas de este nombre
Deber¨ªa ser la hora de la pol¨ªtica, y en cambio, como se ha visto con lo sucedido en torno al debate de pol¨ªtica general, abundan los codazos, los gestos para la galer¨ªa (una mano a Dios y otra al diablo) y los enfados teatrales. Demasiada minucia. Por este camino, s¨®lo hay dos salidas: la frustraci¨®n o la confrontaci¨®n. En realidad, cada vez parece m¨¢s claro que esta es la opci¨®n escogida por el Gobierno del PP y por gran parte de las ¨¦lites pol¨ªtico espa?olas. Evidentemente, dir¨¢n que el l¨ªo se ha organizado desde Catalu?a y que de ellos no es la culpa. Pero, en democracia, frente una movilizaci¨®n con amplio soporte ciudadano, repetidamente expresada en paz y respetuosamente, no se puede poner una pared y esconderse detr¨¢s de ella a la espera que los soberanistas se den de bruces. Hay un problema pol¨ªtico de calado sobre la mesa, que requiere respuestas pol¨ªticas dignas de este nombre.
Rajoy se siente c¨®modo en su estilo. Es una idea autoritaria de la democracia que ha practicado desde que lleg¨®: cree que la mayor¨ªa absoluta le da una legitimidad de origen incontestable y no sabe que es obligaci¨®n del gobernante renovar permanentemente la legitimidad de ejercicio, dando explicaciones a la ciudadan¨ªa, abriendo cuantos debates pol¨ªticos sean necesarios y respondiendo con respeto a las preocupaciones ciudadanas. Rajoy no ha cumplido una s¨®lo l¨ªnea de su programa electoral y todav¨ªa es hora de que d¨¦ una explicaci¨®n solvente de porqu¨¦ prometi¨® lo que sab¨ªa que no podr¨ªa hacer. Y ahora se parapeta detr¨¢s de la ley para rechazar cualquier negociaci¨®n digna de este nombre con Catalu?a.
Un coro de voces, con amplia presencia socialista, da aliento a esta actitud arrogante proclamando la secesi¨®n como imposible. Hay dos opciones democr¨¢ticas en escena: una reforma muy sustancial del sistema constitucional que reconozca a Catalu?a la condici¨®n de sujeto pol¨ªtico o una negociaci¨®n pactada de la independencia. Queda una tercera: la confrontaci¨®n, que parece ser la opci¨®n escogida por Rajoy que manda mensajes de m¨²sica celestial por carta o desde el extranjero, mientras se resguarda detr¨¢s de la Constituci¨®n y de la Guardia Civil. Puede que Rajoy crea que as¨ª excitar¨¢ el esp¨ªritu patri¨®tico de los suyos y salvar¨¢ su catastr¨®fica legislatura. ?A qu¨¦ precio? La pol¨ªtica del desd¨¦n siempre sienta mal a la democracia.
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