Hollywood fuera de c¨¢mara
La T¨¦rmica exhibe en M¨¢laga una selecci¨®n de fotograf¨ªas de Sid Avery sobre estrellas de la ¨¦poca dorada del cine
Su mirada se convirti¨® en la mirada indiscreta de todo un pa¨ªs. Un pa¨ªs, Estados Unidos, que sucumb¨ªa a los encantos de las grandes estrellas del celuloide, una especie de realeza en blanco y negro que se hab¨ªa convertido en el espejo en el que mirarse. Eran los felices a?os 50, cuando el gigante americano asist¨ªa a una revoluci¨®n cultural impulsada por el r¨¢pido desarrollo industrial posterior a la Segunda Guerra Mundial y el consecuente fen¨®meno de consumismo.
Sid Avery (Ohio, 1918, Los ?ngeles, 2002) no solo fotografi¨® a lo m¨¢s selecto de Hollywood, sino que fue tal su cercan¨ªa con las estrellas de los grandes estudios cinematogr¨¢ficos que lo hizo mientras estos se desenvolv¨ªan en sus quehaceres dom¨¦sticos, sus fiestas privadas, sus viajes o en sus m¨¢s rutinarias tareas como ciudadanos de a pie.
Entre 1946 y 1961 Sid Avery dispar¨® unas 350.000 instant¨¢neas, muchas de las cuales dieron forma a Sid Avery: The art of Hollywood snapshot, un libro en el que la mirada de Avery atrapa esos instantes en los que el actor deja de ser estrella y se convierte en padre, hermano, madre o hijo.
Im¨¢genes que ahora llegan a M¨¢laga gracias a Esplendor en Hollywood, una muestra que hasta el pr¨®ximo 7 de enero re¨²ne en el centro cultural de La T¨¦rmica una selecci¨®n de 25 fotograf¨ªas de Avery que por primera vez se exhiben en Europa.
Fotos en las que se puede ver a Paul Newman con pantalones cortos y calcetines blancos mientras fr¨ªe un huevo en su cocina en presencia de su inseparable mujer, Joanne Woodward. A la apabullante Liz Taylor tomando el sol en el rodaje de Gigante; o c¨®mo Rock Hudson atiende el tel¨¦fono al salir de la ducha, con una toalla a la cintura. Tambi¨¦n capt¨® al impenetrable Humphrey Bogart leer junto a la chimenea un cuento a su hijo Stephen, con su mujer, Lauren Bacall, observando la escena y sus tres perros b¨®xer dormitando en el suelo¡
¡°Su objetivo eran las estrellas de Hollywood, pero al contrario de los paparazzi, ¨¦l no las ve¨ªa de lejos y apretaba el percutor como un loco esperando que el dios de la fotograf¨ªa le concediera un buen plano. No, a Avery le abr¨ªan la puerta de casa, le pon¨ªan la alfombra y le preparaban un martini. Mientras los dem¨¢s fot¨®grafos se las ve¨ªan y deseaban para conseguir una sesi¨®n en condiciones, los titanes de los grandes estudios se pasaban el tel¨¦fono de este gentleman que se convertir¨ªa en el mejor retratista de la historia de Hollywood¡±, explica Toni Garc¨ªa, comisario de la exposici¨®n.
En aquel ambiente de absoluta libertad, el fot¨®grafo dej¨® centenares de im¨¢genes para la posteridad: Gregory Peck poniendo un disco en su casa; Steve McQueen charlando con Anthony Perkins en el rodaje de Psicosis; Debbie Reynolds jugando con sus hijos; Kim Novak, relajada, con una taza de caf¨¦ en las manos; Marlon Brando tramando algo, con unos bongos apoyados en sus piernas... Uno de sus trabajos m¨¢s c¨¦lebres fue la foto de Ocean¡¯s eleven (1960), donde aparec¨ªan Sinatra, Miles Davis y Dean Martin frente a una mesa de billar junto al resto de c¨®mplices. Pocos meses despu¨¦s de disparar aquella imagen Avery se retirar¨ªa.¡°Si eras alguien en Hollywood el objetivo de Avery te inmortalizar¨ªa tarde o temprano¡±, concluye el comisario.
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