Arrugas y pasado
Duncan Dhu vuelve a los escenarios con una imagen y sonido mucho m¨¢s adultos
En ocasiones hacerse mayor implica mirar con cierto sonrojo hacia atr¨¢s, decidiendo que hay cosas que no se repetir¨¢n. No es que se sienta verg¨¹enza por el pasado, s¨®lo se interpreta que no debe repetirse, que hay momentos para todo a lo largo de una vida y que reiterar alguno de ellos no ayuda a aprovechar el paso de los a?os. Algo as¨ª han debido pensar Mikel Erentxun y Diego Vasallo al reformar Duncan Dhu de cara a esta vuelta a los escenarios.
En su segundo concierto de la gira de reaparici¨®n y primero de los dos previstos en Barcelona, la pareja donostiarra ofreci¨® una imagen y un sonido mucho m¨¢s adulto que recupera esencias de sus inicios barnizadas con la mirada de unos m¨²sicos que ya se acercan a la cincuentena. Fueron otros Duncan Dhu. Y sonaron mayores.
La esencia de estos nuevos Duncan Dhu que descolocaron durante toda la primera parte de su concierto a unos seguidores enfriados por el giro, es el folk norteamericano y el country, visualizado con la presencia de banjo y steel guitar. Con una camisa que Mikel podr¨ªa haber comprado en Nashville y con la voz aguardentosa y lijada de Diego Vasallo recordando a un Johnny Cash af¨®nico y crepuscular, el que fuera grupo pop de perfil gr¨¢cil es hoy una banda que se aleja del pasado para ralentizar sus canciones, llevarlas a las praderas y decirnos que la vida arruga.
COUNTRY-POP
Duncan Dhu
Palau de la M¨²sica
8 Noviembre 2013
Nada objetable, m¨¢s a¨²n si la puesta en escena resulta cre¨ªble en su aspecto t¨¦cnico: buena banda, buen sonido, bajo omnipresente. S¨®lo les falta una familia como la de Kings Of Leon en el documental Talihina Sky para que la postal resulte completa.
Pero parte del equipaje del grupo de pop gr¨¢cil y entretenido de anta?o sigue hoy. Algunas letras, frases inspiradas por la juventud, sentimientos n¨ªtidos sin segundas lecturas propios de las edades m¨¢s tiernas, chirr¨ªan ahora con el tono de hombres que explican que han aprendido a sufrir y miran el futuro a la cara. La pose esc¨¦nica, en Mikel siempre basada en la emulaci¨®n de los iconos del rock, funciona en una banda juvenil, pero desentona en una que quiere ser adulta; de igual manera que su proverbial falta de recursos expresivos invita al silencio m¨¢s que, como fue el caso, a decir ¡°buenas noches somos Duncan Dhu¡± cuando ya hab¨ªan sonado suficientes canciones ¨Cy catorce a?os desde el ¨²ltimo Palau- para esperar una descripci¨®n factual tan obvia. Diego, con su aspecto quijotesco y misterioso, cuadra m¨¢s en este proyecto que incluso en los anteriores Duncan Dhu, donde se antojaba el contrapunto agrio y adusto, la alcaparra ca¨ªda en el pastel.
A¨²n con todo el giro la propuesta est¨¢ llena de sentido, entre otras cosas porque en el country y en el folk han encontrado Diego y Mikel un territorio com¨²n. Lo explicaron en 28 canciones, no todas ellas necesarias para seducir a un p¨²blico que como es l¨®gico apur¨® las finales borracho de alegr¨ªa y extasiado por el reencuentro. Y como imagen de la noche, un treinta?ero que prend¨ªa los hombros de sus dos amigos para los tres balancearse tiernamente como recordando aquellas excursiones de bachiller. Cuando la vida no arrugaba.
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