El test de la apuesta federal
Si las relaciones entre PSOE y PSC no se dotan de una cultura federal, es dif¨ªcil que pueda darse en una hipot¨¦tica federaci¨®n espa?ola
Ha sido y es frecuente la descalificaci¨®n de las posiciones del PSC. No solo desde la derecha espa?ola. Tambi¨¦n desde el PSOE y desde su entorno se ha reprochado al PSC su presunta abducci¨®n por el nacionalismo catal¨¢n. Adem¨¢s de expresar un conocimiento limitado de la realidad catalana, este reproche constituye un buen ejemplo de la aplicaci¨®n de la par¨¢bola de la viga en el propio ojo y de la paja en el ajeno. Tanto m¨¢s cuanto se atribuye a aquella abducci¨®n la ca¨ªda electoral del PSC, como han hecho en ocasiones miembros prominentes de la federaci¨®n madrile?a del PSOE, cuya cohesi¨®n interna y trayectoria electoral vienen siendo poco brillantes desde los noventa.
A la vez, el PSC ha sido y es deslegitimado por el nacionalismo catal¨¢n y sus portavoces medi¨¢ticos, acus¨¢ndole de seguidismo incondicional al PSOE que lo mantiene bajo sospecha. En las contadas ocasiones en que el PSC ha discrepado en p¨²blico de su socio, los nacionalistas catalanes han reaccionado con satisfacci¨®n. Pero no porque el PSC intentase emanciparse de la tutela del PSOE, sino porque interpretan con gozo m¨¢s o menos disimulado que dichas discrepancias son signo de debilidad socialista y anuncio de su fatal decadencia.
Esta nada confortable posici¨®n del PSC no deriva solo de la pervivencia de un problema complejo como la integraci¨®n nacional espa?ola, conflicto que sigue sin resolverse. A notables errores t¨¢cticos e inclinaciones burocr¨¢ticas del PSC habr¨ªa que sumar un progresivo alejamiento de su propuesta original: convivencia abierta de diferentes tradiciones, pol¨ªticas econ¨®micas y sociales decididamente redistributivas y afirmaci¨®n de una Catalu?a integrada de forma libre y no subalterna en la diversidad espa?ola.
Ahora, convencidos de que no habr¨¢ mayor¨ªa socialista en Espa?a si el socio catal¨¢n contin¨²a su declive electoral, los dirigentes de ambos partidos intentan recomponer sus lazos
La evoluci¨®n de su relaci¨®n con el PSOE parece haberle alejado de las l¨ªneas originales. En vez de constituir un refuerzo para aproximarse a objetivos tan ambiciosos, la forma adoptada por el v¨ªnculo PSOE-PSC ha sido un lastre para avanzar hacia ellos, cuando no un motivo para su abandono. Un PSOE marcado por formas que algunos calificaron de cuasi-leninistas en la organizaci¨®n interna, dejaciones complacientes a los mercados en materia socioecon¨®mica o resistencia a refundar una relaci¨®n constructiva Catalu?a-Espa?a: todo se ha convertido en costosa factura para la credibilidad de los socialistas catalanes.
Ahora, convencidos de que no habr¨¢ mayor¨ªa socialista en Espa?a si el socio catal¨¢n contin¨²a su declive electoral, los dirigentes de ambos partidos intentan recomponer sus lazos. Parece una estrategia m¨¢s inteligente que la insensata propuesta de ofrecer al menguante votante socialista de Catalu?a una ¡°aut¨¦ntica marca PSOE¡±, ignorando el cambio profundo en el electorado catal¨¢n y la progresiva desaparici¨®n de las fidelidades partidistas propias de los a?os 80 y 90 del siglo pasado.
Mal que nos pese, la agenda pol¨ªtica y medi¨¢tica mantiene al asunto nacional como punto de referencia. La renovada relaci¨®n PSOE-PSC parece tomar tambi¨¦n esta cuesti¨®n como signo definitorio. El esbozo federal de Granada ¡ªnecesitado de precisi¨®n¡ª constituir¨ªa el anclaje recompuesto de aquella relaci¨®n. Vincular ambos asuntos ¡ªacuerdo entre partidos y propuesta federal¡ª aparece inevitable. Pero comporta un exigente desaf¨ªo. A partir de ahora, la piedra de toque de la credibilidad de aquella propuesta federal ser¨¢ la gesti¨®n de las relaciones entre PSOE y PSC. Si estas relaciones acogen con normalidad diferencias p¨²blicas entre ambos partidos cuando debatan, por ejemplo, cuestiones de modelo constitucional, pol¨ªticas fiscales, pol¨ªticas educativas o participaci¨®n en instituciones europeas, la propuesta federal ser¨¢ algo m¨¢s cre¨ªble para los esc¨¦pticos. Si, por el contrario, las inevitables discrepancias se ocultan, se viven como patolog¨ªas dram¨¢ticas e insoportables y se intentan neutralizar con imposiciones y claudicaciones, la credibilidad del neofederalismo granadino ser¨¢ bastante dudosa.
Porque lo que no sea viable como ejercicio ordinario entre partidos hermanos, ser¨¢ mucho m¨¢s problem¨¢tico en las relaciones entre un gobierno estatal ¡ªfederal, si la propuesta avanzara¡ª y los gobiernos federados. La tentaci¨®n permanente de entender dicha relaci¨®n como una relaci¨®n de subordinaci¨®n y no de cogobierno podr¨ªa ser casi irresistible y acabar¨ªa malogrando el intento. Si las relaciones entre PSOE y PSC no se imbuyen de una indispensable cultura federal cuesta imaginar que pueda darse en una hipot¨¦tica federaci¨®n espa?ola.
En todo caso, es esencial que los socialistas catalanes intenten avanzar iniciativas propias en pol¨ªticas sustantivas para responder a las urgencias ciudadanas y construir un modelo socioecon¨®mico m¨¢s justo, eficiente y sostenible. Para ello necesitar¨ªan abrirse a la concertaci¨®n con otras formaciones, con repercusi¨®n probable sobre su organizaci¨®n interna. Si el PSC chocara con vetos insuperables de su socio estatal, el cr¨¦dito de la apuesta federal resultar¨ªa irremisiblemente da?ado. En cambio, si la relaci¨®n PSOE-PSC pudiera asumir las ventajas y los costes de este nada f¨¢cil proceso, el federalismo de los socialistas conseguir¨ªa el aval que necesita.
Josep M. Vall¨¨s es profesor em¨¦rito de ciencia pol¨ªtica de la UAB.
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