La fren¨¦tica hora cero del Alvia
La polic¨ªa realiz¨® 61 diligencias durante cuatro d¨ªas por orden del juez El magistrado estuvo 36 horas seguidas sin dormir
En medio del caos que es la curva de Angrois a las 23 horas del 24 de julio, un funcionario escribe a boli las primeras l¨ªneas de un sumario que hoy acumula miles de folios para tratar de esclarecer la peor tragedia que se recuerda en los ferrocarriles espa?oles. El funcionario que toma notas a mano est¨¢ a las ¨®rdenes del juez de instrucci¨®n n¨²mero 3 de Santiago, Luis Alaez, que en el final de una apacible guardia en v¨ªsperas del d¨ªa grande de Galicia ha recibido una grave alerta de la polic¨ªa judicial. Un tren descarril¨® a las afueras. El primer balance, el que hacen los agentes nada m¨¢s llegar, apunta seis v¨ªctimas mortales. A la media hora los polic¨ªas hablan ya de 20 fallecidos. ¡°O m¨¢s¡¡±.
Cuando est¨¢ sobre el terreno, Al¨¢ez monta dos equipos: uno lo encabeza ¨¦l mismo, el otro lo dirige su compa?ero Jos¨¦ Antonio V¨¢zquez Ta¨ªn, que se ha ofrecido a ayudar. Cada uno de ellos lo integra adem¨¢s un secretario judicial y varios forenses. La caligraf¨ªa perfecta del informe detalla a las 23:35 horas ¡°la inspecci¨®n ocular de seis cuerpos, los cuales se hallan fuera del vag¨®n que se encuentra en la ladera superior. Se procede al levantamiento del primer cad¨¢ver. Corresponde a un hombre de mediana edad que porta un documento del ministerio de defensa¡±. El segundo, otro var¨®n, lleva encima 63 billetes de 50 euros, uno de 20, uno de diez y uno de cinco, junto al DNI en la cartera. Los funcionarios solo apuntan las cantidades relevantes, que se van depositando en los sudarios junto a cada cuerpo. La calderilla no cuenta en las grandes cat¨¢strofes.
Las horas siguientes se parecen mucho al gui¨®n de una pel¨ªcula de terror: cuerpos mutilados, personas que no se pueden identificar y que son fotografiadas de una en una¡ Y restos que no se sabe a qui¨¦n corresponden que deber¨¢ analizar al Instituto de Medicina Legal. A las 00:45 horas el levantamiento de cuerpos parece listo. Ni siquiera est¨¢ claro el balance exacto, aunque las dos comisiones han ido orden¨¢ndolo todo minuciosamente. Un apunte provisional alude a la v¨ªctima n¨²mero 73 pero es pronto y pueden ser m¨¢s (finalmente, fueron 79, despu¨¦s de un ligero baile de cifras originado precisamente por el estado de algunos cuerpos).
Diez minutos m¨¢s tarde, a las 00:55 horas, la secretaria judicial recibe por correo electr¨®nico de un secretario de Estado de Fomento un documento crucial: el archivo electr¨®nico grabado en el centro de control de Adif con la conversaci¨®n entre el maquinista y personal de Renfe justo despu¨¦s del choque. El conductor del tren, Francisco Jos¨¦ Garz¨®n (imputado hoy por 79 homicidios por imprudencia) cuenta entre lamentos que circulaba a 190 kil¨®metros por hora en una zona limitada a 80. La frase la replican pronto todos los medios de comunicaci¨®n.
Dos horas antes, a las diez de la noche, el juez ya hab¨ªa ordenado realizar an¨¢lisis de sangre al maquinista (hospitalizado con un neumot¨®rax y varias costillas rotas) por si se pudieran detectar sustancias t¨®xicas en su organismo. La instrucci¨®n es verbal, como casi todo durante esa madrugada en el lugar de la cat¨¢strofe. Ya habr¨¢ tiempo para redactar los autos y centrarse en la burocracia. Alguien en su equipo pregunta si hay alg¨²n lugar con c¨¢maras de fr¨ªo adonde llevar los cuerpos. La respuesta de la Xunta pide que se trasladen al pabell¨®n Multiusos do Sar. Bomberos, m¨¦dicos y agentes de protecci¨®n civil siguen mezclados con el personal de las funerarias y vecinos voluntarios en un escenario dantesco que preside la chatarra de los vagones destrozados.
A las 3:45 se extrae la caja negra situada en la cabina delantera y media hora despu¨¦s la de la segunda locomotora. De su custodia se ocupa la polic¨ªa judicial que anota del n¨²mero de serie y las fotograf¨ªa. La comitiva judicial se traslada al pabell¨®n que acoge los f¨¦retros para intercambiar opiniones con los forenses que siguen trabajando a destajo. Surgen dudas sobres c¨®mo repatriar cad¨¢veres y m¨²ltiples complicaciones administrativas que se resuelven sobre la marcha.
Llega la ma?ana del 25 de julio, festivo de luto oficial, y Alaez junto a sus funcionarios redactan, ya con un ordenador delante, la apertura de las diligencias previas. En la primera hoja figura: ¡°HOMICIDIO POR IMPRUDENCIA¡±. Las may¨²sculas subrayan la primera tesis de los investigadores. Los siguientes folios oficializan las actuaciones de la madrugada. El instructor pide a la polic¨ªa tomar declaraci¨®n a los primeros agentes que llegaron a Angrois, a heridos leves, vecinos, al jefe de estaci¨®n de Santiago, a toda la tripulaci¨®n del Alvia y a cualquiera que tenga alguna pista sobre lo que sucedi¨® en la curva.
A las siete de la tarde, dos polic¨ªas se presentan en la habitaci¨®n 301 del Hospital Cl¨ªnico a leerle al maquinista sus derechos. Pasa a estar detenido: los agentes lo consideran sospechoso de m¨²ltiples homicidios por imprudencia, tantos como v¨ªctimas mortales. Se llevan su tel¨¦fono m¨®vil y una tarjeta prepago. No han transcurrido 24 horas desde el siniestro y por registro empiezan a llegar las primeras solicitudes para personarse en el caso. La aseguradora que debe correr con las indemnizaciones como titular de la p¨®liza obligatoria de viajeros pide ser parte en el procedimiento.
En las v¨ªas el trabajo contin¨²a. La polic¨ªa rastrea los vagones en busca del otro tel¨¦fono m¨®vil del maquinista, que no aparece. En comisar¨ªa empiezan los interrogatorios mientras alg¨²n cargo intermedio de Renfe se hace de rogar.
En el edificio Cersia, que arropa a los familiares, varios allegados se impacientan y exigen poder llevarse sus cad¨¢veres tras el infierno que han sido las horas de espera. La polic¨ªa judicial hace inventario de objetos en los vagones. Un listado manuscrito de diez folios por las dos caras incluye 73 bultos. Hay ordenadores port¨¢tiles, mochilas, bolsos de mano y hasta bicicletas. Muchos aparecen identificados pero en otros casos hay que acudir a facturas o recibos de la luz que estaban dentro de los equipajes para se?alar a sus due?os. A las 3 de la madrugada del 26 de julio, tras m¨¢s de 36 horas en pie, el juez Alaez se retira a descansar.
La ma?ana siguiente el juzgado se convierte en una m¨¢quina expendedora de autos. Manda oficios a Movistar y a Vodafone para que faciliten el tr¨¢fico de llamadas de los dos tel¨¦fonos del maquinista para comprobar si us¨® el m¨®vil mientras conduc¨ªa la locomotora (como finalmente se comprob¨®). A Renfe y Adif para que detallen la historia profesional de Garz¨®n ¡ªincluidos cursos, resultados de pruebas f¨ªsicas y su jornada laboral del 24 de julio¡ª as¨ª como la grabaci¨®n de las conversaciones entre la cabina y el control durante el ¨²ltimo trayecto, las pruebas de mantenimiento de la v¨ªa¡ El juez solicita informaci¨®n exacta sobre el trazado entre Ourense y Santiago, el que recorri¨® el Alvia antes de estrellarse contra el hormig¨®n que sujeta la curva de Angrois. Polic¨ªas graban desde la cabina de un tren (con autorizaci¨®n de Renfe) el recorrido sin que hayan comenzado las tareas de reconstrucci¨®n de las v¨ªas. A mediod¨ªa, coincidiendo con la rueda de prensa que el ministro del Interior, Jorge Fern¨¢ndez D¨ªaz, est¨¢ ofreciendo en la comisar¨ªa sobre las novedades del accidente, la polic¨ªa traslada al maquinista (que ya ha recibido el alta hospitalaria) al calabozo de ese mismo edificio.
El d¨ªa 28, cuatro despu¨¦s del accidente, el atestado policial incluye 61 diligencias, entre ellas declaraciones de vecinos, personal de Renfe, el revisor del Alvia, las im¨¢genes que grabaron las c¨¢maras de seguridad del siniestro, el DVD con el estado de las v¨ªas, la lista completa con los 78 fallecidos (que hab¨ªa en aquel momento) y un prolijo informe con datos t¨¦cnicos sobre los sistemas de seguridad ASFA y ERMTS. Tambi¨¦n consta la negativa a prestar declaraci¨®n ante la polic¨ªa del principal acusado, Francisco Jos¨¦ Garz¨®n. El juez le ha citado para el d¨ªa siguiente.
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