Cinco truismos sobre la cuesti¨®n catalana
Algunas verdades de perogrullo a tener en cuenta sobre el proyecto soberanista y su proyecci¨®n internacional
Un truismo es una verdad obvia, es lo que se suele llamar una perogrullada. A veces, razones complejas, a las que se unen la nebulosa y fren¨¦tica actualidad, nos impiden ver estas perogrulladas. Los cinco truismos que presento a continuaci¨®n sobre la cuesti¨®n catalana no contienen grandes tesis pol¨ªticas, sino que aspiran a ser descripciones de hechos y a arrojar luz sobre algunas implicaciones conceptuales que se derivan de determinadas afirmaciones pol¨ªticas.
Animadversi¨®n contra Catalu?a. Existe una manera de expresarse, por parte de ¨ªnclitos representantes de la pol¨ªtica espa?ola, que rezuma animadversi¨®n contra los catalanes. Cuando Alfonso Guerra afirm¨® que el Congreso ¡®se hab¨ªa cepillado¡¯ el Estatut de 2006, us¨® una expresi¨®n acorde con el tono que, social y pol¨ªticamente, es tolerado ¡ª cuando no alentado¡ª contra algunas decisiones tomadas por instituciones catalanas. Dif¨ªcilmente se usa un vocabulario semejante con otras comunidades. Esta animadversi¨®n es casi siempre ret¨®rica, pero no siempre. El PP impugn¨® ante el Tribunal Constitucional algunas partes del Estatut catal¨¢n que luego copi¨®, literalmente, en la reforma del valenciano. Tal hipocres¨ªa, que ya no es mera ret¨®rica, denota una animadversi¨®n particular hacia las instituciones catalanas.
Inexistencia del ¡®derecho a decidir¡¯. No hay ning¨²n ordenamiento jur¨ªdico-constitucional occidental nacido despu¨¦s de la segunda postguerra mundial que prevea la posibilidad de que una parte de su territorio se separe del resto. Es decir, el llamado ¡®derecho a decidir¡¯ no tiene reconocimiento jur¨ªdico. Y es de suponer que tampoco lo tendr¨ªa en un futuro Estado catal¨¢n, ya que el constituyente no querr¨ªa, por ejemplo, que el Baix Llobregat ejerciera ese derecho para obtener un estatus que lo asociara de nuevo al Estado espa?ol. Esto no es impensable dada la composici¨®n socio-pol¨ªtica de esa comarca. Si los independentistas quisieran evitarlo, deber¨ªan excluir el ¡®derecho a decidir¡¯ de una hipot¨¦tica constituci¨®n catalana; pero entonces el actual ¡°solo queremos votar¡± y lo que denominan ¡°el argumento democr¨¢tico o plebiscitario¡± deber¨ªan ser abandonados, so pena de caer en contradicci¨®n.
Algunas verdades de perogrullo a tener en cuenta sobre el proyecto soberanista y su proyecci¨®n internacional
El tab¨² de la naci¨®n espa?ola. El Estado espa?ol obedece a una serie de hechos y consideraciones hist¨®rico-pol¨ªticas que han desembocado en el actual entramado. Pero de ah¨ª no se sigue que Espa?a, tal y como la conocemos, sea un ente destinado a pervivir necesariamente in saecula saeculorum. Si una mayor¨ªa realmente amplia del Parlament afirmara de forma clara e inequ¨ªvoca la voluntad de que Catalu?a fuera independiente, ser¨ªa una estupidez pol¨ªtica ¡ªbasada en el tab¨² de la indisoluble unidad de la naci¨®n espa?ola¡ª ignorar este hecho y no ofrecer una salida genuinamente pol¨ªtica a los catalanes. Ahora bien, la mayor¨ªa debe ser casi abrumadora. ?Por qu¨¦ no valdr¨ªa con el 51% o algo m¨¢s de apoyo en el Parlamento? Porque, si las mayor¨ªas son tan ajustadas, en pocos a?os los unionistas podr¨ªan reclamar, sobre la base del mismo argumento que ahora abanderan los independentistas, un reingreso en Espa?a. Y en un toma y daca de este tipo s¨®lo los suicidas salen ganando.
Autoreferencialidad. Cu¨¢les son los apoyos a los independentistas aparte de los mismos independentistas, de aqu¨ª o de otras partes del mundo? Parece dif¨ªcil llevar adelante un proceso como el que pretenden sin recabar apoyos internacionales pol¨ªticamente relevantes. Cuando uno viaja un poco por el mundo y ve lo que ocurre en algunos lugares, produce embarazo o¨ªr el argumento independentista de que el Estado espa?ol ¡®oprime¡¯, ¡®ahoga¡¯ y ¡®roba¡¯ a los catalanes. Es indudable, como ya he dicho, que existe cierta animadversi¨®n, pero de ah¨ª a un escenario como el que dibujan algunos independentistas hay un salto embarazoso. Y que le produzca verg¨¹enza a un catal¨¢n errante como yo es m¨¢s bien irrelevante; pero si los independentistas piensan seducir y recabar apoyos internacionales sobre la base de este argumento, a lo mejor tendr¨ªan que reconsiderar su estrategia.
La cuesti¨®n fiscal. Todos aquellos que acepten el principio de ordinalidad deber¨ªan admitir que hay algo que retocar en la relaci¨®n "fiscal" entre Catalu?a y Espa?a. Con aquellos que no aceptan el principio de ordinalidad, hay poco o nada que hablar, y lo ¨²nico que queda es intentar ganar la relaci¨®n de fuerzas. Pero quienes lo aceptan ¡ªy lo acepta mucha m¨¢s gente de la que pensamos a ambos lados del Ebro¡ª har¨ªan bien en hacer de ello el eje de la discusi¨®n pol¨ªtica, tal vez as¨ª los mantras ¡°spa?a nos roba¡± y ¡°los catalanes son insaciables¡± quedar¨ªan marginados para descanso de nuestros maltrechos o¨ªdos.
Para que una discusi¨®n sobre la cuesti¨®n catalana tuviera sentido deber¨ªa asumir truismos de este tipo. Esto no garantizar¨ªa una soluci¨®n inmediata, pero permitir¨ªa fijar un marco com¨²n de discusi¨®n, algo que se echa de menos en estos momentos.
Pau Luque es investigador de Filosof¨ªa del Derecho en la Universidad Federico II de N¨¢poles.
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