Fr¨¢gil carne de carretera
El fot¨®grafo Txema Salvans recoge en un libro su met¨®dico trabajo de ocho a?os retratando la espera de las prostitutas que se ofrecen a los conductores
Asombra de las fotos su placidez, casi un l¨¢nguido lirismo. Est¨¢n esas mujeres muy a menudo solas en medio de la nada, la nada sucia de un paisaje desolador de pol¨ªgonos abandonados y carreteras vac¨ªas, y sabemos qu¨¦ es lo que est¨¢n aguardando, claro, la vida penosa que llevan y los innumerables peligros y sevicias que arrostran. Y todo eso aparece impl¨ªcitamente en las fotos, pero no podemos evitar dejarnos llevar por la sensaci¨®n de indolencia y lasitud, de sosiego y serenidad de esas interminables jornadas que van a estallar en r¨¢pidos y desafectos (y arriesgados) desahogos de pago.
El fot¨®grafo Txema Salvans (Barcelona, 1971) ha pasado ocho a?os fotografiando prostitutas de carretera, en m¨¢s de 500 localizaciones del corredor (y valga la palabra) mediterr¨¢neo desde la frontera francesa hasta Andaluc¨ªa. El resultado, parte del cual se exhibe hasta el 3 de noviembre en Madrid, en 5CS, aparece ahora en forma de libro, The Waiting game, con textos de Martin Parr y de John Carlin. El volumen, con 41 fotos, se present¨® este s¨¢bado en la librer¨ªa barcelonesa Kowasa, especializada en fotograf¨ªa.
¡°Empec¨¦ haciendo unas fotos de prostituci¨®n de carretera para la prensa, y entonces vi que ah¨ª hab¨ªa la posibilidad de un proyecto de largo alcance¡±, explica Salvans. ¡°La clave estaba en poder fotografiar a esas mujeres en sus paisajes sin llamar la atenci¨®n, para reflejar su cotidianeidad, y se me ocurri¨® la idea de mimetizarme de alg¨²n modo, como hacen algunas especies en el mundo animal¡±. El fot¨®grafo urdi¨® una h¨¢bil estrategia de camuflaje. ¡°Le ped¨ª a un amigo top¨®grafo que me dejara un tr¨ªpode geod¨¦sico y pertrechado con el equipo y el correspondiente chaleco invad¨ª el territorio de las chicas como si fuera a lo m¨ªo. Emple¨¦ una c¨¢mara de placas que parece una herramienta t¨¦cnica m¨¢s, y el truco funcion¨®. Siendo perfectamente visible yo era invisible¡±. No hablaba con las chicas y ellas lo ignoraban.
Txema Salvans afirma que ten¨ªa una duda ¨¦tica constante. Estaba fotografiando a las prostitutas con enga?o, sin su consentimiento y con el fin de dar un uso p¨²blico a las instant¨¢neas. ¡°Pero en realidad no retrataba tanto a las prostitutas como las condiciones en las que trabajan, centr¨¢ndome adem¨¢s en la espera y sin fotografiar el display er¨®tico provocador, el trato con los clientes y el comercio sexual en s¨ª. Acab¨¦ ense?ando un paisaje, el de carretera y de extrarradio, con todas sus caracter¨ªsticas y a plena luz del d¨ªa, sin tratar de dulcificarlo ni de escamotear su fealdad. Una mirada de laboratorio¡±.
El fot¨®grafo insiste en que su proyecto protege a la persona. ¡°No es un trabajo retrat¨ªstico, no busco las caras sino las actitudes sumergidas en un paisaje y el gesto decisivo de la espera¡±. Salvans recalca que sus fotos tienen una clara faceta documentalista y de ¡°trabajo de campo¡±. De la emoci¨®n que desprenden, admite que ese mundo de humanidad demolida en un un entorno inh¨®spito genera ¡°un desconsuelo¡± y una opini¨®n cr¨ªtica. Pero advierte que su trabajo est¨¢ al margen de cualquier prensi¨®n expl¨ªcita de denuncia. Le digo que las fotos inspiran piedad. ¡°No era esa mi intenci¨®n. Eso lo provoca la polisemia de la fotograf¨ªa. Para m¨ª son im¨¢genes que en realidad tienen algo de topograf¨ªa de la humanidad. Dan raz¨®n de una situaci¨®n. De alguna manera yo no estoy y ellas hacen lo que har¨ªan sin mi presencia¡±. En cuanto a la parad¨®jica belleza de algunas fotos dice que ¡°eso pasa con la fotograf¨ªa, retratas cosas desagradables y de golpe surge una est¨¦tica inesperada¡±.
Mientras hablamos, la hija peque?a de Salvans se ha empleado con sus l¨¢pices sobre algunas de las fotos de la serie que el fot¨®grafo tiene en la mesa. La ni?a de cuatro a?os ha dibujado casitas sobre las chicas, para protegerlas.
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