Llovet en el Palace
A Llovet no le entusiasma el franc¨¦s Balzac por sus descripciones interminables pero imprecisas
La otra noche volv¨ª al Palace, a Manderley, para compartir manteles con Jordi Llovet, que iba a hablar de Balzac. Ten¨ªa yo la intenci¨®n de prestarle mi mudo apoyo porque d¨ªas atr¨¢s la chusma bram¨® mucho en las ¡°redes sociales¡± por haberse atrevido Llovet a publicar en el Quadernun par de art¨ªculos sobre ¡°el proceso¡±, no el kafkiano sino el soberanista (bueno, tambi¨¦n kafkiano), art¨ªculos que son pura sensatez, y con la malicia que es marca de la casa.
Al llegar a Manderley y verle, entre otros invitados a la cena suntuosa, muchos de ellos conocidos y queridos, comprob¨¦ que sigue exacta, f¨¢usticamente igual a la noche en que le conoc¨ª, har¨¢ treinta y cinco a?os, en las Ramblas, y yo iba con Carles Prats, entonces estudiante de filolog¨ªa catalana, que viendo que se acerca en direcci¨®n contraria, hablando tambi¨¦n con un amigo, un tipo con chupa y un pa?uelo al cuello, me dice ¡°ven que te voy a presentar a mi profesor que da unas clases fant¨¢sticas, es el mejor de la universidad¡±. Estaba el joven Llovet de excelente humor y se puso a hablar de su traducci¨®n al catal¨¢n del m¨¢s famoso relato de Kafka, y a explicarnos, con todo lujo de detalles lexicogr¨¢ficos, que el correcto t¨ªtulo no es La metamorfosi sino La transformaci¨®. ¡°En alem¨¢n es clar¨ªsimo, Die Verwandlung, o sea la transformaci¨®n, claramente diferente de Metamorphose, que¡¡±, etc¨¦tera. En fin, creo que dec¨ªa eso, quiz¨¢ me equivoco. Y no recuerdo m¨¢s, salvo el entusiasmo por las cosas del esp¨ªritu y las aventuras de la cultura y la vida con que se expresaba. Qui¨¦n me iba a decir que le leer¨ªa tanto.
Ahora como ven¨ªa diciendo, Llovet est¨¢ id¨¦ntico, salvo que ya no lleva pa?uelo al cuello sino corbata. Nos sentamos a la mesa. Es un banquete que ofrece a la prensa la empresa Montblanc para promover su nueva estilogr¨¢fica ¡°Balzac¡±. Habla Llovet de Balzac, autor que no le entusiasma por sus descripciones interminables pero imprecisas: ¡°En esto es m¨¢s eficaz, por ejemplo, James; y no digamos ya Flaubert, que en tres l¨ªneas lo resuelve mejor. Seg¨²n Flaubert, Balzac hubiera sido un gran escritor si hubiera sabido escribir... Y luego vienen los simbolistas, cambia el paradigma del escritor y Balzac queda anacr¨®nico. Ahora bien, si t¨² quieres saber c¨®mo era Francia en los a?os 20, 30, del siglo XIX, m¨¢s te aprovechar¨¢ leerle a ¨¦l que a los historiadores de ese tiempo¡±.
Se queda pensando un momento: ¡°Cuando Mart¨ªn de Riquer ten¨ªa 85 a?os va y un d¨ªa me dice: ¡®?Sabes que de Balzac s¨®lo he le¨ªdo veinticinco novelas? Esto lo voy a corregir¡¯. Se compr¨® la Comedia Humana en La Pl¨¦iade, y ese verano se la ley¨® entera¡±.
¡ª?T¨², Llovet, le ver¨ªas mucho a Riquer, supongo, en la universidad?
¡ª Claro. Le admiraba mucho, como es natural, y le trataba de usted, pero con el mucho trato al paso de los a?os acab¨® por decirme: ?No podr¨ªamos tutearnos? Tratarle de t¨², con todo el respeto que le ten¨ªa, se me hac¨ªa muy raro pero al final me acostumbr¨¦. Acabamos siendo amigos. Amigos: ni m¨¢s, ni menos. El no era muy de tener disc¨ªpulos, distingu¨ªa muy claramente la categor¨ªa de alumno de la de amigo. Rele¨ªa mucho. Cada a?o, desde que ten¨ªa diez, volv¨ªa a leer el Quijote. O sea que lo ley¨® 90 veces. Cada dos o tres a?os rele¨ªa El club Pickwick...
¡ªClaro, Pickwick es heredero del Quijote.
¡ªToda la novel¨ªstica inglesa es la que recoge la herencia del Quijote. En Francia en cambio nadie sigui¨® esa estela, hasta q ue lleg¨® Flaubert¡
¡ªYa que mencionas a Flaubert, ?a ti te parece que estamos viviendo tiempos interesantes, o ins¨ªpidos?
¡ª?Te refieres a la pol¨ªtica?
¡ªBueno, a esta atm¨®sfera en la que cualquier mandado del Govern llama ¡°cretino¡± a Vargas Llosa impunemente. O si a ti se te ocurre disentir del Movimiento Nacional te sueltan la jaur¨ªa a ladrarte por el hiperespacio, y pronto por la calle, ya lo ver¨¢s. Esta desenvoltura en la bajeza es un fen¨®meno nuevo. Aunque recuerda al tango Cambalache: ¡°todo es igual, nada es mejor, lo mismo un burro que un gran profesor¡±. Y tambi¨¦n me recuerda lo que dices en Adi¨®s a la universidad sobre la quiebra de la autoridad intelectual
Se le borra la sonrisa, est¨¢ preocupado Llovet:
¡ªPol¨ªticamente el momento es peligroso, muy extra?o y peligroso. Desde el punto de vista cultural los nacionalismos tienden a cerrarse. Y cuando los medios de comunicaci¨®n est¨¢n en manos del que manda, la figura cl¨¢sica del intelectual que puede influir en la sociedad, que puede aportar su saber modesto o grande, ya no existe. Las Humanidades ya no est¨¢n incardinadas en la vida pol¨ªtica. No se puede hacer nada. Es una pena porque hay gente muy buena que tiene mucho que aportar, pero hay que retraerse a la vida erem¨ªtica. Mira, al fin y al cabo lo que le pas¨® a Flaubert fue eso¡
(Me regalaron una lujosa pluma ¡°Balzac¡±, quedo muy agradecido pero ahora resulta que tengo ya cuatro o cinco plumas, y s¨®lo una mano para escribir. ?Quiz¨¢ podr¨ªa alguien regalarme tambi¨¦n dos o tres manos, o decirme d¨®nde se compran?).
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