La sa?a protocolaria
Si el corporativismo ya de por s¨ª resulta nocivo en la gesti¨®n diaria de cualquier ¨®rgano p¨²blico (no dejando de serlo tambi¨¦n en el privado), imagin¨¦mosle funcionando a toda m¨¢quina en un organismo como el policial. Es decir, ejercitando la solidaridad de cuerpo con el organismo m¨¢s delicado a la hora de dictaminar cu¨¢ndo incurre en una ilegalidad, arbitrariedad o acci¨®n desmedida sin justificarla (suponiendo que una acci¨®n desmedida en materia de seguridad ciudadana pueda siempre justificarse).
No creo que tenga que extenderme mucho en los hechos que ya todo el mundo conoce. Igualmente hagamos un resumen: el 5 de octubre, en el barrio de El Raval, un hombre de cincuenta a?os, Juan Andr¨¦s Ben¨ªtez, pierde la chaveta cuando descubre que su perro ha desaparecido. Increpa y se dirige de manera agresiva a un vecino, al que en primera instancia acusa de la desaparici¨®n de su chucho. A partir de aqu¨ª todo se hace confuso, aunque con una confusi¨®n no menor que en cualquier otra reyerta callejera de las miles que se producen en Barcelona, sea el barrio que sea.
?Hasta cu¨¢ntos pu?etazos y patadas se pueden propinar a un presunto infractor para ser considerados una ¡°mala praxis¡±?
Cuando parece que todo puede reconducirse, aparece una dotaci¨®n de los Mossos. Juan Andr¨¦s Ben¨ªtez a su vez prosigue en la b¨²squeda de su perro sin dejar de acusar de su desaparici¨®n al primero que se le cruza por el camino. Intervienen los Mossos y es cuando todo se precipita hacia la tragedia. Pocos minutos m¨¢s tarde, Ben¨ªtez muere de una parada cardiorrespiratoria en el hospital y con inequ¨ªvocas se?ales de haber sido agredido (l¨¦ase bien, agredido) con sa?a. Acto seguido vienen los argumentos del consejero de Interior invocando cuestiones tan dif¨ªciles de calibrar como esa confusa delimitaci¨®n que se hace entre ¡°malas praxis¡± y ¡°buenas praxis¡±. Y tambi¨¦n aparecen unos v¨ªdeos caseros que a lo que solo nos remiten es a las ¡°malas praxis¡±. De las supuestas buenas, ni noticias.
He visto el v¨ªdeo del vecino situado a muy pocos metros de los hechos y en ¨¦l solo aprecio a un grupo de mossos encima de la v¨ªctima (no s¨¦ si los mossos se habr¨¢n dado cuenta en ese mismo instante de la golpiza que el se?or Ben¨ªtez se estaba convirtiendo en su nefasta v¨ªctima) propin¨¢ndole pu?etazos y patadas. En el mismo video tambi¨¦n se ve a otros agentes alejando con airados ademanes a los curiosos, no fuera que se convirtieran en inc¨®modos testigos. Pero vayamos a las palabras del consejero Espadaler. Dec¨ªa este alto funcionario de nuestra seguridad e integridad f¨ªsicas que si se demostraba que los pu?etazos de los agentes fueron a la cabeza del indefenso Ben¨ªtez, entonces s¨ª habr¨ªa que hablar de ¡°malas praxis¡±, praxis que no dudar¨ªa en calificar de extralimitadas y ¡°reprobables¡±. O sea: que si no se demuestra que esos terribles pu?etazos presuntamente mortales no fueron a la cabeza de la desdichada v¨ªctima, no solo no ser¨ªan un delito grav¨ªsimo sino ni siquiera una ¡°extralimitaci¨®n reprobable¡±.
Supongamos entonces que los pu?etazos fueron a la espalda, o a los costados, o a la zona lumbar: ?ser¨ªa eso una ¡°buena praxis¡±? ?Hasta cu¨¢ntos pu?etazos y patadas y rodillazos se pueden propinar a un presunto infractor de la ley para ser considerados una ¡°mala praxis¡±? ?Existe se?or consejero un n¨²mero determinado de pu?etazos para reducir a un individuo (independientemente de la cantidad de droga o alcohol que haya ingerido) digamos protocolario?
Exigir¨ªa que a las fuerzas del orden p¨²blico que pagamos con nuestros impuestos se le requiriera m¨¢s cualificaci¨®n profesional y eficacia para solventar un asunto callejero que nunca debi¨® ser m¨¢s que eso
No ignoro que dirigir un departamento tan sensible como Interior no debe ser asunto de coser y cantar. Pero, ?realmente debe dicha consejer¨ªa reaccionar como si se tratara de un sindicato? ?Y sirve de algo el corporativismo como no sea para oscurecer un hecho (por no decir directamente tapar) a todas luces clar¨ªsimo? Porque lo claro y evidente es que la polic¨ªa auton¨®mica abus¨® de su poder y su autoridad y que no supo reducir eficazmente a un ciudadano en un momento imprevisible de enajenaci¨®n mental con las m¨ªnimas garant¨ªas de evitar males mayores y sobre todo cuidar de su integridad f¨ªsica.
En este sentido, si algo se hizo fue todo lo contrario. En el marem¨¢gnum de voces, gritos y movimientos que se aprecian en los v¨ªdeos (que por cierto los agentes auton¨®micos quisieron borrar, yendo piso por piso en busca de los due?os de los m¨®viles comprometedores), sobresalen la furia incontrolable de los agresores. Todos ellos individuos que ruego a Dios no me los encuentre en la calle, si alg¨²n d¨ªa tuviera la desgracia de que se me fuera la olla.
S¨¦ que a los mejor pido demasiado si exijo que a las fuerzas del orden p¨²blico que pagamos con nuestros impuestos (entre ellos los Mossos, adem¨¢s de la Polic¨ªa Nacional y la Guardia Civil), se le requiriera m¨¢s cualificaci¨®n profesional y eficacia para solventar un asunto callejero que nunca debi¨® ser m¨¢s que eso. Tan simple y posible como eso. Y, sobre todo, mucha transparencia, se?or Espadaler.
J. Ernesto Ayala.Dip es cr¨ªtico literario.
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