¡°Hay que jugar con todo, menos con las desgracias f¨ªsicas¡±
El cantautor presenta su ¨²ltimo trabajo discogr¨¢fico 'Las diez de ¨²ltimas'
Este hombre, Javier Krahe (Madrid, 1944), se ha escrito la cara a base de noches, caf¨¦ y canciones. Cada raya, desde la frente hasta donde comienza su barba blanca, parece una d¨¦cada, o un siglo, y sus ojos est¨¢n ah¨ª, tan centrados en ti, que parecen superficies de luz, oscuros y brillantes como la noche que canta. Ahora ha escrito y cantado diez canciones, Las diez de ¨²ltimas, que a su alrededor dicen que puede ser su ¨²ltimo disco. Lo ha editado con unos amigos (Andreas Priwitz, ¡°con la inestimable cooperaci¨®n de Javier L¨®pez de Guere?a¡±) porque ya se sabe c¨®mo est¨¢n las casas de discos. Para hablar de ¨¦l y del disco nos juntamos en torno a una mesa de Pepe Botella, en el centro mismo de Malasa?a, su lugar desde hace varias de las d¨¦cadas que est¨¢n en su cara rayada, roja y blanca.
Pregunta. Malasa?a, Madrid, su ciudad.
Respuesta. Mi ciudad es mi biograf¨ªa. Nac¨ª en la Maternidad de O¡¯Donnell, viv¨ª en la calle Alc¨¢ntara hasta los 20 a?os; con mis padres me fui a Marqu¨¦s de Urquijo, y solo me traslad¨¦ a Prosperidad. Fue una infancia feliz; la adolescencia tuvo tambi¨¦n tormento. A los 25 me fui a Montreal, por un amor, y por irme de aqu¨ª. Estuve tres a?os.
P. Dec¨ªa el escritor Francisco Ayala que al regresar del exilio, en los 60, Madrid le pareci¨® del color del ala de una mosca¡
R. Eso me pareci¨® a m¨ª¡ Pero yo no me he fijado mucho en Madrid. Jam¨¢s escuch¨¦ a mis padres hablar de Madrid. Mi madre me dijo una vez que Madrid s¨®lo ten¨ªa el Retiro y el Prado. El resto es peor que Londres o Par¨ªs o Roma, dec¨ªa. Mi madre sab¨ªa lo que dec¨ªa. Pero yo me identifico con Madrid. Vivir¨ªa en cualquier barrio. Todo es Madrid. Mi mujer dec¨ªa, cuando est¨¢bamos en Prosperidad, que quer¨ªa irse m¨¢s al centro, con nuestra hija. ?El centro? Pero si esto es el centro. Busc¨® una casa en Malasa?a y aqu¨ª estamos.
'Las diez de ¨²ltimas'
El nuevo disco del cantautor madrile?o, formado por diez canciones definidas como Las diez de ¨²ltimas, se presenta el pr¨®ximo mi¨¦rcoles, 4 de diciembre, en la Residencia de Estudiantes (Calle del Pinar, 21-23).
Ser¨¢ un concierto a mediod¨ªa para las 150 primeras personas que compren el disco.
P. La ciudad est¨¢ dando s¨ªntomas de cansancio¡
R. Est¨¢ cansada. Tuvo momentos mejores. Pero dej¨® de tener el color de las moscas, ahora tiene otras tonalidades. Y al pa¨ªs le ocurri¨® tres cuartos de lo mismo.
P. Cuando Tierno parec¨ªa que se iba a tocar el cielo¡
R. Bueno, lo llamaron la movida. Fue la ¨¦poca de La Mandr¨¢gora. Era todo mucho m¨¢s el¨¦ctrico. Festivo a granel. La Mandr¨¢gora era festivo en peque?o, y no el¨¦ctrico. Pero fue con Tierno cuando cerraron La Mandr¨¢gora. Por orden municipal. Porque hac¨ªamos ruido. ?Y est¨¢bamos en el s¨®tano! Hab¨ªa un concejal que viv¨ªa en el edificio y se le meti¨® en la cabeza acabar con el local. Claro, los due?os quer¨ªan actividades y, como no las permitieron, cerraron.
P. Sus canciones van al comp¨¢s del pa¨ªs y de la ciudad. Por ejemplo, choc¨® con la Iglesia. Dec¨ªa ?lvarez Junco que el franquismo devolvi¨® a Espa?a a manos de la Iglesia cat¨®lica y de la Edad Media¡
R. Y cuidado que han tenido tiempo en estos 40 a?os de deshacer eso. Pero no ha habido voluntad. Ya en 1986 me prohibieron cantar en Televisi¨®n Espa?ola Cuervo ingenuo. No me creo la voluntad pol¨ªtica de cambiar las cosas. Es m¨¢s: creo que lo mejor que se hizo desde la transici¨®n fue que desde 1982 los aseos empezaron a estar m¨¢s limpios¡ Un avance higi¨¦nico s¨ª que ha habido.
P. Un pa¨ªs m¨¢s apesadumbrado tenemos¡
R. Apesadumbrado y c¨ªnico, triste. Pero eso no est¨¢ en la vida cotidiana: basta un poco de sol para que la gente se ponga contenta. Ahora, s¨ª hay falta de horizonte. No hay horizonte.
P. ?Lo sufre?
R. Yo no. Bien sea porque los horizontes me los puedo seguir planteando o porque no estoy pensando qu¨¦ voy a ser de mayor, no sufro la ausencia de horizontes. Ya soy mayor. Y econ¨®micamente me salvo de la escabechina.
P. ?Con qu¨¦ animo hizo este disco?
R. Con buen ¨¢nimo, interesante en s¨ª mismo. Y con amigos, ya sabes c¨®mo est¨¢n las cosas con la crisis.
P. Usa el sarcasmo, la s¨¢tira, derriba y contempla ruinas. Pero hay una canci¨®n, Cuando despert¨¦, que sorprende por su ternura.
R. Extra?a canci¨®n, me dije a m¨ª mismo, c¨®mo es que he escrito esto. El punto de partida es el famoso cuento de Monterroso. Encontr¨¦ un quiebro, c¨®mo es que aquella mujer (le puse un nombre cre¨ªble, Gabriela) segu¨ªa a mi lado al despertar. Pudo haber sido cursi y fue un quiebro.
P. Kafka dec¨ªa que despertar es el momento m¨¢s arriesgado del d¨ªa.
R. No lo veo as¨ª. Lo veo gozoso.
P. Y a usted le gusta jugar.
R. Me gusta. He dejado de jugar al ajedrez porque no dejan fumar. Me gusta jugar con palabras, con ideas. El juego es tan personal. Jugar con las canciones.
P. ?Con qu¨¦ no se puede jugar en una canci¨®n?
R. Con las desgracias f¨ªsicas.
P. Sus discos podr¨ªan ser una antolog¨ªa de c¨®mo ha visto este pa¨ªs un hombre esc¨¦ptico. ?C¨®mo le vienen las canciones?
R. Canturreo. Un d¨ªa le dije a mi mujer que iba a hacer canciones. No me lo crey¨®. Escrib¨ªa letras que musicaba mi hermano. Cuando dejamos de hacerlo juntos, escrib¨ª y puse m¨²sica. Lentamente y en verano. Cuatro canciones en un verano. No estoy dotado, no me he preparado para nada, ni siquiera pas¨¦ de primero de Econ¨®micas. Pero toco la guitarra, compongo, canto. Me acepto a m¨ª tratando de escribir de una manera aseada y con gracia. Lo que no s¨¦ es qu¨¦ pensar¨¢ el p¨²blico.
P. ?Y cu¨¢les son sus poetas?
R. El Siglo de Oro, el 27, los de los 50, como ?ngel Gonz¨¢lez o Gil de Biedma. La inspiraci¨®n viene de muchos sitios, y a veces tiro del interior. Una vez hice un himno, despu¨¦s de aquella calamidad de Agust¨ªn Garc¨ªa Calvo. Sobre Madrid. Terminaba con una imitaci¨®n de La Verbena de la Paloma: ¡°P¨¢same la china na na/ la china na na¡±¡ La casa de discos quit¨® esa parte, sin decir nada, como un hecho consumado. Idiotas. Me enfad¨¦ con ellos. El himno se llamaba El hombre, el oso y el madro?o. ?Si la ciudad inspira? Y yo qu¨¦ s¨¦. Es mi ciudad.
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