La indignaci¨®n como excusa
Hay mucha gente que lleva demasiado tiempo tirando contra los sindicatos, tratando de desprestigiarlos
Admitir el desorden nos sit¨²a en la antesala de la realidad. Quiz¨¢ no de la verdad total, pero s¨ª de su entorno m¨¢s larvado, m¨¢s enrevesado de sustancias m¨¢s o menos t¨®xicas, secretas durante a?os, que al descubrirse van dinamitando la confianza p¨²blica. Ignacio Fern¨¢ndez Toxo, secretario general de Comisiones Obreras (CC OO), ha admitido ¡°desorden¡± en la gesti¨®n de los Expedientes de Regulaci¨®n de Empleo en Andaluc¨ªa, poco antes de negar que en Comisiones hubiera ninguna actuaci¨®n il¨ªcita, ni tampoco una financiaci¨®n ilegal. ¡°Ha habido cierto desorden y ha habido confusi¨®n e independencia, han sido federaciones aut¨®nomas del sindicato, pero lo que hace una parte del sindicato afecta a toda la organizaci¨®n (¡). Comisiones Obreras no ha cometido ninguna ilegalidad y no ha formado parte de ninguna trama. No obstante, es manifiestamente mejorable el sistema de facturaci¨®n¡±. Sea o no ¡°manifiestamente mejorable¡± ese ¡°sistema de facturaci¨®n¡±, lo cierto es que los sindicatos est¨¢n ahora en el labio de la posible corrupci¨®n. Y como nos hemos acostumbrado a una presunci¨®n de culpabilidad continua, porque el descr¨¦dito es total, una parte de la poblaci¨®n acaba de lanzarse, furibunda, a ese cuello d¨¦bil de la inculpaci¨®n que no se ha probado todav¨ªa, y que seguramente tendr¨¢ ramificaciones penales que exceder¨¢n la esfera del ¡°desorden¡±.
El poder judicial es imprescindible: tanto como los sindicatos, si buscamos justicia?
Francisco Carbonero, responsable andaluz del sindicato, se?ala directamente ¡°la chapuza administrativa¡± de la autoridad laboral de Andaluc¨ªa, lo que tampoco es demasiado halag¨¹e?o para el o¨ªdo c¨ªvico. Pero no parece ¡°chapuza administrativa¡±, ¨²nicamente, el encausamiento del exdirigente de CC OO Juan Antonio Florido, acusado por la juez Mercedes Alaya de haber sido un ¡°facilitador¡± para la consultora Vitalia, encargada de gestionar la mayor¨ªa de los ERE fraudulentos con intrusos identificados por la investigaci¨®n. Parece ser que, como contraprestaci¨®n, Vitalia le pag¨® 265.000 euros, por medio de cuatro p¨®lizas. La acusaci¨®n nos suena conocida: malversaci¨®n y tr¨¢fico de influencias. Un poco lo de siempre: indignante, pero con la variante sindical.
Vaya por delante la presunci¨®n de inocencia, no por consabida tenida siempre en cuenta. Pero estamos tan cansados de tantos esc¨¢ndalos, tan emponzo?ados con este robo p¨²blico, que ya esperamos siempre la sombra envilecida del culpable, como si no pudi¨¦ramos urdir la posibilidad de una defensa, o de una exculpaci¨®n. Hay mucha gente que lleva demasiado tiempo tirando contra los sindicatos, tratando de desprestigiarlos, de desconsiderarlos, de tacharlos de la vida pol¨ªtica con la m¨¢cula de varias ideas gruesas, en una especie de criminalizaci¨®n social que s¨®lo se resuelve en la confrontaci¨®n con la ciudadan¨ªa, que desconf¨ªa de todo. Por otro lado, la imagen de esas gentes, sindicalistas o no, increpando agresivamente a la juez Alaya, que ha necesitado protecci¨®n policial para poder entrar en su juzgado, hace imprescindible una respuesta mucho m¨¢s rotunda, por parte de los propios sindicatos, sus l¨ªderes y sus afiliados, de condena y repulsa: entre otras cosas, porque el poder judicial es uno de los pocos que a¨²n le quedan al trabajador, como frente com¨²n ante la dilapidaci¨®n, el robo y el abuso.
En cada caso de corrupci¨®n, nos hurtan nuestro patrimonio ciudadano y social
Pero ?somos conscientes de ese abuso? A veces pienso que todav¨ªa no ha calado suficientemente, entre nosotros, la verdadera dimensi¨®n del dinero p¨²blico. Como si no entendi¨¦ramos del todo que en esta sucesi¨®n de negocios ilegales, primas millonarias, en cada caso de corrupci¨®n, nos hurtan nuestro patrimonio ciudadano y social, indivisible y p¨²blico. Como si estas gentes se llevaran un dinero que han encontrado, casi apolillado en un caj¨®n, y no estuvieran esquilmando el futuro, toda esa juventud lejana que, como se puede ver en el v¨ªdeo La sorpresa, ha tenido que irse; pero no a ninguna ¡°movilidad exterior¡±, sino a labrar el arco laboral de las horas buscadas y as¨ª poder mirar su d¨ªa en el mundo.
Si, como dice el informe Pobreza 3.0. La pobreza avanza, de la Red Andaluza de Lucha contra la Pobreza y la Exclusi¨®n Social, casi 3,5 millones de personas viven, en Andaluc¨ªa, en esas condiciones ¡ªm¨¢s de un 40%¡ª, todos estos desmanes vuelven la indignaci¨®n m¨¢s sincera y salvaje. Pero esa indignaci¨®n no puede ser la excusa, ahora, para liquidar los sindicatos. Cada uno es responsable de su propio ¡°desorden¡±: pero en la gesti¨®n de dinero p¨²blico, no se puede admitir. El poder judicial es imprescindible: tanto como los sindicatos, si de verdad buscamos una sociedad justa.
Joaqu¨ªn P¨¦rez Aza¨²stre es escritor.
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