Un barrio sin cines

Miguel M. llega corriendo para ver Una Casa en C¨®rcega. Falta un minuto para que comience la pel¨ªcula. Llega abatido y exhausto, agobiado por llegar tarde. Pero al detenerse frente a la cartelera, su respiraci¨®n se apacigua y su mirada se muestra confundida: ¡°?Lo han cerrado? Puf¡­ este era el ¨²nico que me quedaba cerca para venir andando, y ahora ?ad¨®nde voy al cine?¡±, pregunta enfadado.

Para los vecinos del distrito de Tetu¨¢n, el cierre de los cines Renoir de Cuatro Caminos implica el fin de las salas en la zona. Despu¨¦s de que los cines Lido 3D (Calle de Bravo Murillo, 200), cerraran el verano pasado, a los vecinos del barrio solo les quedaban cerca los Renoir, aunque pertenecieran propiamente al distrito de Chamber¨ª. ¡°Hubo una ¨¦poca en la que esta zona estaba llena de cines¡±, dice Mario Gonz¨¢lez, un vecino de Tetu¨¢n. Gonz¨¢lez, de 60 a?os, ha vivido toda su vida en este distrito. Sabe bien de lo que habla. ¡°Por los a?os 60 y 70 hab¨ªa unos 15 o 16 cines por aqu¨ª. La calle de Bravo Murillo los ten¨ªa casi todos: el Lido, los Cristal, el Versalles, el Tetu¨¢n, el Carolina, el Montija-Condado o el Versalles¡±, recuerda con nostalgia.

Ahora Bravo Murillo est¨¢ llena de tiendas de todo tipo: perfumes, zapatos, ropa, electrodom¨¦sticos, supermercados, sin mucha oferta de ocio, seg¨²n cuentan los vecinos. Y lo que ha quedado de todos estos cines es, precisamente, un recuerdo. ¡°Aqu¨ª hace a?os estaban los Montija-Condado, ahora son un supermercado Lidl¡±, se?ala Gonz¨¢lez. Y es justamente gracias al Plan General de Ordenaci¨®n Urbana de 1997 que permite romper el blindaje cultural de los cines y habitarlos en comercios o viviendas, que muchas de estas salas se han reconvertido en tiendas o pisos. El cine Versalles es, por ejemplo, el Bingo Versalles, y el cine Carolina se ha convertido en una tienda de ropa C&A. Solo los Lido, junto al metro Estrecho y los Cristal, al lado del Mercado Maravillas conservan la fachada y, el firme recuerdo, de que aun siguen siendo cines.

La subida del IVA del 8% al 21% en los productos culturales, las descargas por Internet y la crisis econ¨®mica en general han supuesto la estocada definitiva para los cines en los barrios de Madrid que, poco a poco, van desapareciendo. Gonz¨¢lez se sienta en un banco frente a los Lido, que a¨²n conservan la cartelera con las pel¨ªculas que se proyectaban en sus siete salas. ¡°Hace a?os las colas para entrar en las salas eran inmensas¡±, cuenta este vecino que a?ora esos d¨ªas en los que pasaba una hora haciendo cola para ver una ¡°peli de vaqueros¡±. Bien val¨ªa la pena. ¡°Ahora, en cambio, nunca ves mucha gente antes de comenzar una funci¨®n. Si no, mira los Renoir, que terminaron con solo tres personas. Parece que hay cosas m¨¢s importantes y el bolsillo tampoco lo permite. Mis nietos, por ejemplo se lo ven todo por Internet¡±, comenta.

?Y ahora que les queda a los tetuaneros? ¡°Por aqu¨ª no hay mucho que hacer. Hay algunos teatros para gente de la tercera edad, alguna sala de exposiciones¡­ pero no hay muchas opciones de divertimento. No es como antes¡±, dice algo consternado Gonz¨¢lez. Ahora, tanto los cin¨¦filos como los que solo quieran pasar un buen rato mirando una pel¨ªcula tendr¨¢n que coger el autob¨²s, el metro o el coche. ¡°Est¨¢ el cine Conde Duque m¨¢s o menos cerca en Santa Engracia, o tambi¨¦n quedan, por suerte, los Renoir de la plaza de Espa?a. Habr¨¢ que ir hasta la Vaguada que queda bastante lejos¡±.