Malhechores trajeados
La obra ¡®Eurozone¡¯ traza un paralelismo entre el devenir de la crisis continental y ¡®Reservoir Dogs¡¯
¡°?Me duelen las urbanizaciones!¡±, dice una mujer vestida de traje negro, corbata estrecha, tirada como un trapo en unas escaleras mec¨¢nicas y desangr¨¢ndose fatalmente por el vientre. Todo perdido de sangre: esta mujer es Espa?a. Pero tambi¨¦n uno de los personajes de la obra teatral Eurozone, de la compa?¨ªa gallega Ch¨¦vere. Pero tambi¨¦n uno de los personajes de la pel¨ªcula Reservoir Dogs de Quentin Tarantino.
Eurozone, que se puede ver el Teatro Vall¨¦-Incl¨¢n del Centro Dram¨¢tico Nacional hasta el d¨ªa 24, es una curiosa forma de entender la crisis de la zona euro gracias a la fusi¨®n de la pol¨ªtica europea con el filme: aqu¨ª Francia es el Sr. Blanco (Harvey Keitel en la pel¨ªcula), Espa?a es el Sr. Naranja (Tim Roth) y Reino Unido es el Sr. Rosa (Steve Buscemi). ¡°La cosa se nos ocurri¨® cuando, despu¨¦s de ver cuarenta noticias sobre la crisis griega en la tele, pusieron Reservoir Dogs¡±, explica Xes¨²s Ron, director y dramaturgo, ¡°en la escena en la que Harvey Keitel trata de ayudar de forma algo hip¨®crita al moribundo personaje de Tim Roth vimos un claro paralelismo de c¨®mo los pa¨ªses del norte tratan de ayudar a los pa¨ªses del sur¡±.
Aqu¨ª la mayor parte de las culpas recaen sobre Alemania, que ahora impone austeridad, pero en cuya reunificaci¨®n, coincidente con la unificaci¨®n monetaria de Maastricht, muchos (esta obra incluida) ven el pecado original de Europa. ¡°Nosotros ahondamos en la idea, que est¨¢ en la calle, de que la crisis es una estafa, una atraco realizado mediante finos mecanismos¡±, explica Ron, ¡°y huimos del discurso de la culpabilidad, de que vivimos por encima de nuestras posibilidades y abusamos del Estado de Bienestar¡±.
Estamos ante un panfleto, ¡°entendido como que est¨¢ hecho m¨¢s para agitar al espectador que para llegar a una profundidad acad¨¦mica, y porque en ocasiones tiene un tono did¨¢ctico¡±, en palabras del director. Pero tambi¨¦n ante un pastiche, por la multitud de recursos utilizados en escena: la obra empieza con un doblaje en directo del comienzo de la pel¨ªcula, se celebra un concurso televisivo (en el que Angela Merkel sale bastante mal parada), un baile que acaba en violenta pelea, una escena de tortura y partes donde se pasa del esperpento al naturalismo, una variedad que hace, junto con el alto octanaje de humor, que la obra transcurra con dinamismo, y que es marca de la casa.
Su ¨²ltima obra, Citizen, trataba sobre la globalizaci¨®n, Zara y Amancio Ortega, y estaba inconclusa: al final del espect¨¢culo se entablaba un debate con el p¨²blico, ese era el fin. Despu¨¦s de dejar hablar al p¨²blico, los miembros de Ch¨¦vere decidieron tomar la palabra y hablar ellos al p¨²blico. Y mojarse. ¡°Parece que ahora se habla m¨¢s de los problemas pol¨ªticos reales en lugares como los teatros que en los parlamentos¡±, opina Ron.
Dominan el escenario unas escaleras mec¨¢nicas por las que los ocho trajeados actores suben y bajan y se desploman. Esta escenograf¨ªa fue el resultado de un concurso que se realiz¨® junto con el Colegio de Arquitectos de Galicia y al que se presentaron 32 propuestas. ¡°Nunca hab¨ªamos hecho algo as¨ª¡±, explica Ron, ¡°pero pensamos que estar¨ªa bien colaborar con otros sectores, y m¨¢s si est¨¢n en crisis¡±. Eligieron las escaleras por aquello que tienen de impersonal, de estar en todas partes sin identificarlas, de no-lugar, ¡°de sitios como los aeropuertos sin aviones o la Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela, donde no hay cultura¡±, explica Ron, ¡°ah, y tambi¨¦n por eso que dicen que si te encuentras a un gallego en mitad de una escalera nunca sabes si est¨¢ subiendo o bajando¡±.
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