Una org¨ªa de estribillos

Adi¨®s al pop experimental, hola a las canciones fulminantes de tres minutos. Por si no hab¨ªa quedado lo bastante claro un par de a?os atr¨¢s, con su debut lejos del fraternal d¨²o The Fiery Furnaces, Eleanor Friedberger ha renovado los votos. La de Illinois destierra su faceta sesuda para consagrarse a un arte a¨²n m¨¢s complejo, el de agarrar al oyente por la solapa y no soltarlo durante todo un disco. Su segunda entrega, la muy reciente Personal record, es sencillamente una org¨ªa de estribillos que en directo se vuelve todav¨ªa m¨¢s irresistible y carnal. Fulminante como una hornada de ¨¦xitos de los a?os setenta, con esas guitarras crepitantes y contagiosas que en directo le proporciona, para m¨¢s inri, uno de los gemelos Brewis (Field Music).

Apunte rosa: Eleanor fue pareja de Alex Kapranos y comparte con el l¨ªder de Franz Ferdinand su gusto por el rock fulgurante. I won¡¯t fall apart on you tonight es adictiva como una Blondie guitarrera, Heaven arranca desde el estribillo y Stare at the sun, m¨¢s acelerada que en el vinilo, engrandecer¨ªa cualquier disco de Graham Parker. Cabe la tentaci¨®n de pensar en una Chrissie Hynde en peque?ito, aunque el diminutivo se hace cada vez m¨¢s innecesario. Friedberger parece t¨ªmida, pero suministr¨® 75 minutos arrolladores. Y ello, pese a que la refrigeraci¨®n en la Sala Charada hac¨ªa pensar en una era glaciar inminente.

Llegar¨ªan a¨²n nuevas joyas urgentes: I¡¯ll never be happy again, con su bajo pesado como un remordimiento; She¡¯s a mirror, que le gui?a el ojo a Maneater (Hall & Oates), y, sobre todo, When I knew, sabros¨ªsimo himno l¨¦sbico que cita a ?Soft Machine! Al final, tras el euf¨®rico My mistake, Eleanor se baj¨® a vender personalmente sus camisetas. Autogesti¨®n, que se llama.