El torques hiberna en un banco
Los herederos de ?lvaro Gil, due?os del tesoro, lo guardan en Madrid Est¨¢n a la espera de una llamada de la Xunta de Galicia
Con sus casi dos kilos de oro de 23 kilates, el Torques de Burela dormita a la sombra de una caja de seguridad, en un banco de Madrid. Espera en compa?¨ªa del Carneiro Alado, el Colar do Monte dos Mouros o la pareja de torques da Recadieira, los otros dos del Castro de Viladonga, el de Viveiro, el de Melide y el resto del magn¨ªfico tesoro, hasta un total de 40 piezas de orfebrer¨ªa, en su gran mayor¨ªa castre?a y gallega, que marcharon hace una semana en furgoneta, despu¨¦s de cuatro d¨¦cadas, del Museo Provincial de Lugo. Ning¨²n destino m¨¢s triste que este exilio en una c¨¢rcel de acero podr¨ªan haber imaginado los testigos de hasta 23 siglos de historia que se libraron durante el franquismo de un final todav¨ªa peor, la fundici¨®n, en el que pudieron caer algunos de sus semejantes hallados entonces.
Carlos L¨®pez, nieto de ?lvaro Gil, el lucense que en plena dictadura fue comprando las piezas e incluso pag¨® de su bolsillo, para el museo, las vitrinas blindadas donde se expon¨ªan, asegura que sus nueve hermanos y su madre, los herederos del rico benefactor cultural, quieren que la colecci¨®n regrese a Galicia. De momento, desde que se rompieron las negociaciones para su adquisici¨®n por parte del museo de la Diputaci¨®n de Lugo, el portavoz de la familia reconoce que ha recibido centenares de llamadas, pero ninguna de alguien interesado en lanzar una oferta por las preciadas piezas. Sin embargo, sus preferencias est¨¢n claras: ¡°No vamos a vender la colecci¨®n a ning¨²n particular¡±, anuncia L¨®pez Gil, ¡°queremos que est¨¦ en manos de la Administraci¨®n¡±. ¡°El plan es que todos los objetos, siempre juntos, porque no aceptamos su divisi¨®n¡±, sigue, ¡°vuelvan a un museo y se expongan¡±. ¡°Y no siendo el de Lugo, que fue la voluntad de mi abuelo, nos gustar¨ªa la Cidade da Cultura. Con quien m¨¢s a gusto me sentir¨ªa [para confiar el tesoro familiar] ser¨ªa con la Xunta¡±, concluye.
¡°La oferta sigue en pie¡±
Despu¨¦s de un pleito que se prolong¨® desde el a?o 2000 y que heredaron primero el socialista Besteiro y luego sus socios del BNG de tiempos de Cacharro, cuando el acuerdo, al fin, parec¨ªa un hecho, los due?os pusieron sobre la mesa una ¨²ltima exigencia (una reclamaci¨®n por da?os y perjuicios) y se rasg¨® bruscamente una negociaci¨®n que ahora casi era cordial. Una semana despu¨¦s de la ruptura, un d¨ªa antes de la fecha fijada para la devoluci¨®n por el juzgado que fall¨® a favor de la familia como leg¨ªtima propietaria, la furgoneta lleg¨® y el museo cerr¨® al p¨²blico por sorpresa.
La falta de sinton¨ªa qued¨® patente enseguida. ¡°Tengo capacidad para olvidar¡±, dice el nieto, que sin embargo cree que habr¨¢ que esperar a que ¡°haya otra gente en la Diputaci¨®n¡± para volver a sentarse frente a frente. ¡°La oferta sigue en pie¡±, contesta Mario Outeiro, responsable de Cultura de la Diputaci¨®n, ¡°pero es lo m¨¢ximo que podemos pagar. No nos podemos permitir ir a otro proceso judicial por su reclamaci¨®n de perjuicios¡±. ¡°Hay una deuda con el benefactor y le haremos un homenaje s¨ª o s¨ª¡±, anuncia. ¡°Respecto a los herederos¡±, ofrece, ¡°podr¨ªan hacerse muchas cosas para resarcir el posible da?o moral, pero lo ¨²nico que les mov¨ªa era el tema del dinero¡±. Mientras, en la Red han empezado a prosperar campa?as como la de la asociaci¨®n Cultura do Pa¨ªs, que reclama la expropiaci¨®n del tesoro ¡°expoliado¡±.
Hace dos a?os, con Jes¨²s V¨¢zquez ya al frente de la Conseller¨ªa de Cultura, los Gil ofrecieron en una reuni¨®n parte de la extensa colecci¨®n familiar, que incluye tambi¨¦n muchos cuadros, para el Gai¨¢s. El tema de los torques y el carnero de oro ¡°se sac¨®¡± en aquella cita, pero ¡°como algo que estaba en el aire¡±, inmerso en un largo proceso judicial, de casi 14 a?os, contra la Diputaci¨®n. En aquel momento, la Xunta ¡°no dio ninguna respuesta concreta sobre su inter¨¦s¡±, recuerda Carlos L¨®pez. ¡°La conclusi¨®n que sacamos fue la de que para el Gai¨¢s solo quer¨ªan exposiciones temporales, y eso no es lo que buscamos¡±. No obstante, justo un d¨ªa antes de que el veh¨ªculo de una empresa de mudanzas de arte, un notario y un experto en patrimonio se presentasen en el Museo Provincial para embalar y cargar la colecci¨®n, el Gobierno de Feij¨®o anunci¨® el inicio del expediente para declarar Bien de Inter¨¦s Cultural la orfebrer¨ªa de la familia Gil. Al portavoz de los herederos no le parece posible que se trate de un hecho casual, y opina que hace d¨¦cadas que estas joyas familiares deber¨ªan haber estado protegidas. Mientras no se resuelve el expediente, los Gil deben actuar como si sus bienes ya fueran BIC, comunicar a Cultura cualquier movimiento que hagan y no sacarlos de Espa?a.
El resto del patrimonio que la familia retir¨® del museo se encuentra repartida ya por los domicilios de los nietos de ?lvaro Gil. En total son seis cuadros de Corredoira que se exhib¨ªan en la sala 17, la que el museo de Lugo dedica a este pintor; m¨¢s el ¨®leo Retrato de caballero de Dionisio Fierros (que estaba almacenado y seg¨²n la familia se lo han devuelto ¡°hecho polvo¡±), y 12 pinturas de autores catalanes que tampoco se expon¨ªan y ya no interesaban a la Diputaci¨®n. Los nietos de Gil nunca los hab¨ªan llegado a ver, y se los pidieron a Cacharro por carta en 1999. Cuentan que el bar¨®n popular nunca contest¨®, que sintieron que les estaban robando y que ah¨ª empez¨® la guerra judicial. Todos estos bienes, a?o tras a?o desde 1955, lo fue cediendo en dep¨®sito ?lvaro Gil al museo de su ciudad. La ¨²ltima entrega, el a?o de su muerte, cumplidos los 75, ya la hicieron los herederos de este ingeniero, empresario, republicano y editor galleguista. Era el Brazalete de To¨¦n, que complet¨® la colecci¨®n de orfebrer¨ªa de la llamada Sala do Tesouro del museo.
Gil fue haci¨¦ndose con la colecci¨®n desde su juventud e invirti¨® en ella fuertes sumas de dinero. Cuando al nieto se le pregunta c¨®mo es posible que un particular pudiese adquirir objetos procedentes de excavaciones que hoy ser¨ªan patrimonio p¨²blico, responde que hay que encuadrar los hechos en la Espa?a hambrienta de la postguerra. ¡°?No parece raro que toda la orfebrer¨ªa castre?a estuviese en manos de mi abuelo? Yo supongo que mucho de lo que apareci¨® aquellos a?os se perdi¨® porque se fundi¨®, y el resto se salv¨® porque a las personas que se toparon los torques alguien les inform¨® de que hab¨ªa un se?or de Lugo que los compraba. ?lvaro Gil ya era conocido por eso¡±.
Seg¨²n el nieto, en una sola compra se hizo con la colecci¨®n completa del arque¨®logo tudense Blanco Cicer¨®n, y eso ya supuso ¡°el 70% de todas las piezas que lleg¨® a juntar en la vida¡±. ¡°Ya entonces pag¨® por ella ocho millones de pesetas, cuatro veces m¨¢s de lo que le cost¨® el piso de 500 metros que compr¨® en Madrid¡±. El Torques de Burela iba en este lote. Se lo hab¨ªa encontrado un labrador en Chao do Castro en 1945. Todas estas maravillas, seg¨²n relata L¨®pez Gil, apenas llegaron a estar en manos de la familia: ¡°Mi abuelo las compr¨® para que pudiera verlas la gente en el museo de Lugo¡±, defiende. Solo el diminuto pero deslumbrante Carneiro Alado adornaba, custodiado en una vitrina de cristal, el sal¨®n de la casa madrile?a de ?lvaro Gil. ¡°Lo recuerdo ah¨ª siempre de ni?o¡±, cuenta. ?lvaro Gil cre¨ªa que hab¨ªa aparecido en Ribadeo durante unas obras de dragado pero, m¨¢s tarde, sucesivos estudios situaron su origen en Persia.
La Diputaci¨®n de Lugo estaba dispuesta a pagar por esta colecci¨®n que se hab¨ªa convertido en el emblema de su museo, con el Torques de Burela como icono, 2.364.000 euros. Ese era el valor resultante de la tasaci¨®n que la misma instituci¨®n encarg¨® a Eduardo Ramil, director del Museo de Vilalba, y que la familia lleg¨® a aceptar, pese a que contaba con una valoraci¨®n previa que contemplaba un precio m¨¢ximo de cuatro millones. Pese a la ruptura final, el Gobierno provincial no se va a librar de abonar una cantidad astron¨®mica por las costas. Un secretario judicial tendr¨¢ que fijar ahora la cifra, pero la familia asegura que en el pleito inacabable ha gastado 600.000 euros, que ha tenido que afrontar ¡°con el patrimonio personal y pidiendo cr¨¦ditos¡±.
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