Catalu?a, territorio y paisaje
Hay que dejar atr¨¢s el urbanismo de grandes inversiones; m¨¢s que infraestructuras, necesitamos mejorar el metabolismo urbano
Un pa¨ªs est¨¢ definido por su lengua y su cultura, pero tambi¨¦n por su comida, su arquitectura, su paisaje y su territorio, cuya calidad y diversidad deber¨ªan cuidarse tanto como las palabras. En el periodo actual, de replanteamiento de la pol¨ªtica territorial y medioambiental, el Departamento de Territorio y Sostenibilidad, encabezado por Santi Vila, una persona dialogante, pragm¨¢tica y progresista, ha creado un Comit¨¦ de Expertos para pensar la reforma de las pol¨ªticas de ordenaci¨®n territorial y de urbanismo, y para implementar una nueva Ley de Arquitectura. Sin embargo, para empezar con conocimiento, el primer paso deber¨ªa ser una valoraci¨®n cr¨ªtica de las estrategias territoriales heredadas del gobierno del tripartito, reconociendo las grandes aportaciones de la Ley de Barrios, a la que deber¨ªa haberse dado continuidad; ampliando el acertado inicio en la catalogaci¨®n del paisaje; y admitiendo la equivocaci¨®n de haber planteado las ARE, nuevos barrios residenciales no realizados, a partir de unas previsiones demogr¨¢ficas y econ¨®micas err¨®neas.
Ahora que las posibilidades de nuevas obras se han reducido,es el momento de elaborar un cat¨¢logo de operaciones estrat¨¦gicas a realizar, desde la escala territorial e intermunicipal, en una Catalu?a caracterizada por una gran diversidad que ya se hab¨ªa empezado a definir por ¨¢reas. Gran parte de las tierras de Lleida, con una vieja estructura agraria actualizada y con innovadoras experiencias de baluartes de slow food (protecci¨®n de semillas y comida sana) y de arquitectura sostenible; enclaves de la provincia de Tarragona, sur y trastero nacional, donde se ubican centrales nucleares, refiner¨ªas de petr¨®leo y almacenes de gas; un norte monta?oso, con la avidez de la Cerdanya y el cuidado por las preexistencias del parque natural de la Garrotxa; la vitalidad rural e industrial, desde el Pened¨¨s hasta el Priorat, con sus inmensas alfombras de vi?edos y otros cultivos; y toda la costa colmatada, que va desde la intensidad del Empord¨¤ hasta los arrozales y reservas ecol¨®gicas del Delta de l'Ebre.
Y una Catalu?a metropolitana articulada en torno a la gran Barcelona, con la perspectiva de ciudad creativa que se proyecta como capital virtual de una zona costera de influencia sobre millones de habitantes, de l¨ªmites difusos, tanteando Zaragoza por el oeste, aproxim¨¢ndose a Valencia por el sur y alcanzado Montpelier por el norte.
Sin embargo, todo ello convive con la contaminaci¨®n y el abuso de urbanizaciones. Ya es hora de que dejemos de mirar s¨®lo los hitos representativos del paisaje catal¨¢n y enfoquemos los problemas en los l¨ªmites y periferias, con el delirio de rotondas, centros comerciales, pol¨ªgonos industriales insuficientes e incompletos y, sobretodo, los suburbios de baja densidad y monofuncionales, que implican a 300.000 familias y en los que vive el 10% de los catalanes.
?Para qu¨¦ nos va a servir un territorio bien comunicado y pretendidamente inteligente si casi el 50% de nuestros j¨®venes no tienen trabaj?
En este contexto, el actual gobierno ha dado prioridad a la continuidad de la red infraestructural, algo que ha de organizarse desde una visi¨®n hol¨ªstica y estrat¨¦gica a favor del transporte p¨²blico. Adem¨¢s de mantener unas infraestructuras que ya existen, las prioridades deber¨ªan ir en la direcci¨®n de reequilibrar el territorio, defender el patrimonio arquitect¨®nico, social y paisaj¨ªstico, y reforzar una trama, a la vez rural y metropolitana, que se base en la compacidad y en la proximidad de las materias primas y los alimentos, potenciando la movilidad sostenible y el ahorro de energ¨ªa.
M¨¢s que infraestructuras necesitamos mejorar el metabolismo urbano; implementar las cooperativas agr¨ªcolas y la agroecolog¨ªa; proteger la peque?a y mediana empresa, que desparece d¨ªa a d¨ªa; defender las energ¨ªas renovables y favorecer la autogeneraci¨®n de energ¨ªa el¨¦ctrica. Sin embargo, lo que sucede es que el Estado espa?ol cede a las presiones de los lobbies de la energ¨ªa y a los intereses de los bancos, y algunos se dejan deslumbrar por las smart cities, los casinos y las ganancias de las grandes empresas.
Promover un territorio catal¨¢n m¨¢s reequilibrado y sostenible tiene que ver con un cambio total de ¨®ptica: pasar de un urbanismo de grandes inversiones, pensado desde los despachos para las m¨¢quinas, a un urbanismo de las personas, de la realidad, de lo cotidiano, hecho desde una nueva mentalidad en la que la visi¨®n de g¨¦nero y de la ecolog¨ªa sean determinantes. ?Para qu¨¦ nos va a servir un territorio bien comunicado y pretendidamente inteligente si casi el 50% de nuestros j¨®venes no tienen trabajo y el proyecto dominante en Europa es que un 25% de personas activas tengan trabajos cualificados y un 75% sobrevivan entre el trabajo basura y la desesperaci¨®n de la marginaci¨®n? Una buena parte de los lugares de trabajo deber¨ªan surgir de fomentar el cuidado del paisaje, los bosques y el medio ambiente, del campo de las energ¨ªas alternativas, de los procesos de rehabilitaci¨®n urbana y de iniciativas de emprendedur¨ªa y cooperaci¨®n.
Josep Maria Montaner es arquitecto y catedr¨¢tico de la ETSAB-UPC.
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