¡°Nos obligan a una vida muy precaria¡±
Los j¨®venes que se quedan oscilan entre el pesimismo de la realidad y el optimismo de seguir viviendo
Rondan los 30 a?os. En otra ¨¦poca estar¨ªan teniendo hijos, pagando casas y y¨¦ndose de vacaciones. Pero ese tiempo pas¨®, y ahora no tienen ninguna de esas cosas. ¡°Afortunadamente¡±, piensan algunos. Se dedicaron a formarse, seguir los pasos que la sociedad les marc¨® para conseguir la prosperidad y ahora, para poder construir una vida propia, emigran. Pero no todos. Algunos de los j¨®venes valencianos que se han quedado aqu¨ª est¨¢n planeando la huida, otros no se han ido porque prefieren resistir y otros no se van porque, sencillamente, no pueden.
Omar (32 a?os) no termin¨® la secundaria porque no le gustaba estudiar. ¡°Mi madre me dijo: Pues entonces aprende lo que es trabajar¡±. Empez¨® en una empresa de energ¨ªa solar, fue camarero, trabaj¨® en discotecas y finalmente se subi¨® a la ola de la urbanizaci¨®n empezando por la construcci¨®n de piscinas. Pero la rueda del trabajo, con 32 a?os, ya le ha dejado fuera. ¡°En mi sector somos muchos en la misma situaci¨®n. Ahora no se busca alguien que lo haga bien sino alguien que lo haga barato, aunque el cliente no salga satisfecho¡±. Joven y con experiencia, hace reparaciones, que cobra en negro, y vive con sus padres, que pr¨¢cticamente le mantienen: ¡°Es imposible pagar aut¨®nomos con los ingresos que tengo. Adem¨¢s, los aut¨®nomos est¨¢n toda la vida trabajando para luego no tener nada¡±. Omar ha pensado en emigrar. Pero no puede. ¡°?Qu¨¦ te vas a plantear cuando tu limitaci¨®n es el dinero? Por un lado digo: ?d¨®nde voy a ir si no puedo pagar ni siquiera aqu¨ª dos meses de alquiler? Y por otro lado digo: ?y por qu¨¦ me tengo que ir yo de mi tierra?¡±.
Si hay una zona en la que ha afectado el estallido de la burbuja inmobiliaria es la Comunidad Valenciana. ¡°El 90% de mis compa?eros arquitectos han emigrado¡±, explica Miriam, arquitecta de 32 a?os. Acaba de abandonar su trabajo en una academia universitaria de clases de repaso. ¡°?Que cu¨¢nto cobraba? ?En blanco o en negro?¡±, se queja. Miriam ha encontrado un hueco en el mercado de la educaci¨®n y est¨¢ montando una peque?a academia propia. ¡°Ahora a los universitarios les importa mucho ir a curso por a?o porque, si pagar una matr¨ªcula es dif¨ªcil, repetir, y pagar dos, lo es m¨¢s¡±. Cuenta que prefiere quemar todos los cartuchos antes de emigrar. ¡°En dos ocasiones he tenido encargos de proyectos para acondicionar espacios para abrir negocios y al final no los he hecho porque los emprendedores no han conseguido el cr¨¦dito¡±.
Contra el discurso oficial, que anuncia planes de apoyo a emprendedores, los j¨®venes que se embarcan ahora en esta aventura se sienten casi h¨¦roes. ?Las principales dificultades? ¡°?Los impuestos!¡±, dice rotundo Jos¨¦ (32 a?os) que mont¨® una peque?a empresa con tres amigos en 2005 para la cual, asegura, nunca han necesitado un cr¨¦dito. ¡°Ahora, despu¨¦s de ocho a?os, muchos trabajos paralelos y bastantes calamidades, hemos empezado a cobrar: 540 euros al mes¡±. Su empresa, dedicada a actividades de ocio y formaci¨®n para extranjeros, ha salido adelante porque sus clientes internacionales cada vez vienen m¨¢s. Empezaron organizando actividades para Erasmus y ahora gestionan un hostal en la ciudad. ¡°Sientes una gran frustraci¨®n porque por parte de la Administraci¨®n nadie te ayuda. Es una pelea, es rid¨ªculo¡±, cuenta Isabel (34 a?os), su socia y pareja. ¡°Conocemos mucha gente de otros pa¨ªses que nos cuenta, por ejemplo, que las empresas nuevas no pagan impuestos hasta que no tienen beneficios. Aqu¨ª empiezas pagando m¨¢s de 3.000 euros para montar una SL, d¨¢ndote de alta como aut¨®nomo y pagando 250 euros cada uno. Tengas o no beneficios. As¨ª entiendo que la gente joven no sea capaz de emprender ning¨²n tipo de negocio¡±.
¡°?D¨®nde voy a ir si no puedo pagar un alquiler ni aqu¨ª?¡±, dice Omar, obrero
Jos¨¦ Manuel (30 a?os) acaba de traspasar su participaci¨®n en una peque?a empresa: una academia de clases de repaso. ¡°Las pymes somos los recaudadores del Estado. Y al final dices, no tengo por qu¨¦ pagar alquiler, ni IVA, ni IRPF, cuando hay quien est¨¢ declarando fuera y evadiendo impuestos. No estoy dispuesto a entrar en la rueda de la recaudaci¨®n cuando es injusta¡±, critica. Con una carrera y media, un m¨¢ster y un doctorado cum laude en tiempo r¨¦cord, Jos¨¦ Manuel da clases de ingl¨¦s y es m¨²sico. ¡°Es parad¨®jico que de mi hobbie est¨¦ ingresando m¨¢s dinero que de mi trabajo¡±.
Con 30 a?os, ha participado en ocho peque?as empresas relacionadas con la comunicaci¨®n y la docencia. Se ha planteado emigrar, pero se niega a hacerlo porque, asegura, prefiere aportar aqu¨ª su conocimiento y experiencia. Confiesa, sin embargo, que alguna vez ha llorado por la impotencia de ver que aqu¨ª no se valora el m¨¦rito. ¡°Soy la primera tesis doctoral sobre el 15-M en Espa?a y sobre comunicaci¨®n en redes sociales. Si fuera holand¨¦s, estar¨ªa rechazando trabajos. Con 30 a?os, carrera y media, un m¨¢ster y un doctorado cum laude, te sientes imb¨¦cil. Te sientes el tonto de la clase¡±.
Los testimonios de muchos j¨®venes emigrantes se parecen: estudiaron toda la vida para dedicarse a algo que no tiene nada que ver a cientos de kil¨®metros de distancia. ¡°La gente que se est¨¢ yendo a la aventura est¨¢ condenada al fracaso porque no hacen un an¨¢lisis de lo que necesita el pa¨ªs y de si t¨² ofreces lo que el pa¨ªs est¨¢ demandando. Para estar all¨ª limpiando ba?os, ?de verdad no te compensa m¨¢s estar aqu¨ª dando clases de repaso?¡±, explica Jos¨¦ Manuel que, despu¨¦s de seis a?os de independencia, hace unos meses que volvi¨® a vivir en casa de su madre. Para ¨¦l no es un problema volver, pero hay quien todav¨ªa no ha podido salir.
¡°Tengo un minijob que se compone de dos superminijobs: uno de 15 horas en un Ayuntamiento y cuatro horas en una escuela de adultos. Estoy en casa de mis padres y no veo el momento de irme¡±, explica Rosella (27 a?os). Esta licenciada en Ciencias Ambientales con dos m¨¢steres lleva a?os estudiando para optar a un puesto en la funci¨®n p¨²blica. ¡°Siempre he querido trabajar en el Ministerio de Medio Ambiente y aqu¨ª estoy: esperando que alg¨²n d¨ªa se mueva la bolsa de trabajo y salga la plaza de la oposici¨®n del Estado que aprob¨¦ hace un a?o¡±. Aunque solo tiene 20 personas por delante, Rosella es realista: ¡°Plaza para toda la vida, ahora mismo, no hay. Pero obligarme a estudiar y estar al d¨ªa tambi¨¦n me est¨¢ ayudando a encontrar un trabajo en una empresa privada, porque la entrevista me saldr¨¢ mejor¡±. Conoce tres idiomas, eso no supone una limitaci¨®n, pero reconoce que se niega a emigrar porque le costar¨ªa estar lejos de su tierra y su familia. Rosella llora cuando recuerda que su hermana, hace dos a?os, le animaba a emigrar.
Miriam, arquitecta, ha montado una academia de repaso para universitarios
¡°Sigo haciendo lo mismo que cuando ten¨ªa 12 a?os. Entre semana iba a la escuela, ahora voy a trabajar. El fin de semana me voy al pueblo en el coche de mis padres porque no puedo permitirme mantener un coche propio. Y me he adaptado a eso¡¡±, dice con la garganta en un pu?o. ¡°La situaci¨®n actual est¨¢ afectando mucho a las relaciones sociales. Yo he tenido una pareja durante nueve a?os y al final la situaci¨®n ha podido con nosotros. Yo nunca ten¨ªa un trabajo que me permitiera dar el paso de ir a vivir juntos y no poder avanzar ha acabado terminando con nuestra relaci¨®n¡±, cuenta emocionada. Como ella, miles de j¨®venes han tenido que reformular su modelo de vida para tratar de ser felices.
¡°A veces tengo miedo de adaptarme a esta nueva forma de vida tan miserable¡±, dice Adri¨¢n, dise?ador gr¨¢fico de 32 a?os. ¡°Nos est¨¢n obligando a vivir una vida muy precaria. A veces pienso que me gusta haber aprendido a desear menos cosas materiales, ir en bicicleta o consumir menos. Pero por el contrario pienso: ?Me viene impuesto? ?Me estoy conformando porque no puedo hacer otra cosa? ?Han conseguido lo que pretend¨ªan?¡±. Hace un par de semanas que Adri¨¢n est¨¢ en paro. Ha trabajado en varios estudios, el ¨²ltimo en el de su padre, que fue perdiendo volumen de trabajo hasta que sus manos fueron prescindibles. ¡°Los ¨²ltimos dos a?os solo me daba de alta como aut¨®nomo unos meses para facturar todo lo del a?o¡±.
Adri¨¢n no puede evitar enfadarse: ¡°?Por qu¨¦ siguiendo todos los pasos correctamente, como me han dicho que hab¨ªa que hacer, ahora esta sociedad me trata como un in¨²til?¡±.
¡°Despu¨¦s de ocho a?os cobro 540 euros al mes¡±, dice Jos¨¦, emprendedor
Atribuir la emigraci¨®n juvenil al ¡°impulso aventurero¡± de los j¨®venes, o llamarla ¡°movilidad exterior¡±, ofende a muchos de los entrevistados. Jos¨¦ Manuel es expl¨ªcito: ¡°No s¨¦ c¨®mo gente que no ha trabajado en su vida se permite hacer afirmaciones tan banales sobre una situaci¨®n que es tr¨¢gica. Tenemos unos gobernantes que son una casta que vive en una burbuja completamente ajena al sufrimiento de la gente¡±.
Cuando piensan en el futuro, su horizonte temporal cada vez es m¨¢s corto, a veces, 24 horas. ¡°Vivir el hoy puede parecer muy hippie, pero es lo m¨¢s cauto¡±, dice Jos¨¦ Manuel.
Todos comprenden a los emigrantes y tienen claro c¨®mo est¨¢ el mercado exterior. ¡°Por la experiencia de las personas que conozco, Europa est¨¢ saturada¡±, cuenta Adri¨¢n. ¡°Me da rabia pensar en verme obligada a emigrar. Parece que emigrar est¨¢ de moda y parece que si los que no encuentran trabajo de lo suyo se marchan, aqu¨ª molestan menos¡±, explica Miriam.
¡°Tengo un ¡®minijob¡¯ compuesto por dos ¡®superminijob¡±, dice Rosella, licenciada
Los j¨®venes que se quedan se balancean entre el pesimismo de la realidad y el optimismo de quien no tiene m¨¢s remedio que seguir viviendo. ¡°Ideas hay de sobra para intentar llevar adelante otro tipo de econom¨ªa. Los que podamos, seguiremos tirando adelante para intentar vivir. Simplemente¡±, cuenta Omar. Rosella seguir¨¢ pele¨¢ndose por avanzar: ¡°La situaci¨®n se arreglar¨¢ y llegar¨¢ nuestra oportunidad. Posiblemente llegar¨¢ el momento en que dejar¨¦ los minijobs y tendr¨¦ un trabajo decente. Pero igual es demasiado tarde porque he dejado de viajar y de hacer muchas cosas por estar siempre pendiente de si me llamaban de una entrevista¡±.
Jos¨¦ Manuel es m¨¢s rotundo: ¡°Para m¨ª, Tener un puesto de trabajo o un sueldo fijo es Steven Spielberg: ciencia ficci¨®n¡±.
Quedarse, pero luchando
Desde el florecimiento de la primavera ¨¢rabe, a finales de 2010, muchos son los movimientos de protesta que han surgido en Europa. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), el 15-M y la primavera valenciana, los m¨¢s medi¨¢ticos en la Comunidad Valenciana, han dejado poso y algunos j¨®venes han decidido seguir nadando porque no se conforman con tener el agua al cuello para siempre.
Silvia Mart¨ªn (34 a?os), miembro de la PAH, se diplom¨® en Terapia Ocupacional y, cuando consigui¨® trabajo, decidi¨® comprarse una casa con una hipoteca del Sabadell-CAM. Pero cuando el trabajo mengu¨®, Silvia dej¨® de poder pagar. Sus padres, que le avalan, pueden perder la casa si ella no se pelea por defender la suya y la de sus compa?eros. ¡°La plataforma para m¨ª ha significado empezar una vida nueva. Derruir todos los valores antiguos para construir una mentalidad totalmente distinta. Ahora lo comprendo todo perfectamente. S¨¦ lo que defiendo y s¨¦ lo que quiero¡±, explica. Cuenta que no se plantea emigrar porque no puede marcharse abandonando su problema y la lucha por el derecho a una vivienda.
¡°Esto es una estafa en la que se socializan las p¨¦rdidas y se privatizan las ganancias¡±, dice Albert Ord¨®?ez (22 a?os), estudiante de un grado superior, y una de las cabezas m¨¢s visibles de las protestas de estudiantes de primavera valenciana. Presidente de la Federaci¨® Valenciana d¡¯Estudiants en 2012, se reuni¨® con la delegada del Gobierno, Paula S¨¢nchez de Le¨®n, para llegar a una soluci¨®n ante la violencia de las protestas. Detenido durante las movilizaciones, est¨¢ a la espera de juicio. ¡°Nuestra generaci¨®n solo ser¨¢ ¡°perdida¡± si nadie se queja contra quienes est¨¢n haciendo de esto el cuento para ganar m¨¢s dinero. Seguiremos luchando hasta que tengamos las riendas para tomar las decisiones en nuestro propio pa¨ªs¡±.
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