La ra¨ªz moral
Siendo apenas un ni?o de 13 a?os, Akram Khan (Wimbledon, 1974) comenz¨® su carrera
Siendo apenas un ni?o o preadolescente de 13 a?os, Akram Khan (Wimbledon, 1974) comenz¨® su carrera sobre las tablas al ser parte del elenco del Mahabharata de Peter Brook; con esa producci¨®n viaj¨® por el mundo y reforz¨® unas ense?anzas que en ¨¦l hab¨ªan empezado antes, a los siete a?os cuando sus progenitores lo llevan al aula de Sri Pratap Pawar (Dhar, Madhya Pradesh, 1942) a estudiar baile kathak. A?os despu¨¦s, Akram devuelve en forma de reverencia esas ense?anzas y lleva a su compa?¨ªa como maestro a Pratap Pawar, y mucho de ello y su mentor est¨¢n ahora en el solo Desh (que en bengal¨ª significa tierra natal), un extendido mon¨®logo corporal y festivo donde tambi¨¦n est¨¢n las trazas del quehacer contempor¨¢neo que han dejado huella en su propio cuerpo, recursos pl¨¢sticos que conforman su estilo.
DESH
Coreograf¨ªa y baile: Akram Khan; dise?o visual: Tim Yip; m¨²sica: Jocelyn Pool; luces: Michael Hulls; con la colaboraci¨®n de Karthika Na?r. Teatros del Canal (Sala Roja). Hasta el 23 de noviembre.
Se da en el Reino Unido una circunstancia particular con un granado grupo de artistas y literatos poscoloniales, por citar del entorno de Akram (amigos y colaboradores suyos): el escultor Anisk Kapoor, el escritor Hanif Kureishi, el m¨²sico Nitin Sawhney o la poeta Karthika Na?r, que como ha estudiado Ravani Ranasinha, pertenecen esa di¨¢spora de generaciones que ha cristalizado en artistas c¨¦lebres orgullosos de la rica gen¨¦tica que cimienta su cultura, con personalidades muy particulares, atentos a temas como la inmigraci¨®n, el racismo, la identidad sexual, las tradiciones orales o el sincretismo. La danza, en medio de esa febril b¨²squeda, es capaz de nuclear todos esos chispazos de talento, esas alertas a trav¨¦s de historias ricas en la met¨¢fora y en la textura.
Es Desh espect¨¢culo que tiene tres finales consecutivos e intencionados, pensado para la m¨¢s potente industria ultramoderna del teatro, donde acuna un Akram vivencial, intimista, gui?olesco, tierno y entregado; un artista generoso y po¨¦tico que nos dice que las f¨¢bulas de ayer valen para el ma?ana (como ya dec¨ªa Brook) y que da el salto desde el fragor urbano global (el bosque de silicio) a un tiempo moral que es su ra¨ªz.
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