En vivo y en directo
Lo que est¨¢ sucediendo es el desmoronamiento de un proyecto entero en tiempo real
Por primera vez en unos dos o tres a?os estoy viendo Canal 9. Lo tengo puesto de fondo mientras escribo estas l¨ªneas. Son las 16.15 del mi¨¦rcoles seis de noviembre, y los periodistas han tomado en armas la emisi¨®n y han decidido hacer un informativo sin l¨ªmites sobre su propio cierre. Hasta ahora hemos visto, entre otros, al presidente de la asociaci¨®n de agricultores AVA-ASAJA; al Presidente de la Falla Cuba-Literato Azor¨ªn (y a su vez l¨ªder de las fallas de Secci¨®n Especial); a la directora del Instituto Valenciano de Infertilidad; deportistas (futbolista del Villarreal incluido); alcaldes y m¨¢s.
Todos ellos han resaltado lo importante que es para ellos la existencia de una televisi¨®n auton¨®mica, lo necesaria que es para su sector, lo que hace falta para defender la lengua y la cultura de nuestra tierra. Muchos han destacado el buen trabajo de los periodistas de la cadena, implicando por tanto que la mala calidad y el sesgo que ya se hab¨ªa convertido en proverbial en torno a la cadena proven¨ªa en realidad de la direcci¨®n. Y yo solo miro con los ojos abiertos y el gesto un tanto perplejo. No por lo provocador del discurso, ni por la fuerza del hilo argumental. Lo importante es qui¨¦n lo est¨¢ haciendo: el baluarte de la propaganda oficialista ha reunido en rebeld¨ªa a la sociedad civil valenciana a la que Fabra convoc¨® hace apenas unos d¨ªas para clamar en contra del presidente y de su pol¨ªtica. El punto central del mensaje es simple: con esta decisi¨®n, el PPCV ha dejado de representar los intereses de los valencianos.
De ah¨ª vienen los ojos abiertos y el adem¨¢n de perplejidad. Porque lo que est¨¢ sucediendo en la pantalla que tengo detr¨¢s del ordenador es el desmoronamiento de un proyecto entero en tiempo real. Durante a?os, el PPCV se ha apoyado en varias entidades, organismos culturales, asociaciones privadas, empresas p¨²blicas y grupos de todo tipo para repartir prebendas. Son las mismas que ahora le est¨¢n dando la espalda. La estructura clientelista que los populares construyeron con esmero, cuidado y paciencia en la Comunidad Valenciana se basaba, como todas las estructuras de este tipo, en la afluencia de rentas. Cuando el dinero ha dejado de llegar, el apoyo de los cuadros intermedios y de las bases se ha comenzado a resquebrajar poco a poco. La idea de ¡°corrupci¨®n¡± ha aparecido varias veces en las palabras de los participantes del especial en rebeld¨ªa de Canal 9, como causa tanto del hundimiento de RTVV como de la crisis econ¨®mica en su conjunto.
La l¨®gica es sencilla: si uno se pone al frente de un proyecto econ¨®mico y promete crecimiento y distribuci¨®n, lo que se espera es que mantenga esta situaci¨®n y sepa capear los temporales. Si lo hace bien, el c¨®mo lo haga puede no ser demasiado importante. Es decir: es posible que no nos importe demasiado la corrupci¨®n mientras no haya indicios de que estamos perdiendo dinero con ella. De hecho, hay un pu?ado de estudios en la ciencia pol¨ªtica que vienen a demostrar justo esto. Los polit¨®logos Gonzalo Rivero, Pablo Fern¨¢ndez y Pablo Barber¨¢ han realizado recientemente un an¨¢lisis del comportamiento de los votantes espa?oles ante la corrupci¨®n que sugiere que si el efecto de la misma se percibe como potencialmente beneficioso para todos, la poblaci¨®n puede elegir no castigarla en las urnas.
Extrapolando esta idea, la raz¨®n por la cual los valencianos hemos seguido votando al PP en los a?os de bonanza a pesar de signos evidentes de deterioro institucional ser¨ªa, simplemente, que el dinero y el trabajo segu¨ªa llegando. Pero parece l¨®gico razonar que este aparente beneficio general viene con una factura a pagar m¨¢s tarde, y que una vez el mecanismo se ha roto resulta bastante leg¨ªtimo pedirle cuentas al Rey de manera en¨¦rgica. O, en este caso, al jefe del Consell.
RTVV era un medio m¨¢s del Ejecutivo (y no precisamente menor) para distribuir favores, atenci¨®n, relevancia y, por tanto, rentas. Acabar con la empresa de un plumazo significa obligar a much¨ªsima gente con intereses (normalmente leg¨ªtimos) a que renuncien a los mismos. Y, por supuesto, se van a enfadar. De hecho, se est¨¢n enfadando en directo, delante de nuestras narices. Delante de las narices de todos los valencianos, algunos de los l¨ªderes de su sociedad civil se han amotinado. Es muy posible que la mayor¨ªa de los ciudadanos considere que la decisi¨®n de cerrar RTVV es adecuada dadas las circunstancias. Yo mismo no me opondr¨ªa a reconsiderar si las televisiones auton¨®micas son tan necesarias como lo mucho que nos cuestan.
Pero lo que estamos aprendiendo esta tarde excepcionalmente calurosa de noviembre no es eso. No solo porque el Consell ha llevado todo este asunto de una manera torpe, poco transparente y, bajo el criterio del TSJ, incluso ilegal. La clave es lo que era RTVV antes, el espacio que deja, y lo que todo esto simboliza: el fin de un ciclo en el que enormes porciones del ¨¢mbito p¨²blico se utilizaron para partir y repartir botines y poder. Se acabaron los tesoros y lleg¨® el mot¨ªn. Sin creaci¨®n de empleo y sin un sistema de financiaci¨®n auton¨®mica m¨¢s ventajoso para la Comunidad, las encuestas nos sugieren que el pescuezo del PPCV corre serio peligro. Hoy lo pueden ver en sus televisores. En vivo y en directo.
Jorge Galindo es soci¨®logo
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