¡°La mujer tiene la misma representaci¨®n hoy que durante la Rep¨²blica: ninguna¡±
La maestra republicana de Elena Moya desentierra la memoria de la Residencia de Se?oritas
Cuando Ben Bradlee, director de The Washington Post durante el caso Watergate, concedi¨® una entrevista a una jovenc¨ªsima Elena Moya, le dijo: ¡°Yo me he hecho periodista para dejar el mundo un poco mejor¡±. El mismo impulso fue el que empuj¨® a Moya al periodismo en Espa?a, pero las vueltas de la vida la han llevado, despu¨¦s de trabajar, entre otros medios extranjeros en The Guardian, a escribir informes financieros para una gestora de fondos de inversi¨®n. Han sido sus hasta ahora dos novelas las que han encauzado ese af¨¢n de justicia y denuncia: primero con Los olivos de Belchite y ahora con La maestra republicana (ambas en Suma). ¡°He ejercido de periodista en Inglaterra, pero no en Espa?a, y cuando lo he hecho me tiraban de las orejas, me dec¨ªan que era peligrosa¡±, explica Moya; ¡°los libros me permiten decir lo que siempre he querido decir, contribuir con lo que siempre he querido hacerlo.¡±
Valli, o Vallivana, anciana profesora y defensora de la rep¨²blica, encarna ese esp¨ªritu luchador e insatisfecho en esta nueva novela. En sus p¨¢ginas, Moya recupera el tono cr¨ªtico de Los olivos de Belchite, y sin ambages, de nuevo con la guerra civil espa?ola como marco hist¨®rico, pone sobre la mesa temas como la corrupci¨®n, la especulaci¨®n inmobiliaria, el recuerdo de la rep¨²blica y las heridas todav¨ªa supurantes de la Guerra Civil. La maestra republicana ve la luz tras dos a?os de investigaci¨®n, primero entre monogr¨¢ficos y archivos y despu¨¦s recorriendo senderos monta?osos en busca de las historias de los maquis y los recuerdos de la guerra. Con escenarios en Londres y Madrid, la historia tiene como eje al peque?o pueblo castellonense de Morella, donde Valli se enfrenta al alcalde del pueblo, hundido en una trama de corrupci¨®n inmobiliaria. Tan lejos y tan cerca¡
Los recuerdos de Valli recuperan la memoria de la Residencia de Se?oritas, abierta en Madrid en 1915 bajo la direcci¨®n de Mar¨ªa Maeztu y que pronto se convertir¨ªa la fragua de la ¨¦lite intelectual y cultural femenino de la Rep¨²blica. ¡°Me fascin¨®, me entusiasm¨® descubrirla. Yo que pensaba que ven¨ªa de un pa¨ªs cat¨®lico, retrogrado, con la Inquisici¨®n y con Franco¡ ?Pero mira! ?Mira lo que se produjo!¡±, exclama aun hoy sorprendida. La Residencia sirvi¨® como trampol¨ªn para la mejora de las condiciones educativas de la mujer y facilit¨® tambi¨¦n el contacto con colleges y universidades extranjeras: ¡°Alquilaban edificios a las estudiantes norteamericanas, que fumaban, que se iban solas y escrib¨ªan para el Times, y que para las j¨®venes espa?olas del momento, que simbolizo en aquella ni?a con trenzas, supusieron un shock tremendo.¡±
De ese centro surgir¨ªan los nombres que encabezan el feminismo espa?ol: Victoria Kent (diputada y primera mujer abogado en ejercer en Espa?a), Margarita Nelken (periodista) y Matilde Huici (abogada y la ¨²nica mujer que form¨® parte de la comisi¨®n redactora de la Constituci¨®n de la Rep¨²blica de 1931), entre otras. Mujeres cuyo homenaje y recuerdo es, si no discreto, inexistente. ¡°Es urgente que estos nombres y ese movimiento se recupere. Primero, porque se lo merecen, porque son estandartes de nuestra cultura. Y segundo por c¨®mo insuflan ganas de ver, de comprender, de aprender a escribir. Eso tendr¨ªa que tocar a mucha gente: son una fuente inspiradora¡±, cree Moya.
¡°Desgraciadamente, el mundo intelectual cada vez pesa menos, es el econ¨®mico el que parece imponerse en todo. En ese sentido, la mujer espa?ola tiene la misma representaci¨®n que durante la Rep¨²blica: ninguna¡±, asegura la escritora, rotunda. El papel social de la mujer es un fantasma que siempre ronda las p¨¢ginas de su novela. Para Moya, a¨²n queda trecho: ¡°S¨ª que hay una ministra de Econom¨ªa, pero dura cuatro u ocho a?os y despu¨¦s, santas pascuas. No, el poder es la banca y las grandes empresas. Esto es lo que genera, crea, y se queda capital. Y aqu¨ª la mujer todav¨ªa no se ve¡±, dice con la experiencia de haber trabajado 15 a?os en la informaci¨®n econ¨®mica, en medios como Reuters y Bloomberg. Y pone un ejemplo reciente: ¡°Junta de accionistas del Banco Santander, 150 personas, todos hombres menos dos: la hija del presidente y otra. En Inglaterra nadie se atreve a poner una foto as¨ª, y aqu¨ª tan normal, ?banco n¨²mero uno de Espa?a!¡±.
Por sencillez en el lenguaje, Moya admira a los m¨¢s cl¨¢sicos de los que estuvieron a caballo entre el periodismo y la literatura: George Orwell, Evelyn Waugh...¡°Tambi¨¦n me maravillan Isabel Allende, por la manera de contar; Eduardo Mendoza, por su tono tan fino, y Javier Cercas, porque su libro sobre el Tejerazo, puede ser el futuro modelo de novela¡±, explica. Aunque la periodista recite que ¡°nadie es profeta en su tierra¡±, lo cierto es que Los olivos de Belchite ha cosechado buenas cr¨ªticas, tanto en ingl¨¦s como en castellano y catal¨¢n. De La maestra republicana, ya se ha elogiado a sus personajes, que ella misma admite m¨¢s profundos que en su primera obra, donde ¡°el bueno era muy bueno y el malo era muy malo¡±. Ahora ya alcanzado la madurez suficiente, humana y literaria, para constatar que la realidad es que ¡°los personajes, como las personas, tienen sus claroscuros.¡±
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.