Arte p¨²blico y manejos
El artista pl¨¢stico reflexiona sobre el estado y cambios de ubicaci¨®n de las esculturas
En medio de la constante sustituci¨®n de los servicios p¨²blicos por los privados propongo un sencillo ejercicio de observaci¨®n consistente en dar un paseo por la ciudad al modo de lo que algunos llaman ¡°mirar escaparates¡±, una forma de ejercitar las piernas y la visi¨®n con los bolsillos vac¨ªos pero recorriendo las plazas y espacios p¨²blicos que alberguen obras de arte. Incierto futuro.
D¨ªas pasados el alcalde de Gandia manifestaba su decisi¨®n de cambiar la ubicaci¨®n de una escultura o instalaci¨®n de Antoni Mir¨® y lo hac¨ªa con argumentos de dudosa consistencia pues el eje de su determinaci¨®n se fundamenta en que el motivo (?o ser¨¢ el t¨ªtulo: 25 d¡¯abril?) es de dif¨ªcil comprensi¨®n para un turista de Madrid. Poco despu¨¦s un edil descubri¨®, escandalizado, algunos s¨ªmbolos independentistas o catalanistas ¡ªqu¨¦ m¨¢s da para la animadversi¨®n¡ª, en inequ¨ªvoca actitud de encender la alarma populista conveniente para facilitar su retirada.
Es f¨¢cil imaginar los innumerables problemas y dificultades de un departamento de urbanismo de las actuales ciudades tratando de consensuar los usos y necesidades de los ciudadanos. Por eso, soy de la opini¨®n que pueden darse circunstancias que condicionen la reubicaci¨®n de elementos o mobiliario urbano cuando se impongan necesidades que lo aconsejen y sean guiadas por el sentido com¨²n. No es el caso. Tampoco lo fue cuando el mismo alcalde desmantel¨® un grupo de esculturas de una de sus plazas, la de Jaume I. Aunque soy el autor de la escultura siniestrada, ¨¦sta no ten¨ªa ning¨²n s¨ªmbolo de maligno significado a menos que pueda desprenderse que siete pinochos de larga nariz, surtidores de agua puedan interpretarse como alusivos a los chorros de mentiras que soportamos los habitantes de este pa¨ªs. Quiz¨¢ el edil-investigador encontr¨® entre viejos archivos el t¨ªtulo del conjunto: No pasar¨¢n y son¨® de nuevo la alarma. Retirada de la plaza, nuevo destino: los almacenes de chatarra municipal de los que alguien compadecido, seg¨²n me han contado, ha dado cobijo a uno de los pinochos en su jard¨ªn particular.
Conozco el caso de una escultura de Alfaro que fue cambiada de lugar y mejor¨®, en parte. Actualmente est¨¢ en una rotonda de la avenida de Arag¨®n en Valencia. Inicialmente estuvo situada junto al campo de futbol de Mestalla ¡ªfue instalada en 1982, a?o del campeonato mundial de f¨²tbol¡ª y, al parecer, algunos hinchas estimulados por la victoria o abatidos por la derrota de uno de los dos equipos ¡ªo las dos al tiempo¡ª trepaban por sus tubos y se descolgaban de los extremos con la consiguiente alteraci¨®n de las barras. Ahora est¨¢ m¨¢s aislada y protegida pero la jardiner¨ªa de la l¨ªnea de tierra la forman unos setos que ocultan el arranque de la escultura, modificando su est¨¦tica. (Tan invasiva como se ha hecho la utilizaci¨®n del c¨¦sped, cuesta entender por qu¨¦ no lo aplican ah¨ª). Otra escultura, tambi¨¦n de Andreu Alfaro, es la ubicada en la Estaci¨®n del Norte. Inspirada en la figura de Charlotte von Stein ha mantenido su apariencia original, caracter¨ªstica del acero corten, el ¨®xido de hierro matizado. Creada el 1981 fue instalada en 1998 y tras una intervenci¨®n de limpieza, motivada por unos grafitis en su base, ha sido recubierta toda ella con una capa de esmalte brillante de color chocolate, que bien pudiera hacer salivar a la amada de Goethe pero, ?ay! dudo que el alejamiento de la textura inicial le resultara soportable, como no lo es para aquellos que tambi¨¦n amamos el chocolate puro.
Para quienes gusten de las superficies lustrosas les invito a que dirijan su mirada a la figura en bronce del descubridor Francisco Pizarro situada en la plaza de Manises sobre una columna procedente de los derribos del Antiguo Hospital. La relaci¨®n y proporci¨®n entre una y otro impide cualquier asomo de armon¨ªa. Si les es posible acceder a alguno de los pisos del Palau de la Generalitat o de la Diputaci¨®n podr¨¢n percibir con todo detalle el repinte de esmalte, en esta ocasi¨®n verde tipo ¡°parques y jardines¡± que cubre el peque?o bronce del gran conquistador extreme?o. (Por cierto, ?qu¨¦ hace ah¨ª, en pleno centro de las instituciones valencianas?). Fue instalada en julio de 1969 como Homenaje a la raza espa?ola (?Ah!, bueno, siendo as¨ª).
Pensando en hurtos¡ desde 1996 una obra ¡ªtitulada Esclavo¡ª consistente en un cilindro aplastado y atado por una madeja de varillas de hierros estuvo situada a ras del suelo en la acera de una calle estrecha del barrio de Velluters. Los vecinos, a trav¨¦s de su asociaci¨®n, iniciaron una protesta aduciendo problemas de inseguridad. Su autor, arropado por el conseller Manuel Taranc¨®n y la entonces directora de Promoci¨®n Cultural de la Generalitat decidieron situarla ¡ªmarzo de 2000¡ª en la explanada del IVAM a modo de paquete-bomba destinada a botar a su director. Como la obra no pertenec¨ªa a los fondos del museo hubo voces que alertaron de lo arbitrario de la decisi¨®n pues la escultura era encargo y propiedad de la Conselleria de Obras P¨²blicas, Urbanismo y Transporte.
Tras el tira y afloja jaleado por unos y otros, m¨¢s los de Madrid, el autor hizo el haraquiri; a la escultura. No hubo reclamaciones.
Si nuestro paseo se prolonga hasta la playa, al llegar a la Patacona, junto a un bosquecillo de palmeras frente al mar, hay un monumento dedicado a Tirant lo Blanc por el pueblo de Alboraia formado por tres columnas cer¨¢micas de Enrique Mestre. En nuestro recorrido peatonal hemos sorteado todo tipo de restos y basuras y el conjunto sorprende porque aunque el grupo de palmeras descuidadas no ha sido atacadas por el picudo, la escenograf¨ªa nos traslada a la visi¨®n ruinosa de tantas ciudades mediterr¨¢neas en guerra. El monumento apenas ha rebasado la docena de a?os de existencia pero no queda un trozo donde no hayan impactado los obuses enemigos. Tal es su estado.
Una vez metidos entre escombros concitamos la verg¨¹enza, al terminar este primer recorrido en el cauce del viejo Turia. All¨ª, debajo del llamado Pont de les Arts y a la vista del museo de arte moderno hay una escultura del artista dan¨¦s Per Kirkeby quien al tiempo que mostr¨® sus obras en las salas del citado Instituto don¨® en 1989 esta obra de planta cuadrada de 7,30 metros y 3 de altura elaborada con ladrillos manufacturados. Del mismo autor existen piezas similares en jardines de D¨¹sseldorf, Copenhague, Rotterdam¡ pero aqu¨ª el puente fue construido con posterioridad (1998) por lo que invadi¨® el espacio y la caja de ladrillo qued¨® visualmente arrinconada (Esta vez nadie plante¨® la conveniencia de reubicarla). Grafitis, latas, escombros, excrementos, papeles¡ se han adue?ado de la misma y, algo como un transformador el¨¦ctrico, reposa en lo alto como un buitre a la espera.
Olvidaba el t¨ªtulo: Val¨¨ncia.
Artur Heras es artista pl¨¢stico.
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