Temblores
Tarde o temprano, los gobiernos acaban poniendo cara de susto al sentir que tiembla la tierra
El ministro llam¨® por cortes¨ªa al l¨ªder de su partido en tierras valencianas. Era una cortes¨ªa que no hab¨ªa obtenido ¨¦l mismo del presidente de la Generalitat, quien no se puso al tel¨¦fono un rato antes, cuando le llam¨® para comunicarle oficialmente el asunto. ¡°Vamos a aprobar hoy en el Consejo de Ministros la instalaci¨®n del almac¨¦n de residuos radiactivos en Zarra¡±, vino a decirle. ¡°Que sepas que estamos en contra y vamos a hacer todo lo posible por impedirlo¡±, le respondi¨® su correligionario en una tensa conversaci¨®n. El titular de Industria descubri¨® horas despu¨¦s que desde Valencia hab¨ªan contactado con varios miembros del Consejo de Ministros, y que no hab¨ªa sido precisamente el Gobierno auton¨®mico del PP, que permanec¨ªa agazapado a la espera de saltar sobre los socialistas con otra excusa para su estridente victimismo. La decisi¨®n se pospuso. Jorge Alarte, entonces secretario general del PSPV-PSOE, conoce bien la historia.
A?os antes, por lo visto, ning¨²n dirigente rebelde y ninguna Administraci¨®n pusieron pegas al proyecto Castor, ni le exigieron las garant¨ªas que habr¨ªan evitado los temblores que sacuden la costa del Baix Maestrat y el Montsi¨¤ cuando la plataforma inyecta gas en el desp¨®sito submarino. Ayer mismo, la nueva ley de evaluaci¨®n ambiental superaba en el Congreso de los Diputados, con los votos del PP, el tr¨¢mite de enmiendas a la totalidad como si nada hubiera sucedido. Si en la costa vasca de Bermeo un dep¨®sito de gas como el de Vinar¨°s funciona sin el menor problema, es obvio que el del Mediterr¨¢neo est¨¢ mal planteado, y que no funcionaron debidamente las evaluaciones. El error puede repetirse con el fracking, de efectos potenciales todav¨ªa m¨¢s graves. Las agresivas t¨¦cnicas de extracci¨®n importadas de Estados Unidos vienen impulsadas por los argumentos de la industria energ¨¦tica. La fractura hidr¨¢ulica ya ha causado impacto en zonas de Pensilvania y Texas, por no hablar de la europea Holanda. La extracci¨®n de shale gas puede ser la panacea del combustible para unas d¨¦cadas, pero habr¨¢ que calibrar si estamos dispuestos a soportar los movimientos s¨ªsmicos que se sabe que causa y a pagar el precio de los eventuales estragos en acu¨ªferos y subsuelos de entornos tan fr¨¢giles como El Maestrat.
Ah¨ª se la juegan los gobiernos. Cuando uno va de hooligan del progreso, tarde o temprano acaba poniendo cara de susto al sentir que tiembla la tierra. Tal vez sea todav¨ªa in¨²til pedir que la sostenibilidad ocupe un lugar en las prioridades energ¨¦ticas, ambientales, urban¨ªsticas e industriales. Pero no lo es exigir, al menos, una cierta prudencia. Tambi¨¦n en la econom¨ªa. De los entusiasmos fan¨¢ticos de otros tiempos con el desarrollo urban¨ªstico, el turismo de eventos, la autorregulaci¨®n bancaria, la opacidad en el control de los fondos p¨²blicos o en la financiaci¨®n de los partidos y el enriquecimiento f¨¢cil proceden la penuria social y los temblores que hoy pintan caras de susto a nuestros gobernantes.
Como un sism¨®grafo, la encuesta de Metroscopia para El PA?S, publicada con motivo del 9 d¡¯Octubre, revela fuertes movimientos de fondo en la opini¨®n p¨²blica. Si uno se pasa a?os vendiendo ardor pol¨ªtico frente a discriminaciones reales o ficticias, lo m¨ªnimo que puede suceder es que haya temblores cuando se destapa la patra?a. Alberto Fabra y los suyos notan sin duda la sacudida y se aplican a extremar el gesto para simular que no sienten el estremecimiento. Hay que esperar a¨²n para comprobar si se avecina un terremoto.
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